viernes, 31 de julio de 2020

Óscar Hahn (1938 )

Parque de entretenciones




La Tierra había llegado a rotar
a la velocidad precisa
Ni un segundo más rápido
ni un segundo más lento
pero no estábamos conformes
y la hacíamos girar
como si estuviéramos en una
de esas ruedas descomunales
que dan vueltas y vueltas
en los parques de entretenciones
mientras se escuchan los gritos
y las risas nerviosas
de los que suben y bajan
de sus asientos colgantes
Pero nosotros no íbamos
a salir de este parque
porque el planeta seguía
girando y girando
y lo que venía era la última vuelta
lo que venía era la última vuelta
y no podríamos bajarnos.



("estación quilmes")

jueves, 30 de julio de 2020

Antonio Marín Albalate (1955 )

Blues del cortaúñas 

Recortando tristeza de mis uñas,
oigo el llanto de la bestia
pidiéndome, por piedad,
que te olvide.

("zenda libros")

miércoles, 29 de julio de 2020

Safo (625 aC/570 aC )

Poema



La luna y las Pléyades se han puesto,
la noche está por acabarse
y el tiempo sigue su marcha.
Yazco en mi lecho, a solas.



("el flautista en el pozo", ch. simic)

martes, 28 de julio de 2020

José Javier Villarreal (1959 )


Esa tarde, en Baja California, en Ensenada,

 

compré Un drama de caza, de Antón Chéjov; antes

había recorrido la “ruta del vino”,

había visitado el Museo del vino, había preguntado,

en Valle de Guadalupe, por el horario del restaurante;

había visto, a través de una ventana, fotografías

de familias rusas, hombres viejos, mujeres con pañoleta.

Había un sinnúmero de objetos, ahora inservibles,

fuera ya –distantes- de la órbita de su uso cotidiano,

abandonados por la luz de una vida que ya no era la suya.

Un samovar, una hornilla, herramientas de labranza.

Esa tarde, en una librería de Educal, compré la novela

Un drama de caza, de Antón Chéjov; también había comido

en los lugares recomendados

los platos recomendados.

Esa noche, en el hotel Posada del rey comencé la lectura.

Inmediatamente me encontré con una geografía

que no tenía que ver conmigo,

los personajes eran otros, las distancias y lagos

eran otros;

la magia de Chéjov se cumplía, lo que estaba,

lo que se podía tocar, se difuminaba,

otro mundo se iba apoderando de este mundo.

El Museo de Guadalupe, el restorán, la “ruta del vino”,

iban quedando muy lejos. El mar se hacía a un lado

y los bosques aparecían; aparecía un bochorno y una humedad

que sólo habitaban en la novela; Ensenada

le era indiferente.

A pesar de la trama la urgencia por buscar una farmacia

se impuso.

Salí de la habitación con un chaleco y un saco, eran

mis únicos abrigos ante el frío de la noche.

La calle principal estaba vacía, las tiendas y joyerías

cerradas,

algunos bares que agonizaban y una noche

que no correspondía con otras,

mucho tiempo atrás, caminadas en Ensenada.

Finalmente encontré una farmacia y compré las pastillas

y el agua que calmarían mi acidez.

El frío se hizo tolerable, el mar se adivinaba.

Caminaba de regreso por una calle que siendo la misma

era otra.

El tiempo había pasado, muchas cosas habían pasado,

otras estaban sucediendo y yo caminaba de regreso

con mis pastillas y mis botellas de agua.

El frío no me recordaba nada, la novela de Chéjov

(que éste escribió a los 24 años y que decidió

su carrera literaria)

empezaba a confundirse con mi historia,

con esas dudas y deseos, con esa inquietud

que me llevaba a transformarlo todo,

a habitar un mundo que sólo yo me sé, o creo saber;

a quedarme detenido cuando debo avanzar.

El mar está ahí y la ciudad también. Esta caminata

no termina, se prolonga, pero no me cansa.

He vuelto tantas veces al hotel y, otras tantas, he salido

a buscar una farmacia.

He comenzado la novela, pero no avanzo;

he creído estar donde he creído estar, pero nunca

con una completa seguridad. Esta tarde, en Baja California,

en Ensenada, compré una novela, Un drama de caza,

de Antón Chéjov,

visité los lugares que era obligado visitar,

comí los platillos que me fueron recomendados,

me hospedé en la Posada del rey y salí de noche

a buscar una farmacia

donde comprar agua y algún medicamento para calmar

mi acidez.

Sigo caminando por esa calle que me debe ser tan familiar,

sigo siendo quien soy y la gente me saluda por mi nombre,

sigo pagando mis pastillas y mis botellas de agua,

sigo caminando con mi chaleco y mi saco, y el mar está ahí,

la novela sobre la cómoda, los transeúntes

cada vez más escasos

y yo sintiendo este frío, esta realidad de buscarte

y no encontrarte.

 

("altazor")


lunes, 27 de julio de 2020

Jorge Campos (1987 )

Monumento a mi inquisición



Lo cierto es que nunca quise

ni quiero soñarte perfecto.

Me gustan los templos en ruinas,

las murallas agrietadas,

las criptas que nadie visita

y el lento desenfreno de las hierbas.

Te prefiero así, remoto y abstraído,

como la esperanza nocturna

que muere antes de tocar la luz.

Potro de mis torturas,

horquilla de mis miedos.

Te prefiero así,

invencible en el rodeo de bestia salvaje

huyendo de la soga que doma,

para luego despenarme fiero contra la puntilla

que de una estocada acorte

mi impostergable fin.



Debajo de una piedra están escritos nuestros nombres



Así entregamos a la tierra lo que le pertenece:

sexo brutal sobre hongos que lavan nuestros espíritus libres.

Debajo de la piedra volví a buscarte,

pero ya no están nuestros cuerpos.

Sólo quedan las cenizas de nuestros miedos,

los escombros de nuestro sexo en la barricada,

hongos que quemaron nuestros labios,

y un cielo trastocado que no volvió a la luz.

Sólo queda la piedra que perdura más que nuestros nombres,

más de lo que nosotros mismos y nuestros sueños perduraron.



domingo, 26 de julio de 2020

Uriel Martínez (1950 )

           
                                                                      foto: 24 horas



Fase 3 (parte 15)


Me pregunto, en este mediodía soleado,
si habrá para mí, llegado el momento, la boca abierta,
sedienta de mí, una fosa pospandemia;

me indago, después de beberme un vaso
de agua de limón y sal, si llegado aquél
trance, habrá para mí un cajón, una lápida
o nada. Sólo una cajita de madera;

me cuestiono, mientras el tren anuncia su paso
por mi barrio -con el pitido que hace huir
a roedores y alimañas-, si alguien avisará
a mis viudas qué color es el del luto.

Me respondo, sin interlocutor posible,
que si sobreviví al siglo pasado y sus
pandemias, enfermedades, hambrunas
y pestes; incluso a tus desplantes,
cómo carajos no veré germinar
la avena, el maíz y el jardín sembrado
el pasado invierno.



Vivo en esta ciudad, en este país despoblado,
avergonzado por sus propios fantasmas,
confinado a cuatro paredes hurañas.

Vivo en cuartos vacíos.
En habitaciones que a ratos se encogen
expulsando todo aquello
que hasta ayer me acompañaba.

                                            arturo gutiérrez plaza

El foco

1.

Aunque todavía no anochece me levanto a encender la lámpara del estudio-biblioteca-comedor-cocina-prisión. No debo ahorrar kilovatios si ya tengo el tacto de los ciegos. Al oprimir el botón para que la luz artificial se haga, la bombilla lanza el último suspiro: se apaga; ya dio de sí lo que tenía que darme. Y de nada vale salir al balcón a pedir auxilio: en la alacena encuentro la última bombilla que no es del tamaño requerido: su redondez es inferior a las tenazas de la capucha que corona la lámpara. Al regresar al lugar de trabajo en casa me percato que ahora la iluminación es de quinqué de una ranchería rural y distante del paisaje urbano, del aparador, de la vitrina de repostería. Me pregunto: ¿esta iluminación influirá en mi estados de ánimo? Si así sucede, esperaré a que caiga en mi imaginario una trama rural; una historia en que el protagonista se llame Tío Vania, que guarda una pistola en el baúl debajo de la cama; aunque bien pensado, podría urdirse un conflicto en que el hijo carga al padre sobre los hombros, la travesía es incierta pues el padre enfermo -con todos los síntomas de una enfermedad inexorable, producto de un virus desconocido-, desde la altura superior al hijo que lo carga, no vislumbra en la distancia ninguna luz que indique la cercanía o lejanía del pueblo en donde puedan hallar un médico que lo atienda. Tampoco se aprecia ningún mugido de algún establo donde reposar, ni el relincho de algún caballo con una fuerza superior a los dos extraviados en tránsito, ni un inicio de diálogo entre dos perros que avisen de la llegada de forasteros. Ni siquiera un quiquiriquí de gallo que anuncie la pronta aparición de la madrugada. Ya ni los pasos agotados del hijo que traslada al padre se escuchan, amortiguados por la luz de la luna nueva.

2.

Aquí muere el día fuera de horario. Y aunque las funerarias lucen vacías y los deudos concurren numerosos, pocos acompaña al cuerpo sin vida al cementerio. Hay un aliento sombrío que permanece en el entorno, hay la ausencia de vida en el rostro de los menores que viajan con su familia en auto pero con los cristales cerrados. El viajero en su encierro polariza la visión del extraño que pretende, así sea inconscientemente, escrutar más allá del reflejo solar en ventanillas y espejos retrovisores. Los sujetos están más ajenos de lo que aparenta la ciudad y la silueta sombría del que va o regresa. La ciudad se mueve, camina con desaliento como un organismo cargado de presagios, aunque hay movimiento no hay vida. Algo perdió la ciudad, algo perdimos todos. Quizá un día haya una definición de aquella parte amputada, de aquellos labios que ya no están, de aquellos dedos un día cuajados de promesas.


Pandemia

cuando pase la Pandemia
me habrás olvidado;

cuando acabe esta pesadilla
hasta tu nombre se me habrá borrado;

cuando me avisen que ya puedo
embarcarme en la vida; no sé

ni sabré a dónde dirigir
mis pasos cansinos;

mis manos ciegas,
la ropa y las hilachas de siempre;

cuando pase la Pandemia
habré sanado de ti y de mí.



Dogville, julio 2020





sábado, 25 de julio de 2020

Kostas Karyotakis (1896/1928 )


Tumbas



Eleni S. Lamari. 1878-1912
Poeta y músico.
Murió con el más horrible dolor en su cuerpo
y la paz más grande en su alma.

Cementerio de Atenas

¡Cuánto sosiego reina en este sitio!
Como si ellas, las tumbas, también sonrieran
mientras los muertos hablan con mayúsculas
calladamente, profundos en lo oscuro.

De allí quieren subir a nuestro corazón
y aplacarlo con palabras simples.
Pero su queja, o cuanto ellos digan
─tan lejos se marcharon─, ya es inútil.

Eso es todo, dos tablones cruzados
para Martzokis, Y para Basilides
un gran libro de piedra.

Y una placa en la hierba, medio oculta
─así, ahora, la representa el Hades─,
para Lamari, una poeta olvidada.



("trianarts", traducciòn juan manuel macías)

viernes, 24 de julio de 2020

Louise Glûck (1943 )

Quemar hojas



No lejos de la casa y el establo
el labrador está quemando hojas muertas.
No es que se esfuman voluntariamente
hay que empujarlas un poquito
como el granjero que cada año azuza las hojas
hasta que largan olor a humo.
Y por una hora más o menos, están muy animadas,
y arden como algo vivo.
Cuando el humo se va, la casa está segura.
Una mujer está en el fondo
doblando ropa seca para un cesto de mimbre.
Termina, así, hasta el año próximo,
la muerte haciendo lugar para la vida,
todo el lugar posible,
pero quemar la casa sería demasiado.
Atardecer. Al otro lado del camino,
el labrador está barriendo la ceniza fría.
En ocasiones algunas escapan, vuelan inofensivas en el viento.
Después el aire vuelve a estar quieto.
Donde hubo fuego, queda tierra desnuda cercada por rocas.
Sin nada entre la tierra y la oscuridad.



("poesiacontraelasilamiento", trad. eugenia santana goitia)

jueves, 23 de julio de 2020

Alfredo Fressia (1948 )

Retrato



Mira el espejo en la vidriera
y todo se refleja menos él.
Se refleja su cuerpo, ve
sus ojos, con ojeras, ve
su ropa, puesta con cuidado,
ve que aprendió finalmente
que el mundo es de los otros,
cuidadosamente de los otros, con ojeras
de los otros y esta calle y la Patria
y las reglas de este enfermo,
este suspecto hijo de nadie, este
anónimo en la calle y en la vida
de los otros que no miran
el espejo en que él se mira
entero y está ausente.



("noticias extranjeras", pdf)

miércoles, 22 de julio de 2020

Arturo Gutiérrez Plaza (1962)



                                                                  foto: martha viaña pulido




Trastiempo

                                     a la memoria de eugenio montejo

Ayer caminaré por la noche
que terminó sobre esta línea.
Me detendré cuando sentí
que no fue un abismo
sino un puente colgante
sobre puntos suspensivos.
Hacia atrás avanzaré
persiguiendo una sombra,
tal vez la que seré, la que fue mía.
Al iniciarse la oscuridad
arribaré al momento
que entreveré antes.
En lo alto del crepúsculo
bajaré hasta la cima
de este poema que comenzaré

sobre esta línea, poco antes de partir.


La espera

                                             si bien en lontananza aún te acecho
                                                                       carlos germán belli

Aunque no me alcances
te esperaré.
Aunque no puedas,
después o antes,
evadiré a los verdugos,
usaré sus capuchas,
cortaré con mi hacha
en el sitio indicado
(un trazo limpio y sin dolor).

No tardaré en aprender mi oficio.

Pero tal vez no,
tal vez tarde, tal vez nunca.
En todo caso lejos de aquí.
Quizás antes o después,
he de arrepentirme
y entonces como un ave cetrera
entrenada para herir y matar
dejaré mi capirote y volaré alto
hasta alcanzarte y hacerte mi presa,
lejos de cuerpos malogrados y cadalsos.



("aurora boreal")

martes, 21 de julio de 2020

David Huerta (1949 )

Raúl Zurita



El amor de la madre no
La inmaculada roca de Dios no
El agua satánica del Purgatorio no
El cielo de la mañana no
El hilo de la genealogía no
El viento azul de la locura no

Qué entonces  Raúl  qué entonces
Un desierto   Una blancura
Una cicatriz en la mejilla

Qué entonces Zurita
La poesía de Rojas
Los cuadros de Matta
                          Acaso

Tu propio canto
Y el amor de Chile
Las que bailan la cueca

Nosotros sí entonces
Nada sino un aura en el abismo
Nada sino la sombra de un ciego
El humo de un cigarrillo
El Cajón del Maipo y sus águilas

Una vez más
         Gustavo
                 Las alamedas
Una vez más el amor de Chile
Raúl
                                        Raúl Zurita



("la jornada semanal", no.26, 10 de diciembre de 1989)

lunes, 20 de julio de 2020

Emil Cioran (1911/1995 )


                                                                        foto: el cultural




a


Ayer, a bordo del tren que me llevaba de Compiègne a París. Frente a mí, una joven (¿19 años?) y un joven. Trato de combatir el interés que tomo por la joven, por su encanto, y, para lograrlo, la imagino muerta, se estado de cadáver avanzado, sus ojos, sus mejillas, su nariz, sus labios, todo en plena putrefacción. Nada fue eficaz. El encanto que ella desprendía seguía actuando sobre mí. Tal es el encanto de la vida.


b


Sin el tedio no habría tenido identidad. Es por él, a causa de él, que me fue otorgado conocerme. Jamás lo hubiera probado, lo ignoraría totalmente, no sabría quién soy. El tedio es el encuentro con uno mismo -a través de la percepción de la nulidad de sí mismo.


c


Para mí, escribir es vengarme. Vengarme del mundo, de mí. Más o menos todo lo que escribí fue el producto de una venganza. Por consiguiente, un alivio. Si la venganza desapareciera por milagro,,la casi totalidad de los hombre caerían presa de enfermedades mentales desconocidas hasta ahora. La salud consiste para mí en la agresión. No temo a nada más que al hundimiento en la calma. El ataque forma parte de las condiciones de mi equilibrio.



("la jornada semanal". no. 246, 21 noviembre 1999, trad. silvia eugenia castillero)

domingo, 19 de julio de 2020

Uriel Martínez (1950 )





Fase 3 (parte 14 )



Todo es relativo, me dice ella. Ya no se sabe, con tanta cifra maquillada, la situación real. Sintetiza: todo es relativo. "Nadie, ni Dios, sabe cuántos infectados hay, cuántos muertos", le respondo. Luego veo que ella, mi amiga, baja la cabeza, guarda silencio hasta que suelta el llanto.

Al día siguiente las autoridades sanitarias anuncian que regresamos al semáforo rojo: cunde con fuerza la pandemia en Dogville, se multiplican muertes y contagios. Escasean camas y fosas.


                                                                                                                               Dogville, julio 2020

sábado, 18 de julio de 2020

Gloria Gervitz (1943 )

Leteo

(fragmento)


¿con qué puedo retenerte bajo qué tardes

desde la vieja casa (hoy convertida en restaurante)
con sus baldosas desteñidas de piedra y arena vistos hace ya tantos años?

el día es apenas un hábito
desciendo las gradas que van hacia el Leteo

           no te hablo desde el recuerdo
te hablo aquí y ahora

los sueños aletean como una paloma ciega
los cables se llenan de musgo

               ¿me dejarás algún día a solas conmigo?
deja que llegue la mañana déjame la monotonía de mi vida
déjame ir con los ojos cerrados para no verte
para que no me reconozcas
lléname de lágrimas para que pueda llorarte
levántame de mi sueño
me desharé en los trapos con que tú me recogerás
tocaré tu lucidez y la resaca de este día
te lameré las manos como un animal
                                                          mírame
                                                                        no te desvanezcas

a las siete de la tarde llegan los pájaros a las ramas altas
del chopo y cercan la luz.



("la jornada semanal", no. 26, 10 de diciembre 1989)

viernes, 17 de julio de 2020

Ocean Vuong (1988 )

Telémaco



Como todo buen hijo, rescato a mi papá
del agua, lo arrastro del pelo
por la arena blanca, sus nudillos abren un surco
que las olas se apuran en borrar. Porque la ciudad
del otro lado de la costa ya no está
donde la dejamos. Porque la catedral
bombardeada ahora es una catedral
de árboles. Me arrodillo a su lado para ver cuánto
me podría hundir. ¿Sabés quién soy,
Ba? Pero la respuesta no llega nunca. La respuesta
es el agujero de bala que tiene en la espalda, lleno
de agua de mar. Está tan quieto que pienso
que podría ser el padre de cualquiera, al que encuentran
como podría aparecer ante los pies de un chico
una botella verde que contiene un año.
que nunca tocó. Le toco
las orejas. No pasa nada. Lo doy
vuelta. Para hacerle frente. A la catedral
de sus ojos negros como el mar. A la cara
que no es la mía, pero que voy a poner
para darles a todos mis amantes el beso de las buenas
noches:
la manera en que cierro los labios de papá
con los míos & emprendo
la fiel labor del que se ahoga.



("hablar de poesía", trad. ezequiel zaidenwerg)

jueves, 16 de julio de 2020

Armando Rojas Guardia (1949/2020 )

                                                                               foto: la isla inquieta





Quebrada de la Virgen

(fragmentos)


1


Fray Angélico pintaba
a Jesús y a la Madona
de rodillas.
                    ¿Qué daría
yo, minúsculo
monje laico, fraile menor
de alguna Orden extinta
por prosternarme ahora
que intento describir
este olor inocente de la tierra,
la redonda castidad
que perfuma hoy este mundo
donde hasta el ruido torpe del camión,
el canto lejanísimo del gallo
e incluso el sudor, feliz,
de mis axilas
                        se confunden
en un aroma hímnico, en la antífona solar

que entona el aire virgen?


8


Me despierta Tu olor entre las sábanas.
Vengo junto a Ti, que te me expandes
en la carne agradecida, con ímpetu solar.

Digo Junto a ti. Vuelvo a decirlo.
Y para algunos, poquísimos amigos
es hoy este rubor confidencial:
                                                        nadie sabe

que, a Tu sombra, gusto vivo,
el ápice frutal de mi deseo sabe intacto,
anterior al paladar de su lenguaje,
como aquella manzana de Cezanne
exacta sobre el fondo. Sin gusano.



("la isla inquieta")

miércoles, 15 de julio de 2020

W. H. Auden (1907/1973 )

Museé des Beaux Arts



Sobre el sufrimiento no se equivocaron
los Viejos Maestros; qué bien comprendieron
su sitio específico; lo que ocurre
mientras alguien come, abre una ventana
     o camina al azar;
cómo, mientras con reverencia apasionada,
los ancianos esperan el parto milagroso, habrá
siempre niños, no muy interesados en lo que pasa,
patinando en un estanque a la orilla del bosque;
ellos nunca olvidaron
que ni siquiera el terrible martirio interrumpe
de algún modo su curso en una esquina, en un lugar
                                                                       (astroso
donde los perros llevan vida de perros
y el caballo del torturador
frota contra un árbol su trasero inocente.
El Ícaro de Brueghel, por ejemplo; allí, sin
                                                               (preocuparse,
todo se aleja del desastre; el labrador
quizá oyó la caída en el agua y el grito de abandono,
pero no le importó ese fracaso; en pos de su deber,
el sol brilló sobre las piernas blancas
que se hundían entre las aguas verdes; y el barco
caro y frágil miró la maravilla
-un niño que se precipitaba desde el cielo-
pero tenía una cita y navegó con calma.



("revista de la universidad autónoma del estado de méxico", no.3, nueva época, julio-septiembre 1984, toluca, versión carlos monsiváis)

martes, 14 de julio de 2020

Juan Ramón Jiménez (1888/1958 )

El viaje definitivo



Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.



("trianarts")

lunes, 13 de julio de 2020

Claudio Bertoni (1947 )

El resplandor


La
verdad
existe
pero se desplaza. La
verdad por otra
parte no es un objeto
es una relación. Es como
un resplandor que se desplaza
sobre los objetos, sobre la geografía
sobre la columna vertebral
de las cosas.
Y es la relación de las hebras en
un tejido la que produce el resplandor.

 Las cosas verdaderamente vistas y sentidas


Extienden su propia alfombra
dibujan su propio sendero
derraman su propia leche
pintan su propia pieza
abren su propia boca
extienden su propia ola
caminan su propio patio
moderan su propia ira
sudan su propia ira.

El mundo exterior

El mundo exterior
es una irresponsable
ola de gozo extendiéndose
como la sombra de una lechuga
descomunal sobre la arena.


Para una amiga que intentó quitarse la vida


Me gustaría ser un nido si fueras un pájaro
me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío
si fueras música yo sería un oído
si fueras agua yo sería un vaso
si fueras luz yo sería un ojo
si fueras pie yo sería un calcetín
si fueras el mar yo sería una playa
y si fueras todavía el mar yo sería un pez
y nadaría por ti
y si fueras el mar yo sería sal
y si yo fuera sal
tú serías una lechuga
una palta o al menos un huevo frito
y si tú fueras un huevo frito
yo sería un pedazo de pan
y si yo fuera un pedazo de pan
tú serías mantequilla o mermelada
y si tú fueras mermelada
yo sería el durazno de la mermelada
y si yo fuera un durazno
tú serías un árbol
y si tú fueras un árbol
yo sería tu savia y correría
por los brazos como sangre
y si yo fuera sangre
viviría en tu corazón.




("bitácora de vuelos")

domingo, 12 de julio de 2020

Uriel Martínez (1950 )


                                                             "santa muerte", desinformémonos




Fase 3 (parte 13)



1
-¿Por qué no usas cubrebocas, si hay pandemia?
Porque, me contestó mi amigo indígena, no quiero llamar a la enfermedad.

¿Vivimos en países paralelos? Cuál es el verdadero, cuál el real. En uno de esos mundos habitan aquellos que no creen en la pandemia, que quizá es una forma de negarla, de acotarla, de ponerle un dique. Es el universo de aquellos que se niegan a hospitalizarse, que ven el internamiento médico como la antesala donde te inyectarán la muerte; donde te esterilizarán la vida antes de volverte polvo inocuo. Ya muerto, te guardarán en una bolsa de hule irrompible y hermética antes de llevarte al horno crematorio (más moderno que los utilizados en Auschwitz), antes de entregarte a tu familia en una cajita como las de Olinalá. No, todo eso es ajeno a mis usos y costumbres que vienen de edades remotas, consagradas por mis antepasados.

De dónde proviene la violencia contra enfermeras (os) y médicos (as), que han sido agredidos con café caliente, de dónde surge la negativa de viajar a un lado de ellos en el transporte público, de dónde la negación de atender la urgencia de un traslado en taxi -ya para volver a casa, ya para ir a última hora al hospital, al nosocomio, al asilo-; de dónde surge la fuerza de unos y otros para resistir jornadas laborales de doce horas o más, a cambio de un fanatismo sordo, ciego e irracional. Estúpido y primitivo.

     -"Yo me niego a someterme a la luz infrarroja del termómetro en el súper, el café o donde lo tengan. Ya sea que lo apliquen en la frente, el cuello o en el dorso de la mano. Me mata las neuronas, las células y me provoca cáncer. Eso es cosa del Diablo." Creencia popular en tiempos de Covid19 en Dogville.

2

Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y el ruido de la orina.

Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.

Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.

Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.

Para la misericordia y la paciencia, escribo.

Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones precipitan las tragedias.

Para los trasplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.

Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.

Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.

                                                                                                                     isla correyero


3

   "Hay un hedor a muerte por las calles de la ciudad. Caminé muchas horas, rehuyendo de la cercanía de la gente, y del transporte público. Cerca de las doce ya estaba en Iztapalapa. La vecindad donde vivía mi viejo maestro está cerca del Cerro de la Estrella, me puse un tapabocas nuevo, y seguí andando. Muchas casas tienen un moño negro en las puertas, los perros me miran hambrientos., Los árboles de capulín, pirul y zapote prieto están tristes. Quiero regresarme, la pandemia aquí se siente en todas partes, cuando pasé por la quesería de Doña Carmen, en la puerta, una mujer envuelta en un rebozo, sin ojos en sus cuencas, sin dientes y labios descarnados, avanzó unos pasos : Buenos días señor Aristeo, ! lo estaba esperando."

                                                                                                                     aristeo jiménez
4

En la semana se fue de mis manos al suelo un cenicero de barro, se rompió. Con el recogedor y la escoba china limpié tepalcates y esquirlas. Más tarde, quizá por un instinto de esoteria, intuí el pequeño percance como un llamado de mi inconsciente: "Modera el consumo de tabaco, Uriel" La Pandemia me ha acentuado tics y manías: la ingesta de alcohol, el internet, el desaseo, la abulia, la siesta sistemática, el carácter sombrío, la inconstancia en las lecturas, el brinco de un libro impreso a otro. Cuando le conté el incidente a un universitario, preguntó: "Fue voluntario o accidental lo del cenicero roto".
     -Fue accidental, le respondí.
     -Habría sido más rotundo si lo estrellas contra la pared, me dijo. Necesitas moderar el consumo de tabaco.

5

Voces de la Pandemia:

a) El coronavirus es invento de los gobiernos del mundo para imponer un nuevo orden mundial.
Respuesta: ¿así se acabarán los pobres, la hambruna, la sed?

b) En los hospitales te extraen el líquido de rodillas para ofertarlo en el "mercado negro".
R: ¿Ya se consigue en Mercado Libre?

c) Las antenas 5G emiten señal para debilitarte y enfermarte del virus.
R: Lo mismo se dijo en su momento del horno de microondas, el uso del móvil, la exposición prolongada ante el televisor y de las canciones de Gloria Trevi y Cri-Crí (que escuchadas a la inversa eran invocaciones al Diablo).

d) Las fumigaciones de agua negras y pantanos para combatir mosquitos transmisores del dengue (aedes aegypti) y las fumigaciones contra el Covid19 son para propagar el coronavirus entre los pueblos pobres.
R: ¿Esto explica los intentos de linchamiento de empleados comisionados a prevenir plagas en el sureste mexicano (Chiapas)?

e) El termómetro de rayos infrarrojos que te ponen en la frente (tercer ojo) te matan las neuronas.
R: ¿Alguna vez tuviste más de una neurona; o las agotaste en Woodstock o Avándaro?

La explicación a tanta jalada, tanta mentira, tanto mito, tanta confusión, ¿tiene su raíz en la proliferación de sectas -entre las etnias de pueblos como Oaxaca, Tabasco, Campeche, Quintana Roo- y gran parte del centro y norte de México?

La veneración a la Santa Muerte, surgida en el siglo XIX entre los mineros del centro-norte, misma que ha cobrado auge a raíz del imperio del narcotráfico, ¿tiene que ver con este esoterismo popular?



                                                                                                                     Dogville junio-julio 2020

sábado, 11 de julio de 2020

Miguel Ángel Ortiz (1984 )

Vaho


En la sierra, los caballos rompen el hielo que cubre los estanques. Golpean y golpean, meten su hocico y toman el agua enjaulada por el témpano.

Luego, el vapor sale de sus ollares y se vuelve otra vez nubes.

Yo soy un caballo que golpea contra el hielo de los meses, y busca tomar el agua para regalártela, para que el cielo completo te acompañe.



Mano


1) Tomar una luciérnaga
2) Colocarla sobre la línea de la vida
3) Observar cómo se ilumina el destino, la llanura.



Cómo se va la vida


…cómo se va la vida  dijiste
soñé con una tortuga toda la noche
te escuchaba la ciudad era calurosa y pálida
te quiero mucho pensé pero no dije la luz de tu pueblo
crecía un corazón en un roble no
me quedé viendo tus pies en las sandalias
esos peces largos
había silencio como musgo y montañas no
azucenas
dibujaste el mar y la lluvia sobre el mar era triste no
dije te quiero mucho
las azucenas volaban entre nosotros
cómo se va la vida y te fuiste flotando entre los árboles
en casa
dormí y soñé una tortuga no
es tan tibio el abrazo de las mandrágoras



("altazor")

viernes, 10 de julio de 2020

Ocean Vuong (1988 )

 Odiseo retornado

             

Entró a mi cuarto como un pastor

salido de un Caravaggio.



       Todo lo que queda de la frase

                                                       es una línea





                            de pelo negro encallada

a mis pies.



                                               De regreso del viento, me llamó

           con un bocado de grillos:



                                       humo y jazmín se desprendían

de su pelo. Esperé



                                        que la noche decreciera

          en décadas, antes de intentar tocar



sus manos. Entonces bailamos



       sin saberlo: mi sombra

                                extendía la suya sobre la alfombra.



Afuera, el sol seguía saliendo.

                                        Uno de sus pétalos rojos cayó



                   a través de la ventana y se prendió

a su lengua. Traté



                         de arrancárselo

                                                   pero me detuvo



mi propio rostro, el espejo,

                             sus grietas, los grillos, cada sílaba



que se derramaba.


("fuimos peces", trad. rodrigo círigo)

jueves, 9 de julio de 2020

Yusef Komunyakaa (1947 )

Pájaros en el tendido eléctrico



Mama Mary los cuenta
otra vez. Once negros. Sólo uno
rojo como una gota de sangre

contra el cielo. Está convencida
de que llevan dos semanas ahí.
Le llevo otra taza de café

y una Fig Newton. Me siento a leer
a Frances Harper en la misma mesa esmaltada
donde comía bizcochos de pequeño,

la cabeza liberada de las voces que traía.
Vuelve el olor a hierba de la llanura
y se lleva el sabor a nitrato.

Los ojos invernales de los pájaros
brillan como el ágata bajo la luz del verano,
como si amaran el corazón

de las cosas salvajes. Me paro
a oír con una palabra en los labios.
Están en el cable eléctrico. Un mensaje

resplandeciente escrito con humo
detrás de un dirigible Goodyear. La oigo decir
Jesús, te lo prometí. Ahora 

que él está en casa a salvo, yo ya estoy preparada.
Me he puesto los zapatos de viaje. Me he colocado

los dientes. La ropa interior limpia.


El galeón de la niebla


Nubes con cabezas de caballo,
banderas y pendones uncidos a negras
chimeneas entre una bruma de ciénagas.
Desde la fronda tranquila que veo rápida pasar
algún pájaro nocturno dice
¡barco a la vista, barco a la vista!
Poso la cara contra la ventana
del taxi. Estoy de nuevo aquí
frente a esta luz mortecina;
toda la ciudad huele
a la ira más antigua del mundo.
Montones de residuos se agolpan
bajo el azufre y el dióxido aguardando
el amanecer como un buque fantasma
que esperase cargado a las afueras de la Galia.
El frío cristal, al rozarme la mejilla,
me hace olvidar el negro velero
de un mar eterno. Todo
se achica bajo las luces
de la fábrica de papel
que parpadean detrás del brumoso
almacén de ruedas, del de productos químicos
que convierten en pulpa a los trabajadores
cuando caen en los depósitos
que hierven en sosiego.



("altazor", traducción de juan josé vélez otero y renato rosaldo)

martes, 7 de julio de 2020

Rosabetty Muñoz (1960 )


Se triza el mundo conocido



Primero fue una trizadura
en el mundo conocido.
Y luego, el hueso expuesto
la sangre detenida,
cadáveres sosteniendo
pocillos de cloro
en el hueco de la mano.
Todavía despierto
agarrada la cabeza
el ojo hermético.
La palabra dispuesta a retener

este mundo en descalabro.



(muro fb de la autora)

sábado, 4 de julio de 2020

Uriel Martínez (1950 )






Fase 3 (parte 12)


1

"Los solitarios ven cosas que nosotros no vemos; tienen una visión supersensible del mundo. El alma se afina en la soledad, la meditación y la continencia. Nosotros la embotamos con las frecuentaciones. La ausencia de meditación y los placeres. Por eso, ellos ven lo que nosotros no podemos ver. Aquel que se queda solo en su pieza silenciosa oye claramente el latido del reloj. Pero cuando alguien entra y una conversación comienza, deja de oírlo. Sin embargo, el latido no se ha vuelto inaudible."
                                                                                                                       c. cavafis (1905)

2

Agenda interrumpida: entre las tareas no cumplidas a raíz de la pandemia, en primerísimo lugar estaba una cita acordada con el dermatólogo para mayo, quien en septiembre del año pasado, me expidió una orden para el análisis de laboratorio de un fragmento de piel extraído en su consultorio. Mientras esperaba recoger los resultados viví días negros, inciertos, por momentos desesperantes. Mi médico general me vaticinó "Todo va a estar bien", cuando vio que la báscula indicaba la pérdida de dos kilos.

3

Cuando me entregaron los resultados en un sobre blanco, no quise leerlos; opté por esperar a escuchar la voz de quien me había dado el salvoconducto para llegar al laboratorio. "Diagnóstico anatomopatológico:/ biopsia excisional de piel región pectoral izquierda:/ -carcinoma basal de tipo sólido pigmentado./ -Márgenes quirúrgico profundo y laterales sin tumor." Me volvió el alma al cuerpo; renací aunque ya no bebé.

4

El dermatólogo me revisó las puntadas que me aplicó un mes atrás sobre el hombro izquierdo, donde tuve un lunar que se había ensanchado 23 años antes; y aunque no me provocaba picazón ni enrojecía, últimamente -había observado al espejo antes y después del baño-, vi una pequeña protuberancia al centro y el enrojecimiento de los bordes como cuando se observa un eclipse de luna. Ahí empecé a incubar la necesidad de acudir al dermatólogo para conocer su opinión. Pasado un mes de la escisión, acudí a la siguiente cita: me retiraría las puntadas; antes de despedirnos, me prescribió una crema para propiciar la cicatrización. "Nos vemos en treinta días", me recomendó. En esta última entrevista le pregunté por qué me había hecho un corte tan largo (en dirección vertical) , el cual requirió doce puntadas.

Mediante un dibujo en una hoja Bond, me explicó que el lunar había echado raíces por debajo de la piel y en dirección al corazón; que el corte con bisturí se hizo a cierta distancia del lunar para aislarlo totalmente y observar después si éste "retoñaba". Me dio cita para un mes después, para monitorear la cicatrización y el comportamiento del sitio que ocupó el lunar del tamaño de una moneda de cinco pesos o de un hueso de durazno o del corazón de un aguacate chico.

Total que la Pandemia de Covid19 se atravesó. Se suspendió el servicio hospitalario por la reconversión de atención a posibles contagios de Coronavirus. Automáticamente las citas  se cancelaron y se restringió el ingreso a todo mundo. El país había entrado a una alerta desde marzo y yo tenía cita ("la próxima cita ya lo daré de alta", me había aclarado el dermatólogo), mi cita se llegaba a mediados de mayo del año 2020.

5

A lo largo de las entrevistas, me hice amigo del especialista en Dermatología. Primero le conté de mis andanzas en la CDMX mientras estudiaba y trabajaba a un tiempo.De mi experiencia en el periodismo cultural, en la participación en el alumbramiento de un periódico, la compra de acciones y en la posterior emigración (retorno) a la Laguna, donde empecé de cero. Le conté de mi quehacer literario, del material publicado hasta el momento actual: cómo llegué a Dogville hace más de dos décadas;  y eso. Me confió, porque le nació contarlo, que escribía canciones y poemas; que tenía material inédito, que asistía a un taller de creación literaria.
 
    Pero no sé para cuando lo vea. Unos dicen que la Pandemia se extenderá hasta octubre, otros que puede haber nuevas oleadas, que los "recuperados" pueden recaer si no se cuidan, que en fecha próxima habrá pacientes de Covid19 y de Influenza, que ambas desembocan en neumonía; es decir, podemos llegar a la antesala del adiós. "Ya veremos", dijo el ciego.


6

Hace días sucedió el solsticio de primavera. Hace poco recordé mi viaje -hace un año- al museo de sitio Altavista, en Chalchihuites, donde se presencia la llegada de los primeros rayos de sol ese día significativo para nuestros antepasados indígenas. El día anterior me invitaron a subir al cerro del Chapín, primer punto para apreciar el nacimiento solar. Acepté. Me citaron a las cuatro am a la entrada del hotel. Patricia mi anfitriona me entregó un varejón resistente (a manera de bastón de apoyo). Ese día se entonaron cantos de bienvenida al astro que hace florecer el entorno, acompañados con el tam-tam de tambores y copal ardiente. Objetivo: cargarme las pilas (sin sospechar que pronto llegaría la Pandemia a Dogville, donde habito).

6

Canarios


 Mi madre barre el patio, el naranjo tira sus hojas,
 la avioneta municipal enciende el altavoz:
 “Volveremos a abrazarnos, pero hoy es tiempo de quedarse en casa”.
Una fuente de canarios taladra mi pecho: quisiera abrirles la jaula,
pero un gato ronda la azotea;
quisiera salir de casa,
pero un tigre ronda por las plazas.

Afuera, el ángel exterminador custodia el viento
que esos tristes canarios no conocerán.
¿Quién soporta este encierro?
Si ni siquiera hay lluvia como pretexto
¿Quién soporta este entierro?
Si ni siquiera hay clavos para los féretros.

Tanto tiempo en la palma de mi mano
que transcurre como arena en el desierto,
el sol y las estrellas han perdido significado,
¿qué tiene de diferente el día de ayer al de mañana?
Sólo la cifra de muertos parece marcar la hora.

He soñado que los noticieros anuncian
que todo ha terminado, que se pueden abrir las ventanas,
liberar a los canarios, salir del clóset, quitarse la ropa,
gritar hondo, respirar profundo, lamer culos de nuevo…
Pero afuera las calles están tan solas como mi pecho
y sólo el miedo abriga los callejones sin importar lo azul del cielo.

Pobres pajaritos enjaulados
su plumaje amarillo me sabe a oro,
¡ah!, si mi madre supiera lo que es vivir encerrado
me sentiría menos solo,
quizá tendría el valor de confesarle que odio a mi hermano policía,
que di positivo para VIH
y que a veces imagino historias cuando miro las estrellas,
¡Dios!, ha pasado tanto tiempo que ya me siento
un canario en cuarentena.
                                                                   
                                                                           diego medina

Dogville, junio 2020

viernes, 3 de julio de 2020

George Bacovia (1881/1957 )

Lacustre


Hace ya largas noches que está lloviendo,
La materia llora, la estoy oyendo…
Solo estoy, los pensamientos me van invadiendo
Y me llevan a lacustres viviendas.

Del sueño bruscamente me despierto; se me antoja
Que no he levantado el puente de tablas;
Parece que en mojado suelo duermo,
Y siento olas fustigando mis espaldas.

Inmenso, un vacío histórico se extiende,
Con la lluvia que me inunda, siento
Cómo pesadamente los pilares se derriban
Parece que en los mismos tiempos me encuentro…

Hace ya largas noches que está lloviendo,
Mi ser espera, se está estremeciendo…
Solo estoy, los pensamientos me van invadiendo
Y me llevan a lacustres viviendas.


Atardecer de invierno


Atardecer de invierno, sombrío, de metal,
La llanura blanca –un inmenso redondo–
Lento, flotando, un cuervo surge del fondo,
Surcando el cielo, en línea diametral.

Los árboles nevados parecen de cristal.
Un temor a desaparecer me trastorna,
Mientras el cuervo, quedo, retorna
Surcando el cielo, en línea diametral.

Medianoche


Comienzan el lento y triste baile
Enloquecidas hojas ahora.
Lloro; junto a mi llanto en la noche
Oigo al sauce hermano que llora.

Lenta se acerca la medianoche,
Suena el baile del follaje ahora,
Paso la noche de cuarto en cuarto
Al oír la satánica hora.



("altazor", traductor dan munteanu colán)

jueves, 2 de julio de 2020

Antonio Requeni (1930 )

Cuerpo
                                                                          Corps, mon vieux compagnon, nous périrons ensamble.
                                                                              Comment ne pas t’ aimer, forme à qui je resemble,
                                                                              puisque c’ est dans tes bras que j’ etreins l’ Univers.
                                                                                                                          Margarite Yourcenar

Hemos llegado, viejo, compañero,
a esa línea de sombra tras la cual, algún día,
deberemos rendirnos a la ley implacable.
Quizás nos separemos o, abrazados,
juntos seamos destruidos
mientras la indiferencia majestuosa
del sol y el mar, la flor y las abejas,
devane el oro eterno de la vida.
Pero hoy estamos como siempre, juntos.
Aún nos une el milagro,
la suprema alegría de sentir el deseo,
de jugar a vivir y prolongarnos
en hijos y palabras. Todavía
seguimos de este lado de la tierra,
ardiendo en el impulso y la fatiga.
En el prodigio inmenso
De ver, oír, tocar, ir a las cosas.
Hermoso ha sido el viaje
hasta ese límite de sombra.
Una puerta se abre a otra aventura,
en un cierta región en las que un día
entraremos fundidos, con los ojos
abiertos, lentamente,
junto a las hojas descompuestas,
insectos y detritus. Contigo
como siempre, mi viejo compañero,
hasta no ser ya más, nunca, en el mundo.


Ese hombre que escribe



¿Escribir o vivir? Acaso viva
mucho más ese hombre que ahora escribe
solo en su cuarto, con furor, insomne,
unos cuantos renglones azarosos.
La hoja en blanco lo invita a la aventura,
le hacen señas de fuego las palabras
que ordena y copia, corrigiendo un bosque,
tachando una ciudad, adjetivando
con un nuevo fulgor lo que antes era
torpe y vulgar, oscuro, indiferente.
Del otro lado, por la vida –dicen-,
transcurre el tiempo, el ruido, la rutina.
Allí, entre las paredes de su cuarto;
allí, entre las paredes de su cuerpo,
él elige escribir, asume el riesgo
de perecer o descubrir la cifra
de su destino oculto en las palabras.
Porque sólo por ellas ese hombre
que escribe está viviendo y tal vez viva
más allá de su muerte.



("altazor")