Pijama
Abrió la puerta.
El pijama tenía una especie de cierre metálico
que contrastaba con su pelo negro,
daba sensación de basalto, la figura humana
esculpida, visible sólo por el brillo
en el límite de las sombras.
Exudaba aromas jabonosos
y los propios se exaltaban con la cercanía,
entonces comprendí la paz
de quien llega a casa exhausto y descubre
una realidad más hermosa
que cualquier recuerdo.
Me siento en el sillón
con su cabeza pesada, relajada sobre mi hombro
y acerco la nariz a su cuello
para sentir que el día esta completo.
("marcelo leites")
sábado, 31 de octubre de 2015
viernes, 30 de octubre de 2015
Cristina Peri Rossi (1941 )
Exuberancia
Ayer te deseaba tan exaltadamente
que estuve a punto de ligarme a otra
sólo por exuberancia.
("runas del deseo, antología poética, 1971-2004, ed. uaem, méxico, df, 2008)
Ayer te deseaba tan exaltadamente
que estuve a punto de ligarme a otra
sólo por exuberancia.
("runas del deseo, antología poética, 1971-2004, ed. uaem, méxico, df, 2008)
jueves, 29 de octubre de 2015
Pablo Monforte (1981 )
Erosión
El tiempo avisa,
y aun así
uno lo sabe traidor.
Lo hace
con la contundencia de un púgil
curtido en la lona,
lo hace
con el olor a hospital
que reconoces tuyo
(es que nunca lo fue)
con esta ciudad
en la que hace tiempo que no vives, pero
te mueres un poco
cada día -mientras andas resignado,
quizás con macilenta mueca-
y piensas, ahora sí
soy mucho menos yo
y más
el que voy a ser.
Avisa en voz baja, sibilino,
cuando te anestesian el llanto y
la felicidad es entonces
una película de Wilder
a las dos de la madrugada,
un claro entre las nubes. Todas esas risas que habitan
en los hijos de otros.
Antes me decía
que era muy joven
para estar triste. Cierto es.
Pero como suele ocurrir
el tiempo ofrece razones
cuando ya es demasiado tarde.
El tiempo avisa,
y aun así
uno lo sabe traidor.
Lo hace
con la contundencia de un púgil
curtido en la lona,
lo hace
con el olor a hospital
que reconoces tuyo
(es que nunca lo fue)
con esta ciudad
en la que hace tiempo que no vives, pero
te mueres un poco
cada día -mientras andas resignado,
quizás con macilenta mueca-
y piensas, ahora sí
soy mucho menos yo
y más
el que voy a ser.
Avisa en voz baja, sibilino,
cuando te anestesian el llanto y
la felicidad es entonces
una película de Wilder
a las dos de la madrugada,
un claro entre las nubes. Todas esas risas que habitan
en los hijos de otros.
Antes me decía
que era muy joven
para estar triste. Cierto es.
Pero como suele ocurrir
el tiempo ofrece razones
cuando ya es demasiado tarde.
("emma gunst")
miércoles, 28 de octubre de 2015
Roberto Echavarren (1944 )
Viaje de invierno
Esa factoría-con el anacronismo de la distancia
añejos Chevrolets en cada esquina ya
renovados gradualmente por Japón, un nombre guaraní
en la torreta de la primer embarcación color caca-
es un frágil hueso de anciana en invierno.
Casi en silencio , por el pulcro astillero,
por calles nocturnas, ásperas
de la península ventosa-
pasto ralo entre rocas devoradas de líquen-
reventó una ola, indecisa-
la vi venir a distancia.
Al condenar los terrenos de la aduana
(detrás de alambre de púa autos
en depósito desde muchos antes)
el sol no había envejecido, ni
siquiera algunos edificios. Sólo
una pulcritud anciana en el ambiente,
zonas mejor preservadas-interesan menos.
No era cierto.
Algunos jóvenes andaban por la calle:
chirrió una verja.
El resto -veredas rotas, casas de muñecas,
el convencimiento -manso-de habitar un barrio
ya ganado por otros, indemne aún en el barro de una zanja
al poner en la portezuela de la camioneta un guante de invierno.
Esa factoría-con el anacronismo de la distancia
añejos Chevrolets en cada esquina ya
renovados gradualmente por Japón, un nombre guaraní
en la torreta de la primer embarcación color caca-
es un frágil hueso de anciana en invierno.
Casi en silencio , por el pulcro astillero,
por calles nocturnas, ásperas
de la península ventosa-
pasto ralo entre rocas devoradas de líquen-
reventó una ola, indecisa-
la vi venir a distancia.
Al condenar los terrenos de la aduana
(detrás de alambre de púa autos
en depósito desde muchos antes)
el sol no había envejecido, ni
siquiera algunos edificios. Sólo
una pulcritud anciana en el ambiente,
zonas mejor preservadas-interesan menos.
No era cierto.
Algunos jóvenes andaban por la calle:
chirrió una verja.
El resto -veredas rotas, casas de muñecas,
el convencimiento -manso-de habitar un barrio
ya ganado por otros, indemne aún en el barro de una zanja
al poner en la portezuela de la camioneta un guante de invierno.
("el poeta ocasional")
martes, 27 de octubre de 2015
Sylvia Plath (1932/1963 )
Soy vertical
Pero preferiría ser horizontal. Yo
No soy un árbol enraizado en la tierra.
Absorbiendo minerales y amor materno
Para rebrotar esplendoroso cada mes de marzo,
Ni tampoco la belleza del arriate en el jardín
Que dejó boquiabierto a todo el mundo y a la que
Todo el mundo quiere pintar maravillosamente.
Ignorando que muy pronto se deshojará.
Comparado conmigo, un árbol es inmortal,
Un racimo de flores, más bajo, aunque más llamativo,
Y yo anhelo la longevidad de uno y la osadía del otro.
Esta noche, bajo la luz infinitesimal de los astros,
Los árboles y las flores han estado esparciendo sus aromas frescos.
Yo paseo entre ellos, aunque no se percaten de mi presencia.
A veces pienso que cuando duermo
Es cuando más me parezco a ellos-
Desvanecidos ya los pensamientos.
En mí, el estar tendida, es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen por una vez,
Y las flores, finalmente, tengan tiempo para mí.
28 de marzo de 1961
("marcelo leites", traducción xoán abeleira)
lunes, 26 de octubre de 2015
Juan José Saer (1937/2005 )
Lesconil
Lo otro viene en esos barcos livianos
desde el crepúsculo, hacia el puerto, en el sol
de invierno:
lo otro -lo que tiene nombre,
moviéndose fuera de tu silencio
innominado:
más allá, afuera, afuera, en la intemperie
sin pensamiento, sin recuerdos, sin en sí,
como un toldo de feria
en la plaza del mercado
que un viajante contempla, una mañana,
desde su cuarto de hotel, en la planta alta.
Los otros son esos barcos, ese mar, esas caras
de sal y sangre, que vuelven, cada día,
a contemplar, en tierra firme, su naufragio.
Visión rugosa
que atraviesa tu mar liso;
máquinas de oro duro
que lo indeterminado, adentro, aniquila.
Lo otro viene en esos barcos livianos
desde el crepúsculo, hacia el puerto, en el sol
de invierno:
lo otro -lo que tiene nombre,
moviéndose fuera de tu silencio
innominado:
más allá, afuera, afuera, en la intemperie
sin pensamiento, sin recuerdos, sin en sí,
como un toldo de feria
en la plaza del mercado
que un viajante contempla, una mañana,
desde su cuarto de hotel, en la planta alta.
Los otros son esos barcos, ese mar, esas caras
de sal y sangre, que vuelven, cada día,
a contemplar, en tierra firme, su naufragio.
Visión rugosa
que atraviesa tu mar liso;
máquinas de oro duro
que lo indeterminado, adentro, aniquila.
("el poeta ocasional")
domingo, 25 de octubre de 2015
Uriel Martínez (1950 )
La mesa
era lunes, la mesa estaba
dispuesta, los vasos de agua,
la jarra de hielo, las velas,
el rosario, las instrucciones
en la página 19 del Manual
de Buenas Costumbres
era lunes, el horno a punto
de avisarme que el pavo,
el cerdo, el pescado,
el ciervo, los escamoles
te esperaban
era lunes, el álbum de Vivaldi
a la mano, la servidumbre
de asueto, la nana, el chofer,
el mayordomo; todos habían
viajado a su pueblo
era lunes, las luces tenues,
el silencio subrayaba atmósferas,
estaba por izarse el telón
ese día.
era lunes, la mesa estaba
dispuesta, los vasos de agua,
la jarra de hielo, las velas,
el rosario, las instrucciones
en la página 19 del Manual
de Buenas Costumbres
era lunes, el horno a punto
de avisarme que el pavo,
el cerdo, el pescado,
el ciervo, los escamoles
te esperaban
era lunes, el álbum de Vivaldi
a la mano, la servidumbre
de asueto, la nana, el chofer,
el mayordomo; todos habían
viajado a su pueblo
era lunes, las luces tenues,
el silencio subrayaba atmósferas,
estaba por izarse el telón
ese día.
sábado, 24 de octubre de 2015
Bei Dao (1949 )
Este día
el viento sabe lo que el amor es
el verano del día destella majestuosos colores
un solitario pescador examina
la herida del mundo
una campana oscila violenta y se inflama
gente corretea en la tarde
asumiendo las consecuencias del tiempo
alguien se inclina hacia el piano
alguien carga la escalera del pasado
el adormecimiento se pospone unos minutos
sólo unos minutos
el sol indaga la sombra
y bebiendo agua de un espejo lustroso
veo al enemigo
en medio de un viejo buque petrolero
la canción del tenor enfurece al mar
a las tres de la madrugada abro una lata
y pongo al fuego algunos peces
("el poeta ocasional", s.c. al traductor)
el viento sabe lo que el amor es
el verano del día destella majestuosos colores
un solitario pescador examina
la herida del mundo
una campana oscila violenta y se inflama
gente corretea en la tarde
asumiendo las consecuencias del tiempo
alguien se inclina hacia el piano
alguien carga la escalera del pasado
el adormecimiento se pospone unos minutos
sólo unos minutos
el sol indaga la sombra
y bebiendo agua de un espejo lustroso
veo al enemigo
en medio de un viejo buque petrolero
la canción del tenor enfurece al mar
a las tres de la madrugada abro una lata
y pongo al fuego algunos peces
("el poeta ocasional", s.c. al traductor)
viernes, 23 de octubre de 2015
Christian Peña (1985 )
Ismael equilibrista
Vives entre líneas, Ismael,
caminas sobre ellas,
las reconoces en cada sitio.
¿Recuerdas tu niñez
jugando a la geometría
mientras el resto de los primos
jugábamos futbol?
¿Recuerdas que caminabas
con los brazos abiertos
sobre la orilla de la banqueta?
¿Recuerdas que, ya grande,
una línea del metro
te llevaba al trabajo
y que empezaste a trazar
largas líneas de cocaína
hasta volverte polvo la nariz?
Primo,
tengo la foto del día que recorriste
la línea de la alfombra hacia el altar.
Hermano,
tengo la carne viva si recuerdo
las veces que intentaste suicidarte.
No olvido el día en que un cuchillo
te dibujó el abdomen,
ni la soga en tu cuello
perpendicular al piso.
Ismael, equilibrista,
cuántas veces he tocado
tu cabeza azotada contra las paredes,
cuántas veces te he escuchado
pedir a gritos que se te salga el diablo,
cuántas veces has leído las líneas de mi mano
para contarme el futuro.
Me confiesas, en medio del delirio,
que ves líneas en la frente de la abuela,
que es una cuerda floja la cordura.
Ismael, ayer soñé contigo:
pude verte, recostado,
nuevamente a la orilla del abismo
mientras una sonora y entrecortada línea
era tu ritmo cardíaco
en la sala de urgencias.
("de todos lados las voces", ed.uacm, méxico, 2010)
Vives entre líneas, Ismael,
caminas sobre ellas,
las reconoces en cada sitio.
¿Recuerdas tu niñez
jugando a la geometría
mientras el resto de los primos
jugábamos futbol?
¿Recuerdas que caminabas
con los brazos abiertos
sobre la orilla de la banqueta?
¿Recuerdas que, ya grande,
una línea del metro
te llevaba al trabajo
y que empezaste a trazar
largas líneas de cocaína
hasta volverte polvo la nariz?
Primo,
tengo la foto del día que recorriste
la línea de la alfombra hacia el altar.
Hermano,
tengo la carne viva si recuerdo
las veces que intentaste suicidarte.
No olvido el día en que un cuchillo
te dibujó el abdomen,
ni la soga en tu cuello
perpendicular al piso.
Ismael, equilibrista,
cuántas veces he tocado
tu cabeza azotada contra las paredes,
cuántas veces te he escuchado
pedir a gritos que se te salga el diablo,
cuántas veces has leído las líneas de mi mano
para contarme el futuro.
Me confiesas, en medio del delirio,
que ves líneas en la frente de la abuela,
que es una cuerda floja la cordura.
Ismael, ayer soñé contigo:
pude verte, recostado,
nuevamente a la orilla del abismo
mientras una sonora y entrecortada línea
era tu ritmo cardíaco
en la sala de urgencias.
("de todos lados las voces", ed.uacm, méxico, 2010)
jueves, 22 de octubre de 2015
Daniela Camozzi (1969 )
La tía Ema
El tapizado impecable
del Fiat familiar color ladrillo
huele a esencias dulzonas
como las rosas
del jardín de la tía Ema.
Hay enjambres
de avispas doradas
que si te tocan te clavan
su aguijón venenoso.
La pollera de la tía Ema
es tan acampanada
que cuando el viento la levanta
se sacuden las rosas,
las ramas, la casa.
Un viento que llega
hasta la ruta
y me golpea en la cara
me despabila y me hace
a mí también
dueña de su jardín.
El tapizado impecable
del Fiat familiar color ladrillo
huele a esencias dulzonas
como las rosas
del jardín de la tía Ema.
Hay enjambres
de avispas doradas
que si te tocan te clavan
su aguijón venenoso.
La pollera de la tía Ema
es tan acampanada
que cuando el viento la levanta
se sacuden las rosas,
las ramas, la casa.
Un viento que llega
hasta la ruta
y me golpea en la cara
me despabila y me hace
a mí también
dueña de su jardín.
("marcelo leites")
miércoles, 21 de octubre de 2015
Marino Muñoz Lagos (1925 )
Retrato vivo de mi padre muerto
Murió en abril: tiempo de lluvia. Otoñecida
estrella le cubría la frente como un agua.
Era un hombre pequeño, realzado de pronto
por una lenta mano, florecida manzana.
Una sombra rebelde le dormía los ojos,
como un álamo triste, como una llamarada.
Era en el tiempo niño: el tiempo inconmovible
de los bosques mojados en sus nobles estancias.
Allí nacía él, allí crecían lentamente
sus cábalas maestras, su suerte enmarañada;
allí, en las pobres vasijas, en el solar
terrestre donde la espiga levantaba
su fantasma perfecto, su pan crepusculario.
Le conocí de cerca una lenta mañana
de invierno. Como sabias monedas invariables
las lluvias pasajeras sobre el techo cantaban.
Su mano sarmentosa se halló como la fina
prolongación del tallo de las dalias.
¿Era él?, ciertamente lo digo. Ciertamente,
como que ahora escribo tendido sobre el alba.
Su rostro era tan triste. Sus ojos pensativos
recorrían celestes los cuadros de la casa.
A mí me parecía, por sus limpios modales,
que sólo de un campesino pobre se trataba.
Era hijo del trigo. Venido de un barbecho
donde la luna muestra sus haciendas intactas.
Y en efecto lo era: nacido como tantos
entre un bosque brumoso y una verde montaña,
el campo se extendía por su cuerpo estrellado
y por sus venas rojas la tierra dura andaba.
Murió en abril, tiempo de lluvia, de lluvia
colonial, antigua lluvia, dolorosa campana.
Le llevaron dormido, entre
todos los hombres que vivieron el agua
gozando las estrellas, las nubes y los recios
contornos labradores de las grises comarcas.
Le conocí de cerca, lo traté tantas veces.
Conversamos del tiempo, del trigo y la esperanza.
Murió en abril. Yo estaba lejos. Su esqueleto
vegetal bajo un huerto florido descansa.
("rua das petras" e "inmaculada decepción")
Murió en abril: tiempo de lluvia. Otoñecida
estrella le cubría la frente como un agua.
Era un hombre pequeño, realzado de pronto
por una lenta mano, florecida manzana.
Una sombra rebelde le dormía los ojos,
como un álamo triste, como una llamarada.
Era en el tiempo niño: el tiempo inconmovible
de los bosques mojados en sus nobles estancias.
Allí nacía él, allí crecían lentamente
sus cábalas maestras, su suerte enmarañada;
allí, en las pobres vasijas, en el solar
terrestre donde la espiga levantaba
su fantasma perfecto, su pan crepusculario.
Le conocí de cerca una lenta mañana
de invierno. Como sabias monedas invariables
las lluvias pasajeras sobre el techo cantaban.
Su mano sarmentosa se halló como la fina
prolongación del tallo de las dalias.
¿Era él?, ciertamente lo digo. Ciertamente,
como que ahora escribo tendido sobre el alba.
Su rostro era tan triste. Sus ojos pensativos
recorrían celestes los cuadros de la casa.
A mí me parecía, por sus limpios modales,
que sólo de un campesino pobre se trataba.
Era hijo del trigo. Venido de un barbecho
donde la luna muestra sus haciendas intactas.
Y en efecto lo era: nacido como tantos
entre un bosque brumoso y una verde montaña,
el campo se extendía por su cuerpo estrellado
y por sus venas rojas la tierra dura andaba.
Murió en abril, tiempo de lluvia, de lluvia
colonial, antigua lluvia, dolorosa campana.
Le llevaron dormido, entre
todos los hombres que vivieron el agua
gozando las estrellas, las nubes y los recios
contornos labradores de las grises comarcas.
Le conocí de cerca, lo traté tantas veces.
Conversamos del tiempo, del trigo y la esperanza.
Murió en abril. Yo estaba lejos. Su esqueleto
vegetal bajo un huerto florido descansa.
("rua das petras" e "inmaculada decepción")
martes, 20 de octubre de 2015
Christian Peña (1985 )
Del eco de tu padre en la memoria.
Del aullido del perro en la azotea.
Del murmullo en un callejón oscuro.
De los rayos de luna tocando en tu ventana.
Del grito que te cimbra. Del silencio.
De una puerta que rechina al cerrarse.
Del ritmo galopante de tu sangre.
De tu respiración entrecortada.
De todo lados las voces.
("de todos lados las voces", ed. uacm, méxico, 2010)
Del aullido del perro en la azotea.
Del murmullo en un callejón oscuro.
De los rayos de luna tocando en tu ventana.
Del grito que te cimbra. Del silencio.
De una puerta que rechina al cerrarse.
Del ritmo galopante de tu sangre.
De tu respiración entrecortada.
De todo lados las voces.
("de todos lados las voces", ed. uacm, méxico, 2010)
lunes, 19 de octubre de 2015
Romilio Ribero (1933/1974 )
Retrato de un pájaro
Quédese usted quieto señor pájaro que no tengo tiempo para fotografiarlo.
Quédese Ud. como Dios manda y los buenos modales.
El pico en alto, ese instrumento de la maravilla, del pillaje y de la calumnia.
No debería Ud. señor Pájaro ser tan chismoso.
Bien sabe que todo el vecindario lo considera como un monarca de las tinieblas
y por eso me cuelgan de las ventanas ramos de hierbas olorosas
y dibujan sobre mi puerta con sangre y sal leyendas intraducibles.
Lo he comprado a Ud. señor Pájaro en el mercado de los otros pájaros.
Pero Ud. no es como los otros. Ud. anuncia la tormenta y la nieve
y sus mayores fueron los augures de las enfermedades del lejano vivir.
Es incomprensible cómo, pero cómo Ud. una criatura tan solemne y misteriosa
haya podido caer en la jaula que le tendieron los chiquilines en la montaña,
cómo lo engañaron con un mísero puñado de alpiste y unos trocitos de carne
disuelta en agua,
cómo se dejó cortar esas alas negras y vendar esos ojos de ópalo que se
asemejan a los países de la nostalgia.
Yo no entiendo cómo Ud., un pájaro tan sobrenatural,
tan espectral, tan lleno de ferocidad y de amor
pudo llegar a esto, un presidiario que se vende, que ha perdido el oro
de sus patas y de su pico,
que sus plumas son fulgurantes piedras capaces de atravesar el conjuro del sol,
que todo lo que le venía por estirpes y dinastías, lo ha perdido
como se pierden los difuntos en los países del agua y del viento.
A veces, cuando lo veo en su jaula, debatiéndose en vano,
quisiera escarbar con una aguja sus sesos,
ver qué ha sucedido adentro de Ud. para ese cambio tan misterioso,
en dónde ha quedado su poderío desconocido, su lujuria para amar,
sus corrupciones entre los otros pájaros, el escándalo que despertaban sus silbidos
en la corte del Rey de las Barajas.
Y lo veo así, castrado, ruinoso, melancólico, dándose contra los hierros,
mirando cómo suceden los días y el porvenir se le presenta con olor a gato,
con los pobres comestibles del mendigo en su jaula, con piojos y flautas metálicas
que quieren enseñarle nuevamente a cantar,
con sus ojos fatigados como las lámparas del festín de Baltasar,
esperando el crimen que habrá de salvarlo definitivamente.
Esa puerta que no da a ningún país de maravillas.
Esa puerta que se abre hacia el hechizo de la sangre.
("marcelo leites")
Quédese usted quieto señor pájaro que no tengo tiempo para fotografiarlo.
Quédese Ud. como Dios manda y los buenos modales.
El pico en alto, ese instrumento de la maravilla, del pillaje y de la calumnia.
No debería Ud. señor Pájaro ser tan chismoso.
Bien sabe que todo el vecindario lo considera como un monarca de las tinieblas
y por eso me cuelgan de las ventanas ramos de hierbas olorosas
y dibujan sobre mi puerta con sangre y sal leyendas intraducibles.
Lo he comprado a Ud. señor Pájaro en el mercado de los otros pájaros.
Pero Ud. no es como los otros. Ud. anuncia la tormenta y la nieve
y sus mayores fueron los augures de las enfermedades del lejano vivir.
Es incomprensible cómo, pero cómo Ud. una criatura tan solemne y misteriosa
haya podido caer en la jaula que le tendieron los chiquilines en la montaña,
cómo lo engañaron con un mísero puñado de alpiste y unos trocitos de carne
disuelta en agua,
cómo se dejó cortar esas alas negras y vendar esos ojos de ópalo que se
asemejan a los países de la nostalgia.
Yo no entiendo cómo Ud., un pájaro tan sobrenatural,
tan espectral, tan lleno de ferocidad y de amor
pudo llegar a esto, un presidiario que se vende, que ha perdido el oro
de sus patas y de su pico,
que sus plumas son fulgurantes piedras capaces de atravesar el conjuro del sol,
que todo lo que le venía por estirpes y dinastías, lo ha perdido
como se pierden los difuntos en los países del agua y del viento.
A veces, cuando lo veo en su jaula, debatiéndose en vano,
quisiera escarbar con una aguja sus sesos,
ver qué ha sucedido adentro de Ud. para ese cambio tan misterioso,
en dónde ha quedado su poderío desconocido, su lujuria para amar,
sus corrupciones entre los otros pájaros, el escándalo que despertaban sus silbidos
en la corte del Rey de las Barajas.
Y lo veo así, castrado, ruinoso, melancólico, dándose contra los hierros,
mirando cómo suceden los días y el porvenir se le presenta con olor a gato,
con los pobres comestibles del mendigo en su jaula, con piojos y flautas metálicas
que quieren enseñarle nuevamente a cantar,
con sus ojos fatigados como las lámparas del festín de Baltasar,
esperando el crimen que habrá de salvarlo definitivamente.
Esa puerta que no da a ningún país de maravillas.
Esa puerta que se abre hacia el hechizo de la sangre.
("marcelo leites")
domingo, 18 de octubre de 2015
Jorge Posada (1980 )
La misma...
la misma prostituta
que desde hace años
me atiende
fanny
transexual
en la habitación
se desnuda
tiene marcas
en el cuerpo
golpes
cortadas
nos masturbamos
tomo una ducha
regresa a la calle
("costa sin mar")
la misma prostituta
que desde hace años
me atiende
fanny
transexual
en la habitación
se desnuda
tiene marcas
en el cuerpo
golpes
cortadas
nos masturbamos
tomo una ducha
regresa a la calle
("costa sin mar")
sábado, 17 de octubre de 2015
Abigael Bohórquez (1937/1995 )
Sentencia
Jugaréis por instantes del vocablo
como decir: Si se mudó
en mi ausencia,
ya no es mujer estable,
sino establo.
Lope de Vega
dejadlo al villano pene,
yendo y viniendo;
una vez entrando
y otra vez saliendo
por sécula su culorum; que pene.
Qué pene!!!
("digo lo que amo", uacm, méxico, d.f., 2015)
Jugaréis por instantes del vocablo
como decir: Si se mudó
en mi ausencia,
ya no es mujer estable,
sino establo.
Lope de Vega
dejadlo al villano pene,
yendo y viniendo;
una vez entrando
y otra vez saliendo
por sécula su culorum; que pene.
Qué pene!!!
("digo lo que amo", uacm, méxico, d.f., 2015)
viernes, 16 de octubre de 2015
Jacobo Regen (1935 )
Elegía
I
Íbamos juntos, madre,
por una calle extraña
de una ciudad desconocida.
Los fanales temblaban
bajo la lluvia, iluminando rostros
que nunca vimos antes,
que no vemos ahora.
Nos miraban
pero no lo advertíamos...
Con el dolor en alto —que fue el único
laurel para tu frente-,
me absolvían tus ojos
de todo el desamor,
de la distancia
que puse entre tus sueños y mi vida.
II
Yo no miro este cielo.
En cada nube, en cada gajo de inmensidad,
hallaría un reproche
que desde el fondo de tu ausencia viene.
Porque de pronto escucho tu voz, tu voz
lejana,
tu silencio,
y un sobrecogimiento de infinito tiembla
en mi corazón.
Tú, sin embargo, me perdonas.
Y sigues, en mis sueños, envolviéndome
con tu mirada pura llena de luz sin fondo.
¿Por qué -me digo ahora-,
por qué llega el amor cuando la rosa
sus cenizas esparce al firmamento?
Cuando se corporiza en el delirio
lo que vimos pasar como una sombra,
ebrios de nuestra muerte.
("marcelo leites")
I
Íbamos juntos, madre,
por una calle extraña
de una ciudad desconocida.
Los fanales temblaban
bajo la lluvia, iluminando rostros
que nunca vimos antes,
que no vemos ahora.
Nos miraban
pero no lo advertíamos...
Con el dolor en alto —que fue el único
laurel para tu frente-,
me absolvían tus ojos
de todo el desamor,
de la distancia
que puse entre tus sueños y mi vida.
II
Yo no miro este cielo.
En cada nube, en cada gajo de inmensidad,
hallaría un reproche
que desde el fondo de tu ausencia viene.
Porque de pronto escucho tu voz, tu voz
lejana,
tu silencio,
y un sobrecogimiento de infinito tiembla
en mi corazón.
Tú, sin embargo, me perdonas.
Y sigues, en mis sueños, envolviéndome
con tu mirada pura llena de luz sin fondo.
¿Por qué -me digo ahora-,
por qué llega el amor cuando la rosa
sus cenizas esparce al firmamento?
Cuando se corporiza en el delirio
lo que vimos pasar como una sombra,
ebrios de nuestra muerte.
("marcelo leites")
jueves, 15 de octubre de 2015
Cristina Peri Rossi (1941 )
Aquella noche
La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder.
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino.
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día
Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande
tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.
("runas del deseo, antología poética, 1971-2004", ed. uacm, 2008)
La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder.
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino.
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día
Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande
tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.
("runas del deseo, antología poética, 1971-2004", ed. uacm, 2008)
miércoles, 14 de octubre de 2015
Jotaele Andrade (1974 )
He roto un plato
He roto un plato
de más de treinta años
acota mi madre
pienso cuántas veces
habrá raspado
una cuchara
su fondo
si todo aquel alimento
insuficiente en la infancia
bastará para llenarlo
ahora
que es una forma perdida
que habrá cenado
en él
el hermano
muerto
alguna novia
los primos
definitivos
en la niebla
he roto un plato
de más de treinta años
de existencia entre nosotros
se deslizó como suceden estas cosas
el vidrio resbaló sobre el vidrio
de otro plato
como una memoria colmada de sí
y salió despedido por el aire
anunciando la pequeña tragedia
y el estruendo
conque toda historia familiar
comienza a derrumbarse
("blog del amasijo")
martes, 13 de octubre de 2015
José Antonio Ramos Sucre (1890/1930 )
La caza
La duquesa guarda, montada a caballo, una actitud pudorosa y gentil. Increpa al azor aferrado en el puño y lo despide en seguimiento de un ave distinta.
El azor dibuja un vuelo indeciso y acierta con el rumbo.
La belleza de la señora me distrae de seguir el curso de la caza. Resalta de lleno en el campo uniforme.
Yo recojo del suelo y oculto recatadamente un chapín de cordobán escapado de su pie.
La duquesa nota la pérdida en una tregua de la activa diversión.
Me abstengo de contestar sus preguntas inquietas, donde se traspinta el enfado. Un paje saca a plaza la vergüenza de mi hurto.
La duquesa ríe donosamente al adivinar la señal de una pasión en el más intonso de sus villanos.
("otra iglesia es imposible")
La duquesa guarda, montada a caballo, una actitud pudorosa y gentil. Increpa al azor aferrado en el puño y lo despide en seguimiento de un ave distinta.
El azor dibuja un vuelo indeciso y acierta con el rumbo.
La belleza de la señora me distrae de seguir el curso de la caza. Resalta de lleno en el campo uniforme.
Yo recojo del suelo y oculto recatadamente un chapín de cordobán escapado de su pie.
La duquesa nota la pérdida en una tregua de la activa diversión.
Me abstengo de contestar sus preguntas inquietas, donde se traspinta el enfado. Un paje saca a plaza la vergüenza de mi hurto.
La duquesa ríe donosamente al adivinar la señal de una pasión en el más intonso de sus villanos.
("otra iglesia es imposible")
lunes, 12 de octubre de 2015
Raúl Gustavo Aguirre (1927/1983 )
La trinchera del Rin
Yo, Martin
Heidegger, el filósofo
que pensó lo Impensable
y que anunció la pérdida del Ser
en razón de la ciencia y del olvido,
fui declarado por mis pares
"persona totalmente prescindible"
y enviado a cavar esta trinchera
a lo largo del Rin.
Bajo mis pies se ahonda la tierra venerable.
Cae el azul crepúsculo de Georg Trakl. Tengo frío.
Y en el bosque cercano suena otra vez, oscura,
la risa del idiota que asistía a mis clases.
1980
("otra iglesia es imposible")
Yo, Martin
Heidegger, el filósofo
que pensó lo Impensable
y que anunció la pérdida del Ser
en razón de la ciencia y del olvido,
fui declarado por mis pares
"persona totalmente prescindible"
y enviado a cavar esta trinchera
a lo largo del Rin.
Bajo mis pies se ahonda la tierra venerable.
Cae el azul crepúsculo de Georg Trakl. Tengo frío.
Y en el bosque cercano suena otra vez, oscura,
la risa del idiota que asistía a mis clases.
1980
("otra iglesia es imposible")
domingo, 11 de octubre de 2015
Uriel Martínez (1950 )
Olinalá
era lunes, ya había caído
la noche; mientras ordenaba
la ropa por color, me acordé
de ti.
había prendas que me llevé
al olfato, otras al tacto,
sí, las blancas, las de algodón,
las desgastadas.
al momento de doblar las mangas
ya no alcancé el olor a cloro,
estuvieron expuestas al viento
y al sol doce horas.
tampoco olían a ti, ni a mí,
ni a nadie; eran prendas
para guardarse en perchas
como antiguamente se guardaban
cartas, mechones, timbres
postales, dientes desprendidos,
ex libris, pliegues, hojas secas,
esquelas, retratos en cajas
de Olinalá rectangulares.
era lunes, ya había caído
la noche; mientras ordenaba
la ropa por color, me acordé
de ti.
había prendas que me llevé
al olfato, otras al tacto,
sí, las blancas, las de algodón,
las desgastadas.
al momento de doblar las mangas
ya no alcancé el olor a cloro,
estuvieron expuestas al viento
y al sol doce horas.
tampoco olían a ti, ni a mí,
ni a nadie; eran prendas
para guardarse en perchas
como antiguamente se guardaban
cartas, mechones, timbres
postales, dientes desprendidos,
ex libris, pliegues, hojas secas,
esquelas, retratos en cajas
de Olinalá rectangulares.
sábado, 10 de octubre de 2015
María Sanz (1956 )
Sin título
Tú y yo nos encontramos
en Washington Square.
Me invitaste a cenar
en un club, y la orquesta
tocó para nosotros
«Indian summer»... Bailamos
inmersos en la noche
neoyorquina. Más tarde, mi vestido
brillaba abandonado sobre el suelo
de aquel apartamento, donde era
muy distinta la música: palabras
y suspiros mezclados con sirenas
de los barcos lejanos...
Pero, ¿será posible
que no recuerde ahora,
mientras abro los ojos,
cómo se titulaba la película
donde vi estas escenas?
("emma gunst")
Tú y yo nos encontramos
en Washington Square.
Me invitaste a cenar
en un club, y la orquesta
tocó para nosotros
«Indian summer»... Bailamos
inmersos en la noche
neoyorquina. Más tarde, mi vestido
brillaba abandonado sobre el suelo
de aquel apartamento, donde era
muy distinta la música: palabras
y suspiros mezclados con sirenas
de los barcos lejanos...
Pero, ¿será posible
que no recuerde ahora,
mientras abro los ojos,
cómo se titulaba la película
donde vi estas escenas?
("emma gunst")
viernes, 9 de octubre de 2015
Saúl Ordóñez (1981 )
petite maman
mamá
vas hacia atrás
creces adentro a lo pequeño
con un ruidito de pólipos
preñada de papá
hacia la muerte
vas hacia atrás adentro
adonde no puedo acompañarte
adonde no puedo seguirte
("petite maman", ed. mirabilis, toluca, méxico, abril 2015)
mamá
vas hacia atrás
creces adentro a lo pequeño
con un ruidito de pólipos
preñada de papá
hacia la muerte
vas hacia atrás adentro
adonde no puedo acompañarte
adonde no puedo seguirte
("petite maman", ed. mirabilis, toluca, méxico, abril 2015)
jueves, 8 de octubre de 2015
Leonarda Rivera (1984 )
Música para destruir una ciudad
De las ciudades quedará sólo el viento que pasaba por ellas
Bertolt Brecht
Debo confesarles que nombré cientos de veces esta ciudad
cuando no la conocía/
Cuando toda ella era sólo un hermoso nombre
doblado en cientos de papeles
Debo decirlo como si estuviera a punto de acusarla de algo muy grave
o como si la fuera a dejar por siempre
Y sin embargo esta tarde no encuentro el tono exacto
ni el coraje suficiente
para decir lo mucho que me duele el peso de su aire
la extensión de su cielo cada una de sus calles
Esta tarde quisiera destruirla en un acto de venganza
con la furia y la fuerza de ese antihéroe que no soy
Quisiera decirles a todos ustedes que el libro que la nombraba
ya no existe
Que ese libro escrito en trece versiones quedará inédito
para siempre
y cada versión será sólo
un fragmento de mí retornando a la misma ciudad
a veces bajo el sol de mayo
otras
bajo las lluvias inhóspitas de invierno
Conozco la entrada a esta ciudad
como quien conoce la malla que divide el vacío
y sí
odio esta ciudad
Odio sus veinticuatro meses jaula
sus quince días de octubre
sus sombras que trasmutan en falsas sonrisas
que cuelgan de un ala
que se despliega durante todo el mes de junio
Si hubiera tenido el valor suficiente la habría destruido
Y junto a ella tu nombre de pocas letras
habría ardido veinticuatro grados de furia
Tu falso nombre
Tu falsa sonrisa
Pero he aquí que este personaje
ha perdonado a la ciudad y te ha perdonado a ti
Las palabras me han revelado un secreto:
la fuerza que destruirá la ciudad emana de ella misma
Las palabras me han revelado otro secreto:
la fuerza que te destruirá
está en ti ya desde hace mucho tiempo…
("life vest under your seat")
De las ciudades quedará sólo el viento que pasaba por ellas
Bertolt Brecht
Debo confesarles que nombré cientos de veces esta ciudad
cuando no la conocía/
Cuando toda ella era sólo un hermoso nombre
doblado en cientos de papeles
Debo decirlo como si estuviera a punto de acusarla de algo muy grave
o como si la fuera a dejar por siempre
Y sin embargo esta tarde no encuentro el tono exacto
ni el coraje suficiente
para decir lo mucho que me duele el peso de su aire
la extensión de su cielo cada una de sus calles
Esta tarde quisiera destruirla en un acto de venganza
con la furia y la fuerza de ese antihéroe que no soy
Quisiera decirles a todos ustedes que el libro que la nombraba
ya no existe
Que ese libro escrito en trece versiones quedará inédito
para siempre
y cada versión será sólo
un fragmento de mí retornando a la misma ciudad
a veces bajo el sol de mayo
otras
bajo las lluvias inhóspitas de invierno
Conozco la entrada a esta ciudad
como quien conoce la malla que divide el vacío
y sí
odio esta ciudad
Odio sus veinticuatro meses jaula
sus quince días de octubre
sus sombras que trasmutan en falsas sonrisas
que cuelgan de un ala
que se despliega durante todo el mes de junio
Si hubiera tenido el valor suficiente la habría destruido
Y junto a ella tu nombre de pocas letras
habría ardido veinticuatro grados de furia
Tu falso nombre
Tu falsa sonrisa
Pero he aquí que este personaje
ha perdonado a la ciudad y te ha perdonado a ti
Las palabras me han revelado un secreto:
la fuerza que destruirá la ciudad emana de ella misma
Las palabras me han revelado otro secreto:
la fuerza que te destruirá
está en ti ya desde hace mucho tiempo…
("life vest under your seat")
miércoles, 7 de octubre de 2015
Fernando del Paso (1935 )
LXXIX
Cuando yo era niño,
en la playa de Caleta
de Acapulco,
el agua me llegaba al cuello.
Un agua transparente y clara,
como la nada,
y veía yo pasar,
entre mis piernas,
miríadas de peces amarillos,
como si fueran bandadas
de aves doradas
retratadas en esa agua,
en esa nada.
Hoy, muchos años más tarde,
o quizá sería mejor decir: muchos años más noche,
sólo veo pasar a mis muertos
entre dos aguas.
Llamemos a una de esas dos aguas recuerdo,
y a la otra olvido.
Y a la suma de las dos, nada.
Hoy, que de nuevo me llega al cuello
el agua.
("premio fil de literatura 2007", guadalajara, méxico)
Cuando yo era niño,
en la playa de Caleta
de Acapulco,
el agua me llegaba al cuello.
Un agua transparente y clara,
como la nada,
y veía yo pasar,
entre mis piernas,
miríadas de peces amarillos,
como si fueran bandadas
de aves doradas
retratadas en esa agua,
en esa nada.
Hoy, muchos años más tarde,
o quizá sería mejor decir: muchos años más noche,
sólo veo pasar a mis muertos
entre dos aguas.
Llamemos a una de esas dos aguas recuerdo,
y a la otra olvido.
Y a la suma de las dos, nada.
Hoy, que de nuevo me llega al cuello
el agua.
("premio fil de literatura 2007", guadalajara, méxico)
martes, 6 de octubre de 2015
Felipe Benítez Reyes (1960 )
Planeta Juan Vida
Los bañistas linfáticos en playas espectrales,
flotando en un mar que gira como el tiempo.
El hombre que camina por la nieve,
perseguido de sí,
oscuro de pasado y de quimeras.
El perrillo altanero que custodia la Nada
de una zona industrial.
La muchacha que duerme con el dedo en la boca,
soñando con leopardos
que surgen de una jungla subconsciente.
La piel de un tigre elástico y sintético.
La casa de la luz siempre encendida,
como un templo de insomnio refulgente.
La casa de la luz siempre apagada,
compacta en su misterio indefinido.
Los ciervos de pezuña fugitiva.
Los pájaros que mueren
en los cielos herméticos.
El toro que se sueña minotauro.
La fruta que es color y es gravidez
y es amarga y se pudre.
Los alcázares árabes y el Paseo de los Tristes,
ondulante en su sierpe
de verso alejandrino y modernista.
Y allí al fondo Granada,
igual que un corazón herido que supura
el ámbar de un crepúsculo narcótico y sin tiempo.
Y se mueven las aguas. Y en las aguas se leen
las leyendas eternas de todo cuanto fluye.
("neorrabioso")
lunes, 5 de octubre de 2015
Silvina López Medin (1976 )
Siesta
Nos dábamos la espalda
ese sonido ahogado
madre, qué era:
por primera vez te escuchaba llorar,
me quedé quieta
apreté la almohada contra la oreja
la almohada con el olor de tu pelo
no pregunté
no me di vuelta
esperé que pasara pero crecía
tu llanto
entre las dos.
Hicimos lo que pudimos, quedarnos
cada una en su lugar
y en algún momento dormirnos.
("el poeta ocasional")
Nos dábamos la espalda
ese sonido ahogado
madre, qué era:
por primera vez te escuchaba llorar,
me quedé quieta
apreté la almohada contra la oreja
la almohada con el olor de tu pelo
no pregunté
no me di vuelta
esperé que pasara pero crecía
tu llanto
entre las dos.
Hicimos lo que pudimos, quedarnos
cada una en su lugar
y en algún momento dormirnos.
("el poeta ocasional")
domingo, 4 de octubre de 2015
Olga Orozco (1920/1999 )
En el laberinto
Más de veinte mil días avanzando, siempre penosamente,
siempre a contracorriente,
por esta enmarañada fundación donde giran los vientos
y se cruzan en todas direcciones paisajes
y paredes tapiándome la puerta.
No sé si al continuar no retrocedo
o si al hallar un paso no confundo por una bocanada de niebla
mi camino.
Tal vez volver atrás sea como perder dos veces la partida,
a menos que prefiera demorarme castigando las culpas
o aprendiendo a ceñir de una vez para siempre los nudos
de la duda y el adiós,
pero no está en mi ley el escarmiento, la trampa en el reverso del tapiz,
y tampoco podré nacer de nuevo como la flor cerrada.
Habrá que proseguir desenrollando el mundo, deshaciendo el ovillo,
para entregar los restos a la tejedora,
como quiera que sea, en el extremo o en el centro, a la salida.
He visto varias veces pasar su sombra por algunos ojos,
cubrirlos hasta el fondo,
varias veces graznaron a mi lado sus cuervos.
Perdí de vista fieles paraísos y amores insolubles como las catedrales.
Encontré quienes fueron mis propios laberintos dentro del laberinto,
así como presumo que comienza uno más donde se cree
que este termina.
Extravié junto a nidos de serpientes mi confuso camino
y me obligó a desviarme más de un brillo de tigres
en la noche abierta.
Siempre hay sendas que vuelan y me arrojan en un despeñadero
y otras me decapitan vertiginosamente bajo las últimas fronteras.
Recuento mis pedazos, recojo mis exiguas pertenencias y sigo,
no sé si dando vueltas,
si girando en redondo alrededor de la misma prisión,
del mismo asilo, de la misma emboscada, por muchísimo tiempo,
siempre con una soga tensa contra el cuello o contra los tobillos.
A ras del suelo no se distingue adónde van las aguas
ni la intención del muro.
Sólo veo fragmentos de meandros que transcurren
como una intriga en piedra,
etapas que parecen las circunvoluciones de una esfinge de arena,
corredores tortuosos al acecho de la menor incertidumbre,
trozos desparramados de otro mundo que se rompió en pedazos.
Pero desde lo alto, si alguien mira,
si alguien juzga la obra desde el séptimo día,
ha de ver la espesura como el plano de una disciplinada fortaleza,
un inmenso acertijo donde la geometría dispone
transgresiones y franquicias,
un jardín prodigiosos con proverbios para malos y buenos,
un mandala que al final se descifra.
Ignoro aquí quién soy.
Tal vez alguien lo sepa, tal vez tengo un cartel adherido a la espalda.
Sospecho que soy monstruo y laberinto.
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo 1998")
Más de veinte mil días avanzando, siempre penosamente,
siempre a contracorriente,
por esta enmarañada fundación donde giran los vientos
y se cruzan en todas direcciones paisajes
y paredes tapiándome la puerta.
No sé si al continuar no retrocedo
o si al hallar un paso no confundo por una bocanada de niebla
mi camino.
Tal vez volver atrás sea como perder dos veces la partida,
a menos que prefiera demorarme castigando las culpas
o aprendiendo a ceñir de una vez para siempre los nudos
de la duda y el adiós,
pero no está en mi ley el escarmiento, la trampa en el reverso del tapiz,
y tampoco podré nacer de nuevo como la flor cerrada.
Habrá que proseguir desenrollando el mundo, deshaciendo el ovillo,
para entregar los restos a la tejedora,
como quiera que sea, en el extremo o en el centro, a la salida.
He visto varias veces pasar su sombra por algunos ojos,
cubrirlos hasta el fondo,
varias veces graznaron a mi lado sus cuervos.
Perdí de vista fieles paraísos y amores insolubles como las catedrales.
Encontré quienes fueron mis propios laberintos dentro del laberinto,
así como presumo que comienza uno más donde se cree
que este termina.
Extravié junto a nidos de serpientes mi confuso camino
y me obligó a desviarme más de un brillo de tigres
en la noche abierta.
Siempre hay sendas que vuelan y me arrojan en un despeñadero
y otras me decapitan vertiginosamente bajo las últimas fronteras.
Recuento mis pedazos, recojo mis exiguas pertenencias y sigo,
no sé si dando vueltas,
si girando en redondo alrededor de la misma prisión,
del mismo asilo, de la misma emboscada, por muchísimo tiempo,
siempre con una soga tensa contra el cuello o contra los tobillos.
A ras del suelo no se distingue adónde van las aguas
ni la intención del muro.
Sólo veo fragmentos de meandros que transcurren
como una intriga en piedra,
etapas que parecen las circunvoluciones de una esfinge de arena,
corredores tortuosos al acecho de la menor incertidumbre,
trozos desparramados de otro mundo que se rompió en pedazos.
Pero desde lo alto, si alguien mira,
si alguien juzga la obra desde el séptimo día,
ha de ver la espesura como el plano de una disciplinada fortaleza,
un inmenso acertijo donde la geometría dispone
transgresiones y franquicias,
un jardín prodigiosos con proverbios para malos y buenos,
un mandala que al final se descifra.
Ignoro aquí quién soy.
Tal vez alguien lo sepa, tal vez tengo un cartel adherido a la espalda.
Sospecho que soy monstruo y laberinto.
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo 1998")
sábado, 3 de octubre de 2015
Cintio Vitier (1921/2009 )
Esos árboles
al padre ángel gaztelu
Ese silencio santo de los árboles
girando, mientras paso, como hombres
que hubieran ya salido de lo oscuro
alentaran aún en la penumbra:
ese silencio de los santos árboles
sentados a las puertas de sus tiendas,
ancianos sabios, jueces que no juzgan,
esperadores sólo del rocío:
esos árboles santos del silencio
clamando, mientras paso, su lenguaje
que ningún árbol vivo reconoce
y vuela absorto con las nubes sueltas:
esos santos del árbol del silencio
arrodillados en la azul terraza
invocando despiertos lo que duerme
en nuestro corazón cuando pasamos:
esos árboles del silencio santo
que nos está esperando en la otra orilla
que desde aquí podemos vislumbrar
como un pueblo en la tarde tras un río...
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo 2002")
al padre ángel gaztelu
Ese silencio santo de los árboles
girando, mientras paso, como hombres
que hubieran ya salido de lo oscuro
alentaran aún en la penumbra:
ese silencio de los santos árboles
sentados a las puertas de sus tiendas,
ancianos sabios, jueces que no juzgan,
esperadores sólo del rocío:
esos árboles santos del silencio
clamando, mientras paso, su lenguaje
que ningún árbol vivo reconoce
y vuela absorto con las nubes sueltas:
esos santos del árbol del silencio
arrodillados en la azul terraza
invocando despiertos lo que duerme
en nuestro corazón cuando pasamos:
esos árboles del silencio santo
que nos está esperando en la otra orilla
que desde aquí podemos vislumbrar
como un pueblo en la tarde tras un río...
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo 2002")
viernes, 2 de octubre de 2015
Wislawa Szymborska, poeta
Notas de una expedición no realizada al Himalaya
Así, pues, esto es el Himalaya.
Montañas corriendo hacia la luna.
El instante del despegue detenido
en un cielo rasgado.
Un desierto de nubes lleno de agujeros.
Un golpe en la nada.
El eco: un mudo blanco.
Silencio.
Yeti, abajo es miércoles,
hay abecedario y pan,
dos y dos son cuatro,
y la nieve se funde.
Hay una manzana roja
partida en cuatro.
Yeti, entre nosotros
no sólo existe el crimen.
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.
Heredamos la esperanza,
regalo del olvido.
Verás cómo entre ruinas
damos a luz niños.
Yeti, tenemos a Shakespeare.
Yeti, tocamos el violín.
Yeti, al anochecer
prendemos la luz.
Aquí, ni luna ni tierra,
y se congelan las lágrimas.
¡Oh, Yeti, casi hombre de la luna,
piénsalo y vuelve!
Así dije, a gritos, al Yeti
entre las cuatro paredes de avalanchas,
y para entrar en calor pateaba
en la nieve,
en la eterna.
["life vest under your seat", s/c a traductores]
Así, pues, esto es el Himalaya.
Montañas corriendo hacia la luna.
El instante del despegue detenido
en un cielo rasgado.
Un desierto de nubes lleno de agujeros.
Un golpe en la nada.
El eco: un mudo blanco.
Silencio.
Yeti, abajo es miércoles,
hay abecedario y pan,
dos y dos son cuatro,
y la nieve se funde.
Hay una manzana roja
partida en cuatro.
Yeti, entre nosotros
no sólo existe el crimen.
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.
Heredamos la esperanza,
regalo del olvido.
Verás cómo entre ruinas
damos a luz niños.
Yeti, tenemos a Shakespeare.
Yeti, tocamos el violín.
Yeti, al anochecer
prendemos la luz.
Aquí, ni luna ni tierra,
y se congelan las lágrimas.
¡Oh, Yeti, casi hombre de la luna,
piénsalo y vuelve!
Así dije, a gritos, al Yeti
entre las cuatro paredes de avalanchas,
y para entrar en calor pateaba
en la nieve,
en la eterna.
["life vest under your seat", s/c a traductores]
jueves, 1 de octubre de 2015
Eliseo Diego (1920/1994 )
En esta extraña calle
En esta extraña calle donde vivo,
esta increíble calle de otra parte,
quién habita esa casa que es la mía
y entrando por la puerta grande y ocre
me deja fuera a mí, que soy él mismo,
temblando como un niño ante la entrada.
Me deja a la intemperie de este mundo
como en ciudad ajena donde debo
inventarme un quehacer igual al mío
y con palabras que jamás se amigan
ni sé qué son ni nunca lo he sabido
explicar a empellones que no entiendo
qué hago yo entre estas rocas bien medidas
con geométricas grutas donde moran
los que vanse y regrésanse sin prisa
y a lo sumo me miran de reojo
como si sólo fuese el que hubo entrado
apenas no sé cuándo allá en sí mismo
hacia el infierno que naturalmente
será saberme siempre el que está fuera
temblando ante la entrada como un niño.
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo", 1993)
En esta extraña calle donde vivo,
esta increíble calle de otra parte,
quién habita esa casa que es la mía
y entrando por la puerta grande y ocre
me deja fuera a mí, que soy él mismo,
temblando como un niño ante la entrada.
Me deja a la intemperie de este mundo
como en ciudad ajena donde debo
inventarme un quehacer igual al mío
y con palabras que jamás se amigan
ni sé qué son ni nunca lo he sabido
explicar a empellones que no entiendo
qué hago yo entre estas rocas bien medidas
con geométricas grutas donde moran
los que vanse y regrésanse sin prisa
y a lo sumo me miran de reojo
como si sólo fuese el que hubo entrado
apenas no sé cuándo allá en sí mismo
hacia el infierno que naturalmente
será saberme siempre el que está fuera
temblando ante la entrada como un niño.
("premio de literatura latinoamericana y del caribe juan rulfo", 1993)
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