martes, 31 de diciembre de 2013

Amy Lowell (1874/1925 )

Penumbra

Mientras estoy aquí sentada en la quieta noche de verano, 
de pronto, en la lejana carretera, se oye 
el rechinar y el acelerar de un tranvía eléctrico. 
Y, más lejos todavía, 
el fuerte resoplar de una máquina, 
seguido del desagarrado arrastrar de un tren de carga cambiando de vía. 
Estos son los ruidos que hacen los hombres 
en el largo ajetreo de la vida. 
Seguirán haciendo siempre estos ruidos, 
aun después que yo haya muerto y ya no pueda oírlos. 
Sentada aquí en la noche de verano, 
estoy pensando en mi muerte. 
¿Qué pasará contigo? 
Verás mi silla 
con su brillante cobertor de zaraza 
iluminada por el sol de mediodía, 
como ahora, 
verás mi mesa angosta 
donde he estado escribiendo tantas horas. 
Mis perros meterán sus hocicos en tu mano, 
preguntando -preguntando- 
y pendientes de ti con ojos perplejos. 

La vieja casa todavía está aquí, 
la vieja casa que me ha conocido desde el principio. 
Las paredes que me han visto jugar: 
con soldados, canicas, muñecas de papel, 
que me han protegido a mí y a mis libros. 

La puerta de entrada estará mirando a los viejos árboles 
donde, cuando era niña, jugaba con muertos y con incendios; 
Mirará la ancha vereda de grava 
donde yo rodaba mi aro, 
y las matas de rododendro 
donde cogía mariposas de pintas negras. 

La vieja casa te guardará a ti, 
como yo he hecho. 
Sus paredes y sus cuartos te guardarán, 
y yo susurraré mis pensamientos y fantasías 
como siempre, 
en las páginas de mis libros.

Algún día tú estarás sentada aquí
en una apacible noche de verano,
oirás el fragor de los tranvías,
pero no estarás sola,
porque todas esas cosas son parte de mí.
Y mi amor seguirá hablándote
a través de las sillas, de las mesas, de los cuadros,
como mi voz lo hace ahora,
y de pronto sentirás la inevitable caricia de mi mano.


(texto tomado del sitio "emma gunst", traducción de Marta Porpetta.)

lunes, 30 de diciembre de 2013

Leonora y los sueños


“Humberto, el niño más bonito de la ciudad, tenía ojos azules y chinos dorados”. “Humberto el bonito”, como “Juan sin cabeza” o “El monstruo de Chihuahua”, es uno de los cuentos para niños de Leche del sueño, un libro creado a partir de la libreta en la que la artista plástica británica Leonora Carrington guardó los cuentos que imaginaba e ilustraba para sus hijos. La libreta, que estuvo en poder del escritor chileno Alejandro Jodorowsky por veinte años, es recuperada ahora en una edición facsimilar, recientemente lanzada por el Fondo de Cultura Económica.
Dice Carrington que “Humberto el bonito” era también un poco antipático y le gustaba hacerle bromas a sus hermanas para ponerlas a llorar. Hasta que un día, una de ellas puso en la cama de Humberto un cocodrilo, que para sorpresa de esta cayó en el hechizo del niño y en vez de atacarlo le sonrió. “Desde entonces, Humberto y el cocodrilo son grandes amigos y, por supuesto, ahora el niño es todavía más antipático, pues siempre va a todas partes con él”, concluye el cuento.
Carrington perteneció al movimiento surrealista y vivió buena parte de su vida en México. En el prólogo a Leche del sueño , en una edición de 29 x 25 centímetros que viene en caja y con tapa de cuerina, Ignacio Padilla escribe: “Ella [Carrington] definitivamente estuvo presente cuando llegó la hora de que psicoanálisis y el arte pusieran al descubierto el secreto edificio del inconsciente, un edificio de perturbadora belleza que sigue recordándonos que no sólo somos nuestros sueños, sino que lo soñado dialoga con el niño que fuimos y que continuamos siendo”.
Lo bello de esta libreta es que el lector asiste a una de las formas del pensamiento de la artista, expuesto en su caligrafía clara y suelta. Sus tachaduras, las correcciones, sus subrayados, las mayúsculas y los puntos suspensivos que se fugan hacia el margen de la página, donde viven las ilustraciones, siluetas simples y a mano alzada en hojas arrugadas. Pero además, en el trazado de esos pequeños juegos íntimos y cotidianos, se perfila la Leonora mamá, que no por ello deja de ser la Leonora surrealista.
“Si el surrealismo y el cuento infantil son expresiones ordenadas de procesos caóticos, una libreta como esta, trazada por una artista como esta, debe por fuerza interpelarnos desde el punto preciso de la imaginación donde se encarna el trabajo artístico como ordenación sugerida del caos”, dice Padilla.
Hay un epílogo en el que Jodorowsky recuerda el día que conoció a Carrington, describe la naturaleza de su amistad y la comunión que llegaron a tener. Cuenta, también, que cuando él decidió regresar a París, tras una breve residencia en México, Carrington le regaló la libreta con la que entretenía a sus hijos de pequeños. Libreta que, pasados muchos años, él le devolvió a Gabriel Weisz, hijo de la artista. “Darle a ese niño adulto los cuentos, me hizo sentir como si extrajera de mi cuerpo una víscera sagrada que él necesitaba más que yo”, dice el escritor y psicomago.
En una breve nota que abre la edición, Gabriel Weisz le habla a su madre de tu y le dice, entre otras cosas: “Convertiste la calle y la casa en un lugar para fabricar ficciones, para que la imaginación pudiera desalojar lo cotidiano”. ¿Qué mejor regalo puede dársele a un hijo?


(reseña tomada del sitio "revista ñ", Clarín)

Alberto Girri (1919/1991 )

El Pascal que hay en ti


No se deja estar
en una hamaca, meciéndose
en ese supremo abandono que es
suprema atención, invocación
al vértigo,
y meciéndose
con la noticia de que Jesús
permancerá en la agonía
hasta el fin del mundo,
y que entretanto
es menester que nadie pegue los ojos.

Él prefiere
-ya que su vigilia dispondrá
de todo el tiempo existente-
que la espera, plazo señalado,
no redunde sólo en escalofríos
y resignación, pasiva
calificación de la vida, subirse y bajarse
por incertidumbres y plegarias,
sino actividad de minucias
elevadas a cúspides, desplazarse
por cuartos y patios, por la repetición,
rutina, concentrada y calmante,
de barrer, regar, cocinar,
musitar con el arrastre de sus pasos
el propio nombre;
y prefiere, como proyecto,
reclamar lo que nunca consiguió,
que lo consideren
el loco de la familia, el extravagante
obsesionado por las puertas
(espacio que atraviesan
los muertos de la casa,
acceso de los justos),
desparramando, sagaz,
sus chocantes conclusiones:
las puertas
no tienen que ser tocadas, sólo
son tales mientras permanecen cerradas,
si no no se las advertirá como puertas,
no habrá puertas, se revelará el abismo
aguardando del otro lado del umbral.

 (texto tomado del sitio ''otra iglesia es imposible'')

domingo, 29 de diciembre de 2013

SUERTE PERRA

Zapatos de piel de becerro,
chamarra de cuero bovino,
botones de piel de serpiente,
ojos de halcón, lengua de víbora.

Poemas con pupilas de reptil,
suerte felina de nueve vidas,
ojos de lechuza insomne,
dedos como garfios.

Reposo de serpiente que sueña
agua, lengua de mandril,
besos negros de mico negro,
uñas como media luna eclipsada.

Ojos como pozos con tortuga
al fondo, rumor de arena
llevada por el viento,
oídos sordos a palabras nuevas.

Camafeo como iguana quieta,
cuello deshidratado como zalea
de gato montés, cuernos duros
como de bestia cimarrona.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Vicente Gerbasi (1913/1992 )

Los huesos de mi padre

Los huesos de mi padre se perdieron
en el osario común
de Canoabo. Valle de grandes hojas lluviosas,
de insectos que vuelan como abanicos
y de montañas que le dan vuelta al día
y a la noche de los astros.
Los huesos de mi padre
se perdieron en el osario del Universo,
entre las piedras preciosas de Dios
vistas desde la selva mágica
hasta la aurora
que reinventa todos los colores
y el vuelo de las aves
abriendo sus ojos
en el sueño del paraíso.
Los huesos de mi padre suenan
con su color marfil
y se van pareciendo a mis propios huesos
hechos de silencio eterno.


(texto tomado de 24 poetas latinoamericanos, Coedición Latinoamericana, selección y prólogo de Francisco Serrano, México, 2012, sexta reimpresión.)

jueves, 26 de diciembre de 2013

Javier Sologuren(1921/2004 )

Epitalamio

Cuando nos cubran las altas yerbas
y ellos
los trémulos               los dichosos
lleguen hasta nosotros
se calzarán de pronto
se medirán a ciegas
romperán las líneas del paisaje

y habrá deslumbramientos en el aire
giros lentos y cálidos
sobre entrecortados besos
nos crecerán de pronto los recuerdos
se abrirán paso por la tierra
se arrastrarán en la yerba
se anudarán a sus cuerpos

memorias palpitantes
tal vez ellos
los dichosos            los trémulos
se imaginen entonces
peinados por
desmesurados
imprevistos resplandores
luces altas
desde la carretera


(texto tomado de 24 poetas latinoamericanos, Coedición Latinoamericana, selección y prólogo de Francisco Serrano, México,2012, sexta reimpresión.)

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Eugenio Montejo (1938/2008 )

Orfeo

Orfeo, lo que de él queda (si queda),
lo que aún puede cantar en la tierra,
a qué piedra, a qué animal enternece?
Orfeo en la noche, en esta noche
(su lira, su grabador, su cassette),
para quién mira, ausculta las estrellas?
Orfeo, lo que en el sueña (si sueña),
la palabra de tanto destino,
quién la recibe ahora de rodillas?

Solo, con su perfil en mármol, pasa
por nuestro siglo tronchado y derruido
bajo la estatua rota de una fábula.
Viene a cantar (si canta) a nuestra puerta,
ante todas las puertas. Aquí se queda,
aquí planta su casa y su condena
porque nosotros somos el Infierno.


(texto tomado de 24 poetas latinoamericanos, Coedición Latinoamericana, sexta reimpresión, México, 2012.)

martes, 24 de diciembre de 2013

Andrew Graham-Yoll (1944 )


Verano

Para Adriana

Amanece otro día
en el paraíso;
la canícula abruma:
la cortina a las seis ondeó
dos centímetros, eso hasta
con gesto agotado,
por primera vez en la noche.
Aspas lentas en el techo
revuelven el aire
espeso como masa
de budín.

No hay viento, apenas
un soplo sin diploma de
brisa,
de los desnudos sudados
brota
humedad, derrame copioso
que provoca
mera sugerencia de amor
mañanero.

No salió el lagarto overo
indolente
el solazo lo frena,
cocina el rayo la boca
de su cueva.
La hembra del hornero
conmina a gritos
que le traigan fresco del río,
donde, no señor, en el
calor
no piensa volar en la jornada.
El casal de torcazas intenta
un arrullo, pero le
agobia el concierto
atropellado:
los infaltables loros.

Se hace rulos el moho negro
reseco antes verde que generó
la lluvia, cuando llovía,
en los ladrillos
bajo la parra de uvas
achicharradas.
Quema el agua de la canilla
con grados como para el mate,
recaliente está el caño.
  
Las tareas de cada día
reclaman atención
¡qué vamos a pensar en
labores cuando arde el sol!
Sentados en el patio,
consideramos
qué hacer;
hablarlo es
un enorme desafío.

(texto tomado del sitio ''otra iglesia es imposible''.)

lunes, 23 de diciembre de 2013

Odette Alonso (1964 )

El desafío del diferente

Iba cruzando la avenida Insurgentes cuando de la estación del Metrobús salieron dos muchachas. Había un no sé qué en su lenguaje corporal. Tal vez los demás transeúntes no percibieran algo extraño: yo lo supe desde antes de ver las manos de una revoloteando sobre la cintura de la otra y luego enlazando los dedos con los de su compañera. “Qué lindas las muchachas que se toman de las manos”, pensé y tuve un impulso de decírselo a ellas.
Quienes no son homosexuales, por muy cercanos y solidarios que fueren, sólo tienen una idea pequeñita de lo que es vivir contraviniendo una norma moral tan primaria y estricta. Desde que nacemos somos clasificados como mujeres u hombres según nuestros órganos genitales; desde ese mismo primer respiro queda definido cuál debe ser nuestro comportamiento sexual. Y aunque hoy sepamos y aseveremos que la genitalidad no necesariamente determina las inclinaciones y atracciones, el peso de esa marca es inconmensurable.
No relataré las confusiones, angustias, abusos, burlas, ataques, suspicacias, descréditos, insidias o limitaciones que un homosexual tiene que enfrentar. ¿Por qué tendrían que estar orgullosos un gay o una lesbiana?, suelen preguntar los críticos del orgullo ajeno, como si no pudiéramos estar orgullosos de lo que nos dé la regalada gana. Por ejemplo, de la valentía para asumir públicamente la especificidad “diferente” de una sexualidad que nos fue dada de manera natural —como a los heterosexuales la suya— y para desafiar el ojo del vecino y la espada flamígera de las autoridades y de las convenciones sociales, o de los esfuerzos para que el ejercicio de esta sexualidad no mengüe la dignidad como personas y como profesionales, o de las contribuciones para que otros niños y niñas, para que otros jóvenes, sepan que no es torcido ni perverso ni enfermo ni condenable no ser heterosexual.
En cierta ocasión coincidía con una compatriota —ahora residente en Nueva York— en que lo que menos extrañamos de Cuba, lo que más celebramos haber dejado en el pasado, son los piropos de aquellos tipos que “susurraban”, a un volumen que lo oía todo el barrio, cualquier cantidad de linduras, seguidas del menú de cómo te meterían todo lo metible y te chuparían todo lo chupable; los mismos que se regodeaban gritándonos “tortilleeeeera”, a veces por el simple hecho de que no les hiciéramos caso.
Aparto ese recuerdo nefasto mientras veo caminar a las muchachas con tanta naturalidad, tan tranquilas y seguras. Y pienso que si para eso sirvió que nos gritaran, que nos acosaran, que nos agredieran hasta nuestros propios parientes, que nos sometieran a juicios y nos expulsaran de familias, escuelas y universidades; si para ello sirvió que tantos crímenes de odio se ensañaran con nuestros hermanos (y recuerdo especialmente aquella terrible película sobre la vida de Teena Brandon, Boys don’t cry); si sirvió para que dos muchachas o dos muchachos puedan ir por la calle tomados de la mano, enamorados y sin miedo… entonces valió la pena. ¡Que no se suelten! 

(texto reproducido de la e/review ''replicante'', "Muchachas tomadas de la mano''.)

domingo, 22 de diciembre de 2013

María Mercedes Carranza (1945/2003 )

   Extraños en la noche
 
Nadie mira a nadie de frente,
de norte a sur la desconfianza, el recelo
entre sonrisas y cuidadas cortesías.
Turbios el aire y el miedo
en todos los zaguanes y ascensores, en las camas.
Una lluvia floja cae
como diluvio: ciudad de mundo
que no conocerá la alegría.
Olores blandos que recuerdos parecen
tras tantos años que en el aire están.
Ciudad a medio hacer, siempre a punto de parecerse a algo
como una muchacha que comienza a menstruar,
precaria, sin belleza alguna.
Patios decimonónicos con geranios
donde ancianas señoras todavía sirven chocolate;
patios de inquilinato
en los que habitan calcinados la mugre y el dolor.
En las calles empinadas y siempre crepusculares,
luz opaca como filtrada por sementinas láminas de alabastro, ocurren 
escenas tan familiares como la muerte y el amor; estas calles son el
laberinto que he de andar y desandar: todos los pasos que al final serán
mi vida. Grises las paredes, los árboles y de los habitantes el aire de la
frente a los pies. A lo lejos el verde existe, un verde metálico y sereno,
un verde Patinir de laguna o río, y tras los cerros tal vez puede verse el sol.
La ciudad que amo se parece demasiado a mi vida; nos unen el cansancio
y el tedio de la convivencia pero también la costumbre irremplazable y el
viento.
 
 
(texto tomado de la red)

sábado, 21 de diciembre de 2013

Ted Kooser (1939 )

En la sala de oncología
 
Dos jóvenes, que supongo son sus hermanas,
la ayudan a llegar a la puerta abierta
que conduce a las salas de reconocimiento.
Cada una se dobla bajo el peso de un brazo
y camina con el porte recto y resistente         
del coraje. A lo que debe parecer
una gran distancia, una enfermera sujeta la puerta,
sonriendo y dando ánimos.
¡Cuánta paciencia despliega en las almidonadas velas blancas
de su uniforme!. Bajo su gracioso gorro de lana
la enferma se esfuerza para ver
el balanceo de sus pies, cómo se arrastraban
mientras recibe el peso de su cuerpo.
No hay ni inquietud ni impaciencia
ni rabia a la vista. La gracia
llena el molde limpio de este momento
y guardan silencio las hojas de todas las revistas.


(texto tomado del blog "por hache o por be", traducción de Hilario Barrero.)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Edgar Lee Masters (1868/1950 )

Whedon, el editor

Saber ver todos los aspectos de cada cuestión,
estar en todas partes, ser todo, ser nada mucho tiempo;
distorsionar la verdad, manejarla con un propósito,
usar grandes sentimientos y pasiones de la familia humana
para designios bajos, para fines astutos,
usar una máscara como los actores griegos,
el diario de ocho páginas detrás del cual te escudas,
pregonando por el megáfono de los grandes caracteres:
“Este soy yo, el gigante.”
Y viviendo, por lo tanto, la vida de un ratero,
envenenado con las palabras anónimas
de tu alma clandestina.
Escarbar la mugre de un escándalo por plata
y exhumarla a los vientos por venganza,
o vender diarios
aplastando reputaciones, o cuerpos, si hace falta,
ganar a cualquier precio, salvo tu propia vida.
Vanagloriarse de un poder demoníaco, socavando la civilización,
como el joven paranoico que pone un tronco en las vías
y descarrila el tren expreso.
Ser un editor, como fui yo.
Después, yacer aquí junto al río, por el lugar
donde se vierten las aguas servidas del pueblo
y se arrojan la basura y las latas vacías.
Y se ocultan los abortos.


(texto tomado del blog "otra iglesia es imposible", versión de Gerardo Gambolini.)

jueves, 19 de diciembre de 2013

Amy Lowell (1874/1925 )

Ópalo

Eres hielo y fuego,
tu tacto quema mis manos como la nieve.
Eres frío y llama.
Eres el carmesí de la amarilis.
el plateado de las magnolias acariciadas por la luna.
Cuando estoy contigo
mi corazón es un estanque helado
en el que relucen las antorchas que se agitan.


(texto tomado del sitio "otra iglesia es imposible, versión de Jonio González.)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Piedad Bonnett (1951 )

Contabilidad



El debe y el haber:
doble columna
que el tiempo va asentando
sobre el libro de cuentas de los días
con mano minuciosa
y rigor que no admite apelaciones.
Tarde ves el balance,
las deudas, los desfases,
las pérfidas movidas del contable
que hizo que aquel cruzara muy temprano
y ese otro muy tarde por tu vida.
Y está lo que no ves,
lo consignado con miserables tintas invisibles:
la puerta que tocaste diez minutos después
de alguna despedida. La voz que nunca oíste,
la calle no cruzada, el paradero
en que tuviste miedo de bajarte.
Y en un rojo indeleble,
la cadena de tratos y pactos y traiciones,
la irreversible línea que te suma y te resta,
la que te multiplica y te divide.
 
 
(texto tomado del blog "emma gunst")

martes, 17 de diciembre de 2013

Claudia Berrueto (1978 )

Mi padre y su diamante

a mitad de semana lo recuerdo:
se ajusta una cachucha imaginaria frente al espejo
listo para salir a conectar la bola o un foul
hay tardes en que llega suspendido por la lluvia,
otras, ponchado y aventando el bat
pero muy pocas con el eco de un home run
en su sonrisa.
todos los domingos me persigue
y lo veo barrerse antes de tocarme.

mi memoria es de spikes y almohadillas,
en ella viven mi padre y su diamante.


(texto tomado de Costilla flotante, antología personal,coed. Gobierno del Estado de Coahuila-Secretaría de Cultura de Coahuila, col. Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña, 2013.)

lunes, 16 de diciembre de 2013

Elsa Cross (1946 )

Nada de tus prestigios...

Nada de tus prestigios santos.
Las mujeres te esperaban como un advenimiento,
y llegaste con marihuana en los bolsillos,
y el cabello en desorden,
quién sabe de cuáles correrías salido apenas.
Y tenías algunos enigmas que responder
como a la Reina de Saba.
Te reías de verlas tan piadosas,
tus hermanas de leche,
y como Shiva en el Bosque de Pinos,
desplegando un gran falo
las sedujiste en las barbas de sus maridos,
los ascetas.
Y ellas te siguieron.
Ninguna maldición te alcanzaba,
oh Fumador-de-Hierbas-Intoxicantes.
Arriba, señales de espejos en las ramas.
La tierra quieta, esperando,
como en día de mucha fiesta.
Y allá bajaban los Concheros
con sus flautas y sus tambores tristes,
sus cascabeles de semillas secas.
Danza de espejos bajo el sol.
En el barrio de la Cruz tronaban cohetes.
De los postes habían colgado banderas de colores.
La gente ebria por las calles
iba en procesiones tambaleantes,
a punto de caer en las piedras disparejas.
A la noche luces de bengala,
tus espejos de humo.
Los cohetes retumbando como disparos.
Gente amante del fuego.
En tantos lados hallamos
cartuchos de bala enmohecidos,
quemadura de pólvora en los muros.
Los niños soplaban contra los rehiletes,
soplaban contra las flores
volando sus pétalos al viento.
Mujeres te seguían.


(texto tomado de Espejo al sol, poemas 1964/1981, ed. SEP-Plaza y Valdés, México, Serie Creación, El Nigromante, no.22, México, 1988.)

domingo, 15 de diciembre de 2013

NECESITO SILENCIO...

Necesito silencio para escuchar
cómo la miel y la cera luchan
para encender esa flama;

para oír el aleteo
de termitas obstinadas
con el sinfín de los cuerpos;

que callen las puertas,
que paren el arrastre
de cadenas, candados y llaves;

que sólo se aprecie la caída
aturdida de un cuervo, sus
plumas tornasol, el párpado hechizado;

que nadie de día, en el frío,
en la fuente, en el sueño
masculle conjuros;

que el sol, el ojo, el oído
guarden el silencio de un amanecer
tonsurado.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Mascha Kaléko (1907/1975 )


Carta desde una tierra vehemente

Desde esta tierra extrema yo te escribo
a la sombra de un árbol que ayer aún no estaba
pues aquí crece todo de repente.
Apenas surge un plan, ya se ha cumplido.
Demasiado vehemente es nuestra tierra.
Yo no sé bien si tú
podrías adaptarte a este clima,
admito que yo misma con frecuencia lo temo.
Quema el sol como cólera encendida,
y él madura el grano, tuesta el grano
a su gusto. No puede una fiarse:
hoy representa amor, mañana odio.
A partir de una nada, de una fuente,
nace de pronto un río que veloz
inunda el campo todo entero
y de nuevo decrece en un instante.
Aquello que deseas se cumple sin demora,
pues los deseos tienen un poder evidente
-no deseo maldades, menos mal,
se metería una si no en un mar de sangre-.
Tú miras con deseo a una mujer
y así ya eres un hombre
y tu deseo engendra un hijo.
Es aquí cada cual igual que el viento,
que esparce sus semillas sin tiempo a preguntar
si han echado raíces.
Observas con cariño alguna estrella
y entonces brilla y te obedece
y lleva tu talento a su apogeo.
Te colma hasta tal punto de venturas
que te corta el aliento. ¡Vente ya!
Sé mi invitado. Aunque es difícil
adaptarse, a aquel que lo consigue
le salta el corazón y se le rompe.


(texto tomado del blog "otra iglesia es imposible", trad. Inmaculada Moreno.)

viernes, 13 de diciembre de 2013

Brane Mozetic (1958 )


Querida Ana, Ljubljana es como

una pesadilla espantosa. Lo primero que se te ocurre

en esta ciudad es cortarte las venas o atarte una soga al cuello

o tirarte del edificio Neboticnik. Para soportarla, tendrías

que estar siempre borracho o colocado. Los amigos no son

amigos, los conocidos no son conocidos, los amantes

no son amantes, la madre no es madre, el padre

no es padre, la esposa no es esposa, el suelo no es suelo,

toda flota en un vacío infinito, fantasmas, espectros,

engendros, el agua no es agua ni el aire aire ni el fuego fuego.

Querida Ana, Ljubljana, tu ciudad, es el fin del mundo, es

vivir sin esperanzas, como un vegetal, es un infernal suplicio,

una pesadez en el estómago, es una acumulación

de energías negativas que sólo pretenden convertirte

en un ser estúpido y lisiado. Ljubljana, una serpiente

sonora, que te abraza con suavidad, con ternura, despacio,

y te falta el aire y no puedes librarte de ella, siempre

va contigo, te persigue a rastras, tan colorida,

inocua. ¡Venga, desaparece, húndete en el pantano,

regresa al lodo para siempre,

sálvanos!


(texto tomado del sitio "rima interna", de Martín López-Vega, traducción de Marjeta Drobnic.)

jueves, 12 de diciembre de 2013

Juan José Macías (1960 )

Nupcias

                                                El vino aclara la mirada            
                                                          y agudiza el oído.
                                                       Charles Baudelaire

Porque no querrías imaginarte la primera accesión genital
de la recién casada,
te establecerás esta noche en tu regio oratorio,
y escucharás romanzas del siglo XIX,
y soñarás con  las ancestras damas que abrigaban
con escapularios los pechos nutritivos.

Providente, busca y conserva. Tendrá su boda
la piel de azucena, la del himen seguro,
y concederá al padre el primer vals. -Él
que tiene por liturgia deslizar en la oreja de los hijos
un profundo proverbio,
entregará a la novia envuelta en muselina.

Esta noche, y no otra,
se dará carne de cerdo a los maltrechos caminantes,
y se pondrán a remojar en vino
los más obscenos pensamientos. Habrá música. Y el novio,
buen jumento por lo que atañe al sexo,
pondrá a prueba sus virtudes ingénitas
de ambidiestro deshollinador de oráculos.

Alguien caminará entretanto por la arena de plata
de los sueños lunares. Alguien temerá por un momento
los diablos consejos de las viudas. Alguien, también,
callará la antigua costumbre del derecho de pernada,
y tal vez espere a que el esposo ausente.

Providente, recoge y atesora: hallarás algo acaso,
un guarismo digamos, un designio,
confundido con la primera micción cargada
de esputos conyugales de la novia, y la delgada orina de la virgen.


(texto tomado de Juan José Macías: poeta, José Arturo Burciaga Campos, Taberna Libraria Editores, México, 2013.)

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Juan Manuel Roca (1946 )

Arenga en el país incierto

Vengo a dcir que tenemos por nación la lejanía. A nombrar talón en casa de Aquiles, pleamar en la casa del ahogado, caballo de madera en la Troya del sueño.

MI cabeza porta un gorro como Rembrandt aunque el gorro de Rembrandt haya tenido una mejor cabeza. Digo que se agota la eternidad en los salones y rugen hambre y olvido como el tigre de Blake.

Las calles duermen bajo lunas distintas y sólo las cruzan los cantantes clandestinos.

El señor K. es juzgado en mi país por pregonar el sueño y el de la larga figura por hacer pastar a Rocinante en zonas de riesgo. Y los poetastros. ¡Ah!, los poetastros se tratan con dignidades de Cónsul mientras afilan su lengua como la espada del Cid.

Vengo a decir que la muerte envuelve al país en piel de asno, y el alba tiene manchas rojas en su camisa blanca.

                                                                                                        Para Stefania Mosca

(texto tomado de Lugar de apariciones, antología personal 1973-2007, ediciones Aurora, 2a.ed., Premio José Lezama Lima 2007, Casa de las Américas, Colombia, 2007.)

martes, 10 de diciembre de 2013

Erica Jong (1942 )

La profesora


La profesora está frente a la clase.

Habla de Chaucer.

Pero a los alumnos no les apetece Chaucer.

Quieren devorarla a ella.

Le comen las rodillas,

los dedos de los pies,

los brazos, los ojos

 y escupen sus palabras.

¿Para qué quieren las palabras?

¡Quieren una auténtica clase!

Está desnuda ante ellos.

Hay salmos escritos en sus muslos.

Cuando anda, los sonetos se parten en octavas y sextetos.

Las estrofas encajan cuando sus dedos juguetean nerviosos con la tiza.

Pero las palabras no la visten.

La poesía ya no la puede salvar.

No hay volumen lo bastante grande donde esconderse.

Ni el diccionario Webster no resumido, ni el Oxford.

Los alumnos son estúpidos.

Quieren una clase.

Una vez pudieron haber conseguido vida

agarrándola por el cogote en una estrofa perfecta.

Pero ahora necesitan sangre.

Han dejado a Chaucer en paz y han comido a la profesora.

Ahora la profesora se ha ido.

No queda nada sino una página impresa.

A la profesora no se la puede ayudar.

Puede que sea parte de sus alumnos.

(No se pregunte cómo)

Cómase este poema.
 
(texto tomado del sitio "emma gunst", trad. Mariano Antolín Rato.)

lunes, 9 de diciembre de 2013

Edna St. Vicent Millay (1892/1950 )

El amor no lo es todo...


El amor no lo es todo: no es comida ni bebida
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida.
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.


(texto tomado del blog "otra iglesia es imposible", traducción de Eduardo Conde.)

domingo, 8 de diciembre de 2013

LAS CENIZAS DE SEVERINO SALAZAR

7:55 A. M.
La niebla ha cubierto la ciudad. Acampa con su vaho sinuoso y repentino como quien busca posesionarse de espejos, lagos y estanques. Detrás de los cristales sudados los cuerpos han cobrado movimiento: quieren contrarrestar las bajas temperaturas con bebidas humeantes. La maleta de viaje ha sido cerrada. Los guantes, las llaves, los obturadores, las persianas, la bufanda, la puerta, la billetera, el celular, las vitaminas, los pañuelos desechables, el cuaderno de viaje. Todo ha sido corroborado, guardado y verificado. Nos alejamos de la niebla que ha invadido la ciudad, nuestro cuerpo, la madrugada.

10:05 A. M.
Hace ocho años tus cenizas cupieron en una urna de madera fina y ahí los tuyos depositaron quejas oraciones y conjuros para demorar la partida. Conforme a tus indicaciones una parte de esos rescoldos fueron llevados al mausoleo familiar, otra al potrero en que fuiste feliz y el resto, señalaste, estaría en tu obra póstuma, que hoy conoce la luz pública. Pero he aquí que nadie te recuerda. A la cita acudieron sombras y vagas presencias.

12:45 P. M.
De pronto te percatas que has fallecido por segunda vez. Eres parte de un guión que nunca nadie leyó, un argumento del que nadie se hizo cargo. Una trama estúpida del lado que se le vea. De repente te viene a la memoria tu última etapa en hospitales, en salas de emergencia, tú en calidad de pasajero en una ambulancia cualquier tarde de domingo o día de asueto; era el compás de espera que empezaba a ahogarse pues el responsable de suministrarte la droga contra el dolor, había desaparecido. Fue entonces que alguien te extendió la piadosa bolsa de polietileno para acabar de una buena vez con ese dolor recurrente; y una y otra y otra vez dijiste "No quiero", hacías a un lado el regalo siniestro. Maldita suerte la de los creyentes, maldita religión que te condenó a beber hasta las heces tu cáliz: el libreto concebido por un imbécil. Así tenía que suceder, te dices, como  las historias dramatizadas en la radio bajo el patrocinio de jabones de tocador y la brillantina perfumada que te aplicaba el peluquero luego de cepillarte los pelos de hombros y orejas, de aplicar la dosis de alcohol en los alrededores de la nuca; antes de sacudir la manta (como quien espanta los malos espíritus).Cada cinco sábados te llevaban con Román el peluquero al corte, oficio del que aprendiste cómo se afila la navaja en el trozo de cuero de res curtido; cómo se oyen las tijeras cuando pasaban cerca de las orejas; cómo te erizaba la piel la máquina desgastada al correr por el epicentro de la nuca. Todavía tus cenizas en la urna sienten la brocha enjabonada y tibia cuando pasaba como una caricia, ahí, donde un día te sumergieron en el agua; otro día al plantarte alguien una pedrada certera; y otro día más las yemas de una mano que te atrajeron al precipicio.

16:05
Tú sabes que no volverás, sabes que los restos esparcidos un día ventoso en las veredas de infantes se perdieron entre las breñas y huizaches, en la corriente de agua que en verano bajaba de la Sierra Madre. Hace ocho años que no baja sin sangre, desde aquel entonces en que era posible caminar de madrugada en los alrededores de catedral, envuelto en gabán, o con un sarape, o una chamarra de cuello de borrega. Con lo que tuvieras a la mano. Pero aquel montón de cenizas fue volcado en tres partes; la que se esparció aquí cerca con el viento fue a dar "en casa de la chingada", abierta las 24 horas del día.

21:57
Para no perder la costumbre, te has lavado la boca con bicarbonato de sodio y gotas de limón. Los labios encallados en maldiciones no articuladas ni proferidas guardan en las comisuras el poema que nunca escribiste en endecasílabos; tu pluma en cambio alimentó el alejandrino emboscado en prosa, en largas tiradas y aliento sostenido para escribir aquella historia de los amantes secretos, llevados al fin al tribunal del Santo Oficio. Concluido el aseo vas al lecho y abres el libro de lectura suspendida la noche anterior. Lo abres y lees al tiempo que de un punto indefinido de la habitación se alza el sonido de cantos gregorianos. Es un modular Aiwa.

13:02
Al café Madoka ya no vienen ni tus amigos vivos ni tus amigos muertos. Si acaso, por las tardes de lunes a viernes ves en las mesas del fondo, en las mesas de Damas Chinas, Dominó y Serpientes y Escaleras, a un rezagado de la camada del escritor Agustín Yáñez, pero ninguno que se acerque a la generación de Fernando del Paso. Como individuo eras lúdico y mitómano, como autor expropiaste historias de otros para darles una decantada, un giro trágico, una pulida que no siempre resultó impecable. Pese a todo, esperaste el momento oportuno para elaborar la trama del panadero repartidor en bicicleta (como la película de Pedro Infante), de un pueblo a otro y casi de madrugada, quien terminaría sus días enfermo de diabetes. "El pan dulce", te sugirió alguien como título. Pero no lo concluiste. Recuerda también que, de entrada, quisiste donar tus libreros personales a una biblioteca que ya tenía catalogadas todas tus existencias. Excepto aquellos tomos adquiridos en el extranjero, mientras hacías una especialidad en literatura gaélica o mientras tomabas un año sabático. Pero esos tomos los heredaste a tus deudos.

23:24
Me dicen que tu vocación, además de la docencia y la escritura, fue la publicación en editoriales prácticamente artesanales, pequeñas, al margen de las grandes firmas trasnacionales: Katún, Leega Literaria y tres universitarias, que jamás usufructuaste una beca ni fuiste distinguido con un premio importante -de los predestinados a los elegidos-; sé también de buena fuente que en la presentación de tu obra reunida no fueron convocados algunos de aquellos que tuvieron que ver contigo en el quehacer editorial, antes y después de tu ausencia: el doctor Antonio Marquet, colega universitario, y Braulio Peralta, por cuya voluntad aparecieron dos obras tuyas en la editorial Grijalbo, "El imperio de las flores" y la segunda edición de "Donde deben estar las catedrales". Pero se desconoce el agradecimiento que le guardaste a Raúl Hernández Viveros para la inclusión de "Las aguas derramadas" en la Universidad Veracruzana (UV) y a Marco Antonio Jiménez por la publicación de "El mundo es un lugar extraño" y "Desiertos intactos"; y al editor y escritor Marcial Fernández por la primera edición de "Mecanismos de luz y otras iluminaciones", cuando ya te había "tocado" la enfermedad.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Eugenio Montale, poeta

La crianza

Fuimos criados como pollos
en el Forward Institute
no cual patos salvajes o aguiluchos
como lo requería nuestro
imaginario destino.
¡Y asentimos en coro entonando la marcha
En avant Fanfan-la-Tulipe!

Así
justo es morir por una causa injusta.
Aquel que pidiera una pausa
en la mortandad sería un traidor.
Y es aquí donde lo ridículo se mezcla
con el horror.


 (texto tomado del blog "otra iglesia es imposible", traducción de Fabio Morábito )

viernes, 6 de diciembre de 2013

Robert Walser (1878/1956 )

El ángel

Un ángel así hace bien al aguardar a que le digan que necesitan de él. Esto tarda a veces más de lo que él sospecha, pero el caso es que también deberá moderarse , no ha de pensar que es insustituible. No me gustaría ser aquel a quien he convertido en ángel. Lo endiosé para no encontrármelo  más en ningún sitio, para que permanezca inmutable como una imagen y yo pueda dirigirle siempre la mirada, según mis necesidades y deseos, cobrando ánimos al verlo. Me da casi lástima, creyó que yo tendría curiosidad y me iría tras él, mientras que prácticamente lo tengo en el bolsillo, o como una cinta en la frente. Yo ya no voy hacia él, su valor me circunda, me veo bañado en su luz. Quien ha sido capaz de dar, también ha sabido recibir. Ambas cosas hay que practicarlas. Él surgió de la compasión, pero puede ocurrir que yo, el suplicante, juegue con él. Duda y tiene miedo. A ratos soy creyente, y a ratos incrédulo, y él debe aguantarlo, el muy querido.


(relato tomado de La rosa, ed. Siruela, col. Libros del Tiempo, Madrid, 1998, trad. Juan José del Solar.)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Fernando Pessoa, poeta

XLIX


Me meto adentro, y cierro la ventana.
Traen el candelabro y dan las buenas noches.
Y mi voz contenta da las buenas noches.
Ojalá mi vida sea siempre esto:
el día lleno de sol, o suave de lluvia,
o tempestuoso como si se acabara el Mundo.
La tarde suave y las cuadrillas que pasan.
Miradas con interés desde la ventana,
la última ojeada amiga al sosiego de los árboles.
Y después, cerrada la ventana, el candelabro encendido,
sin leer nada, ni pensar en nada, ni dormir,
sentir la vida correr en mí como un río por su lecho.
Y allá fuera un gran silencio como un dios que duerme.


(texto tomado del blog "el poeta ocasional", traducción de Rodolfo Alonso) 

martes, 3 de diciembre de 2013

Juan Manuel Roca (1946 )

Biblioteca de ciegos

Absortos, en sus mesas de caoba,
Algunos ciegos recorren como a un piano
Los libros, blancos libros que describen
Las flores Braille de remoto perfume,
La noche táctil que acaricia sus dedos,
Las crines de un potro entre los juncos.
Un desbande de palabras entra por las manos
Y hace un dulce viaje hasta el oído.
Inclinados sobre la nieve de papel
Como oyendo galopar el silencio
O casi asomados al asombro, acarician la palabra
Como un instrumento musical.
Cae la tarde del otro lado del espejo
Y en la silenciosa biblioteca
Los pasos de la noche traen rumores de leyenda,
Rumores que llegan hasta orillas del libro.
De regreso del asombro
Aún vibran palabras en sus dedos memoriosos.


(texto tomado de Lugar de apariciones, antología personal 1973/2007, ed. Aurora, Colombia, 2007.)

lunes, 2 de diciembre de 2013

María Montero Zeledón (1970 )

Itinerario
Iba hacia España
y llegué a Cuba.

Iba hacia Jorge
y llegué a Juan.

Iba hacia las letras
y llegué al embarazo.

Iba a dormir
pero aquí estoy.

Reconozco que entre mis virtudes
nunca se destacó la puntería.
(texto tomado del sitio "emma gunst")

domingo, 1 de diciembre de 2013

Dante Gabriel Rosetti (1828/1882 )

Luz repentina

Yo estuve aquí antes,
pero no puedo decir ni cuándo ni cómo:
conozco el prado del otro lado de la puerta,
el aroma dulce e intenso,
el sonido susurrante, las luces a lo largo de la costa.
Has sido mía antes −
No puedo saber hace cuánto:
Pero hace un momento cuando remontó vuelo esa golondrina
y giraste tu cuello de esa forma,
cayó algún velo − lo supe todo, lo reconocí.
¿Ha sido esto antes así?
¿Y entonces no será que el vuelo arremolinado del tiempo
restaura con nuestras vidas nuestro amor
a pesar de la muerte,
y el día y la noche nos dan este deleite una vez más?

Entonces, ahora − ¡por ventura otra vez!...
¡Alrededor de mis ojos tiembla tu pelo!
¿No volveremos a estar como estamos ahora, acostados
y así, en nombre del amor,
dormir, y despertar, y no romper nunca la cadena?


(texto tomado del sitio "otra iglesia es imposible", versión de Inés Garland.)