México, D.F.- Desde la mañana del 1 de octubre, un oficio de la
Dirección de Servicios de Avisos y Circulares de Grupo Televisa alertó a todos
los trabajadores del consorcio mediático para que tomaran medidas preventivas
ante la posibilidad de que “el día 2 y durante el día 3 de octubre se realicen
manifestaciones y/o bloqueos frente a algunas de las instalaciones”.
Como ya se ha vuelto una costumbre desde el surgimiento del movimiento
#YoSoy132, Grupo Televisa emite comunicados internos para advertirles a sus
trabajadores que extremen medidas de seguridad.
Lo paradójico es que en esta ocasión, cuando se conmemoran los 44 años de la
matanza de Tlatelolco, la empresa dirigida por Emilio Azcárraga Jean prefiere
inducir el miedo entre sus empleados, y no la solidaridad a las protestas o,
mínimo, un día de luto por el recuerdo de esos sangrientos hechos.
El comunicado sugiere a los trabajadores que “sigan puntualmente”
recomendaciones como las siguientes:
“1. Mantente alerta de los medios de comunicación, tanto internos como
externos, sobre las rutas de las movilizaciones”.
“2. Anticipa tu salida a los centros de trabajo para que puedas llegar con
suficiente anticipación”.
“3. No olvides tu gafete para agilizar tu acceso a las instalaciones.
“4. Porta el gafete y logos visibles únicamente dentro de las
instalaciones.
“5. En lo posible, evita recibir visitantes en los horarios de las
manifestaciones programadas en la instalación en que te encuentras.
“6. Identifica las áreas de seguridad, puntos de reunión internos y rutas de
evacuación, por el caso de que lleguen a requerirse”.
Las recomendaciones bien pudieron ser escritas por un mal guionista de
thrillers, pero llama la atención cómo desde la empresa se induce la pena o la
vergüenza de portar en las calles el gafete que antes era el orgullo de quienes
laboraban en “el canal de las estrellas”.
Como si fueran párvulos, el área de Servicios de Avisos y Circulares –nombre
burocrático que envidiaría George Orwell para su novela 1984– también indica a
los trabajadores del mundo del Big Brother:
“¿Qué hacer durante una manifestación?
“1. Mantén la calma.
“2. Tomar en cuenta que, por seguridad, los accesos por donde se encuentran
los manifestantes deberán permanecer cerrados.
“3. En caso de que llegues a la instalación y se encuentre un grupo de
manifestantes y todos los accesos estén bloqueados, dirígete a un lugar seguro y
comunícate a tu jefe inmediato.
“4. Evita salir de las instalaciones innecesariamente o si esto representa un
riesgo: empleados y visitantes.
“5. Si estás en el interior de la instalación, aléjate de las ventanas,
fachadas, cercas, patios y muros perimetrales.
“6. Evita caer en algún tipo de provocación.
“7. No establezcas ningún tipo de comunicación con los manifestantes.
“8. Sigue puntualmente las indicaciones de los responsables y/o del personal
de seguridad.
“9. Atiende los mensajes de comunicación interna.
“10. Reporta al personal de seguridad cualquier condición insegura o
riesgo.
“11. Ten a la mano los teléfonos de las autoridades de Seguridad Pública y de
servicios de emergencia, para el caso de que sea necesario pedir el apoyo
(aplica sólo para las instalaciones del interior de la República)”.
Como vemos, es un guión de la paranoia. Los puntos 5 y 7 no tienen
desperdicio. Creen los directivos de Grupo Televisa que pueden existir
francotiradores que desde fuera disparen en contra de sus instalaciones. Y, en
el colmo del autismo, una empresa de comunicación ¡ordena a sus trabajadores no
comunicarse con los manifestantes!
Quizá el genio goebbeliano de Televisa crea que los jóvenes que protestan
contra el monopolio son unos bárbaros y no universitarios, preparados y
convencidos de que el problema no son los trabajadores de la empresa sino la
condición monopólica y abusiva de sus directivos.
Sólo les faltó decir: “Lleven chalecos antihuevazos”, por el episodio
reciente en Veracruz contra Adela Micha, o “eviten hablar con Amador Narcia”, su
vicepresidente de Información, cuyo nombre fue mencionado en una de las carpetas
de la caravana retenida en Nicaragua, por presunto tráfico de drogas y lavado de
dinero.
Este comunicado retrata de cuerpo entero a los directivos de Grupo Televisa.
No han entendido lo que está sucediendo y, si lo han hecho, prefieren evadirse y
generar una psicosis muy ridícula.
Las protestas contra la televisora o contra alguna de sus “celebridades” que
gobernantes inefables como el priista Javier Duarte condecoran en actos
repudiados, son el reflejo del descontento contra la impunidad mediática con que
se ha conducido este aparato de poder.
Es la falta de credibilidad y no el exceso de violencia lo que ha llevado a
la actual crisis a Televisa frente a las audiencias más jóvenes e
interactivas.
No se trata de odio a Televisa sino de un rechazo profundo a su
autoritarismo, a su unidireccionalidad, a su antidemocracia, a sus enjuagues, a
las mentiras, a la manera que tienen de presionar a la sociedad y a los
políticos que se dejan para encubrir sus intereses.
Resulta que a 44 años de distancia de la matanza de Tlatelolco, Televisa
sigue viendo a los estudiantes como amenazas. En aquella noche negra y
ensangrentada, la noticia principal de Jacobo Zabludovsky, en 24 Horas, fue el
clima. Cuatro décadas después, Televisa ignora que se trató de un acto represivo
que marcó un parteaguas en la historia reciente mexicana.
Y como lo ignora, prefiere la psicosis interna, en lugar de hacer una
reflexión seria sobre su responsabilidad corporativa en el desarreglo
democrático mexicano.
(¿Televisa se ha alejado del pueblo ahora que obtuvo todos los favores y concesiones de FCH? Se diría que nunca estuvo a favor de darle voz a los que no tienen voz ni voto pues hasta de la libertad del sufragio ha sido despojado el jodido, a cambio de una despensa de Soriana y una tarjeta con 500 pesos de Monex. Arículo de Jenaro Villamil reproducido del sitio Proceso.)
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