Quién lo dijera: esta tarde trasladan
al cementerio una caja mientras
tú y yo estamos fundidos
por voluntad propia.
Quién iba a imaginar que el poeta
Cohen permanecería conmigo
mientras tú das vuelta
en la esquina más próxima.
Quién iba a suponer un traslado
temprano al cementerio si nosotros
recién nos despojamos prendas
humeantes como caracoles al sol.
Sin que nadie lo sepa
con agua tibia lavamos rastros
y rostros como seres empeñados
en guardar la compostura el equilibrio.