Perseguida ferozmente por el castrismo y privada de toda libertad, la cubana Yoani Sánchez está haciendo una gira mundial para denunciar la terrible situación que vive bajo el yugo de Raúl y de Fidel. Los perseguidos de los regímenes totalitarios siempre han sido muy afectos a dar giras mundiales para denunciar que no tienen libertad, que carecen de recursos económicos y que viven encarcelados en sus fronteras. La gira mundial no es que te devuelva la libertad, pero te alivia bastante.
Yoani Sánchez, a pesar de no tener libertad, ha sembrado más que fundadas sospechas sobre el presunto complot castrista para asesinar al opositor Oswaldo Payá chocando su coche contra un árbol de la provincia de Granma, famosa en todo el mundo por la ferocidad revolucionaria de su vegetación. Los indicios criminales de la tragedia se vieron confirmados cuando el régimen totalitario de Cuba se negó a que dicho árbol compareciera ante el juez en el juicio contra Angel Carromero, dirigente de Nuevas Generaciones del PP y prudente conductor del coche arborizado.
Si yo, por ejemplo, hubiera atribuido la reciente muerte del escritor José Luis Sampedro a un envenenamiento urdido por Mariano Rajoy para acallar al escritor libertario, seguramente ahora redactaría esto desde la cárcel, ya que en España hay libertad. Pero en Cuba hay tan poca libertad que ni te encarcelan cuando acusas a los gobernantes de asesinato. Ni siquiera te multan, esos putos fascistas. Es un régimen altamente intolerante.
De la gira de Yoani, me ha conmovido especialmente la foto que se ha hecho abrazada a Hermann Tertsch, otro periodista perseguido por el totalitarismo comunista. Como todo el mundo recuerda, Tertsch fue salvajemente golpeado en el bar-piano Toni-2 por los esbirros trosquistas de El Gran Wyoming. Aunque el propio esbirro violento confesó que había golpeado al insigne Tertsch porque este, borracho, se propasó con una dama, ese cuento no se lo cree nadie. Es de dominio público que Tertsch estaba investigando en el conocido local la presencia de terroristas disfrazados de travesti que cantan coplas en el piano del fondo. Yo mismo, acuciado por un inopinado intento de defender la libertad de expresión, acudí a los pocos días al Toni-2 y comprobé que, en efecto, allí abundan los terroristas disfrazados de travesti, con peluca y vestidos de lunares, cantando coplas. Menos valiente que Tertsch, yo me largué de allí antes de que Wyoming ordenara darme una paliza. Nunca antes había dejado un whisky a medias. El oficio de periodista obliga a sacrificios inimaginables.
Aparte de con Hermann, Yoani también se ha hecho fotos con el emancipador de Irak, José María Aznar, y con esa libertad guiando al pueblo llamada Esperanza Aguirre, a la que le gustó tanto la cubana que casi la manda privatizar.
Cuando termine su gira, la valerosa Yoani volverá a Cuba para seguir siendo perseguida, ya que los secuestradores de su libertad le concedieron pasaporte internacional y no es cuestión de tirarlo a la basura. Allí, regresará a su cotidiana inclemencia y a enviar 400 tuits mensuales poniendo a parir a Raúl y Fidel Castro porque no hay en Cuba libertad de expresión. Una afición que le cuesta a Yoani unos 6.000 dólares anuales, ya que ha de mandar los tuits por sms al no haber internet. Para que se hagan una idea de la cifra al cambio, supone en euros la mitad de lo que cobraban mensualmente en negro, de Bárcenas, algunos dirigentes del PP. O sea, una pasta aquí y en Cuba. Lo bien que se administra esta señora para apartar esos dinerillos de entre la miseria comunista en la que malvive.
Como a tantos otros izquierdosos de mierda, a mí el castrismo me decepciona cotidianamente desde hace muchos años. Pero me pasa una cosa como insana, doctor: cada vez que oigo a un anticastrista, se me pone esta cara de Ché Guevara, me enciendo un habano y canto La canción del elegido. ¿Es grave o se trata solo de otra de mis tonterías?
(editorial de Aníbal Malvar en "público".)
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