Con frecuencia se considera a (Graham) Green como un novelista católico, que interroga la vida de sus personajes desde un punto de vista específicamente católico. No cabe duda de que él sentía que sin una conciencia religiosa, o al menos sin la conciencia de la posibilidad del pecado, el novelista no podía hacer justicia a la condición humana; esta es la esencia de sus críticas a Virginia Woolf y E.M. Foster, cuyos mundos le parecían "delgados como el papel, cerebrales".
La explicación de Greene de cómo pasó de ser católico y novelista a ser un novelista católico pertenece al último periodo de su vida y no habría que tomarla de una manera necesariamente literal. Según esta explicación, aunque se convirtió al catolicismo de joven, para él la religión siguió siendo un asunto privado entre el creyente y Dios, hasta que presenció de primera mano la persecución de la Iglesia en México y vio la forma en que la fe religiosa podía dominar y sacramentalizar la totalidad de la vida de la gente.
(trozo tomado de Mecanismos internos, J.M. Coetzee, ed. Random House Mondadori, Bogotá, 2009. Traducción de Eduardo Hojman.)
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