Flores que esperan el frío
La noche volvió enferma al mar, nos detuvimos en el ámbar de la luz marchitándose, en el agua de los días que se fueron. Teníamos un poco de luz sobre las manos, en los límites de nuestros cuerpos azules, en el cabello sumiso al viento, esparcido. Teníamos la certidumbre de la derrota, del verano en fuga hacia el horizonte, de las salamandras que recorrían la terraza, de las flores que esperan el frío. Teníamos la boca triste, la piel triste, los ojos tristes insumisos, el silencio abrochado, la última cópula, la última verdad mintiéndonos deprisa. Existimos en nuestras sombras alargadas sobre sal, en nuestros ojos poseyéndose indecentes ante el cielo, en los pájaros, que llegaban de la nada a disputarse la tierra. Éramos hermosos. Nuestra piel olía a vida escandalosamente.
(texto obsequiado por el sitio "portal de poesía".)
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