domingo, 6 de noviembre de 2011

Patria suave o Remix Bicentenario

Proemio


Yo que sólo canté de la exquisita
propaganda sin ínfimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del temor que imita
la brutal declaración del capo
para contar la epopeya de un tajo.

Navegaré por la sangre de civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del mutilado tan
sacrificado y masacrado con fusiles.

Diré por una épica propina:
la Patria es impecable y diamantina.

Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música grupera
con que me modelaste por entero
al golpe tortuoso de las balas,
entre llantos y gritos de muchachas
y asesinos de oficio carnicero.

Primer acto

Patria: tu superficie es mariguana,
tus minas el palacio de los narcos,
y tu cielo, las balas en desliz
y el relámpago verde de los sardos.

El Niño Dios te entregó un desfalco
vendiendo el petróleo al diablo.

La fuga de capital, cada hora vuela
lavado y pintado, en carretela;
y en tu provincia, el pavor en vela
que rondan los sicarios coligados,
los cadáveres caen como centavos.

Patria: tu mutilado territorio
se cubre de cal y de velorio.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan pobre, que el tren va por la vía
como emigrado de ranchería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de pollero, pones
al ilegal sobre los vagones.

¿Quién, en la noche que asusta a la raza,
no miró, antes de comprar el vicio,
del brazo de su novia, la metralla
pólvora de los chivos del oficio?

Suave Patria: en tu tórrido festín
luces propaganda de postín,
y con tu pelo turbio se desposa
el alma, oportunista vergonzosa,
y el publicista del atraco sabe
ofrendar campañas mentirosas,
raza de estafadores de jarabe.

Tu droga suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es mercancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como morgues se vacía
el santo olor de la carnicería.

Cuando morimos, nos regalas notas,
después, un paraíso de palabrotas,
y luego te olvidas toda entera
Suave Patria, twittera y pendenciera.

Al triste y al feliz dices que sí,
de tu lengua traición saben de ti
con la picadura del te jodí.

¡Y tu cielo marcial, que cuando truena
de víctimas frenéticas nos llena!

Trueno de nuestras curias, que nos baña
de locura, enloquece con patrañas,
encarcela a la mujer, sana al fanático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba con majaderías
sin Dios, sin derechos ni garantías.

Trueno de impunidad: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que maté, y lo que aún no toca
y la hora actual con su hambre de coca.
Y oigo en los tiros de ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.


Segundo acto

Suave Patria: tú vales por el río
de las fronteras de tu poderío.
Tus hijos atraviesan como hordas,
distrayendo un invencible control,
calcinados con las redes de tu sol,
cruzan y evaden alambradas.

Suave Patria: te amo como un mito,
juro por tu verdad de pan bendito;
como la presa que asoma por la reja
con la culpa corrida hasta la oreja
y la honra, humillada y sin delito.

Como matas, goza, Patria mía,
en cama de metal, vives al día,
de milagros, como tu puntería.

Tu imagen, en Palacio Nacional,
con tu misma tristeza y con tu igual
amargura de amo y de feudal.

Te dará, frente al hambre y al obús,
un grito de Felipe de Jesús.

Suave Patria, traficante que fía:
quiero raptarte en la redada opaca,
sobre un batallón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.

Tus entrañas niegan el castigo
para el capo que al párvulo sepulta
en una caja de anónimo testigo,
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de ti el cadáver hecho poma
de pobres que no hablan nuestro idioma.

Por tu balcón de armas bendecidas
del Bicentenario, yo desfilo
lleno de sombra, porque tú trepidas.

Quieren morir tu fama y tu destino,
cual muriéndose van encuestadoras
que en las cifras, con el agravio hecho
ensangrentando la camisa, al pecho
la injuria y el timo de tus obras.

Patria, te doy de tu dicha la clave:
sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;
celebra lo que el amo sabe
descarada en el mito del falsario,
y es más feliz que tú, Patria suave.

Sé igual y fiel; pupilas de abandono;
sedienta voz, la trigarante faja
en tus fiestas al vapor; y un trono
a la intemperie, cual una sonaja:
el desfile alegórico de paja.


(Cuando el director de teatro Luis de Tavira montó, en la década de los años ochenta, su espectáculo "Novedad de la patria", basado en el poema de Ramón López Velarde, tuvo varios hallazgos, como la escena de la solterona -Virginia Valdivieso-, que se baña en la tina en ropa interior; o la presencia conmovedora del monaguillo anciano -Ignacio Retes-. Cuando De Tavira urde y concreta en escena su más personal espectáculo, decía, por supuesto que tuvo detractores. Le dijeron que era el primer director polaco nacido en México, en referencia a Tadeusz Kantor... Algo así ha hecho Avelina Lésper con esta paráfrasis, tomada íntegra de la revista online Replicante, septiembre 2010.)

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