a héctor
Irremediablemente viajas a Ítaca
como un día volverás a Atlántida,
ambas olvidadas y en ruinas.
Volverás a sabiendas de que ni tú
ni ellas serán ya las mismas
pues el olvido no perdona.
Visitarás las tumbas de los tuyos
que nunca fueron de nadie
y menos, mucho menos, de ti.
Querrás entonces profanarlas,
hollarlas, incendiario, pero no
podrás ni recuperarlas ni odiarlas.
Sabes que volverás sobre tus pasos
lento furioso derrotado, aunque
por anticipado los dioses te negarán consuelo.
Nadie, óyelo bien, te reconocerá
como el que se fue ni como
el que vuelve oscuro, necio, acorralado.
Sin remedio emprendes cansado
el viaje de retorno sin alcanzar
en tus ollares la espuma ni en las puertas la aldaba.
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