La orilla del mar
No es agua ni arena
la orilla del mar.
El agua sonora
de espuma sencilla,
el agua no puede
formarse la orilla.
Y porque descanse
en muelle lugar,
no es agua ni arena
la orilla del mar.
Las cosas discretas,
amables, sencillas;
las cosas se juntan
como las orillas.
Lo mismo los labios,
si quieren besar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.
Yo sólo me miro
por cosa de muerto;
solo, desolado,
como en un desierto.
A mí venga el lloro,
pues debo penar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.
("antología de la poesía hispanoamericana contemporánea: 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973)
sábado, 30 de noviembre de 2019
viernes, 29 de noviembre de 2019
Eugenio Montejo (1938/2008 )
Los árboles
Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.
Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.
("sureando")
Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.
Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.
("sureando")
jueves, 28 de noviembre de 2019
José Coronel Urtecho (1906/1994 )
Credo
Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.
Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque hasta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.
Creo que la belleza tan sencilla
que se revela en esta maravilla
es reflejo no más de tu hermosura.
Qué importa pues que esta belleza muera
si he de ver la hermosura duradera
que en tu infinito corazón madura.
("poeticous")
Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.
Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque hasta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.
Creo que la belleza tan sencilla
que se revela en esta maravilla
es reflejo no más de tu hermosura.
Qué importa pues que esta belleza muera
si he de ver la hermosura duradera
que en tu infinito corazón madura.
("poeticous")
miércoles, 27 de noviembre de 2019
Vladimír Holan (1905/1980 )
Cuando llueve en domingo y tú estás solo...
Cuando llueve en domingo y tú estás solo,
completamente solo,
abierto a todo, pero no llega ni el ladrón
y no llama a la puerta ni el borracho ni el enemigo;
cuando llueve en domingo mientras tú estás abandonado
y no comprendes cómo vivir sin cuerpo
y cómo no vivir puesto que tienes cuerpo;
cuando llueve en domingo y, solo, no eres más que tú,
¡no esperes ni hablar contigo mismo!
Entonces el ángel es el único que sabe
lo que hay encima de él,
entonces el diablo es el único que sabe
lo que hay debajo de él.
El libro sostenido, el poema al caer…
("la delicia de leer", versión clara janés)
Cuando llueve en domingo y tú estás solo,
completamente solo,
abierto a todo, pero no llega ni el ladrón
y no llama a la puerta ni el borracho ni el enemigo;
cuando llueve en domingo mientras tú estás abandonado
y no comprendes cómo vivir sin cuerpo
y cómo no vivir puesto que tienes cuerpo;
cuando llueve en domingo y, solo, no eres más que tú,
¡no esperes ni hablar contigo mismo!
Entonces el ángel es el único que sabe
lo que hay encima de él,
entonces el diablo es el único que sabe
lo que hay debajo de él.
El libro sostenido, el poema al caer…
("la delicia de leer", versión clara janés)
martes, 26 de noviembre de 2019
Aurora Luque (1962 )
Fecha de caducidad
Con el traje de junio
la vida se mostraba casi dócil
entre toallas verdes y amarillas
y lycra luminosa compartiendo
fronteras con la piel. Olor a mar templado
y la pereza cómplice
de olas y bañistas: era propicio hundirse
en esas lentejuelas soleadas del agua
o en las selvas pintadas sobre los bañadores,
desmenuzar el velo finísimo de sal
de unos hombros cercanos
y posponer la noche y su aventura.
Parecía la vida un puro litoral
pero avanzó una sombra:
al borrar con saliva la sal de la mañana
pude ver la inscripción junto al omóplato:
FRUTA PERECEDERA. Consumir
de preferencia ahora. El producto se altera fácilmente,
antes que los deseos. No se admiten
reclamaciones.
("cervantes virtual")
Con el traje de junio
la vida se mostraba casi dócil
entre toallas verdes y amarillas
y lycra luminosa compartiendo
fronteras con la piel. Olor a mar templado
y la pereza cómplice
de olas y bañistas: era propicio hundirse
en esas lentejuelas soleadas del agua
o en las selvas pintadas sobre los bañadores,
desmenuzar el velo finísimo de sal
de unos hombros cercanos
y posponer la noche y su aventura.
Parecía la vida un puro litoral
pero avanzó una sombra:
al borrar con saliva la sal de la mañana
pude ver la inscripción junto al omóplato:
FRUTA PERECEDERA. Consumir
de preferencia ahora. El producto se altera fácilmente,
antes que los deseos. No se admiten
reclamaciones.
("cervantes virtual")
lunes, 25 de noviembre de 2019
Oscar Hahn (1938 )
Gladiolos junto al mar
Gladiolos rojos de sangrantes plumas
lenguas del campo llamas olorosas:
de las olas azules amorosas
cartas os llegan: pálidas espumas
Flotan sobre las alas de las brumas
epístolas de polen numerosas
donde a las aguas piden por esposas
gladiolos rojos de sangrantes plumas
Movidas son las olas por el viento
y el pie de los gladiolos van besando
al son de un suave y blando movimiento
y en cada dulce flor de sangre inerte
la muerte va con piel de sal entrando
y entrando van las flores en la muerte
("revista altazor")
Gladiolos rojos de sangrantes plumas
lenguas del campo llamas olorosas:
de las olas azules amorosas
cartas os llegan: pálidas espumas
Flotan sobre las alas de las brumas
epístolas de polen numerosas
donde a las aguas piden por esposas
gladiolos rojos de sangrantes plumas
Movidas son las olas por el viento
y el pie de los gladiolos van besando
al son de un suave y blando movimiento
y en cada dulce flor de sangre inerte
la muerte va con piel de sal entrando
y entrando van las flores en la muerte
("revista altazor")
domingo, 24 de noviembre de 2019
Uriel Martínez (1950 )
Tareas
2.
se refugia en el calor
de su axila como quien
se guarece en el aliento
de un dios;
se toma del muslo izquierdo
como el sediento se pega
al agua fría;
se devora su boca
como el suicida bebe a sorbos
el último aliento;
se lleva a su hambre
la boca del otro como
si le faltara oxígeno;
se trepa a la cumbre
de su cuerpo como quien
lleva el asta del atleta;
cuando toca la cresta
recobra el sufrimiento;
y ríe, agradecido.
(Inédito)
2.
se refugia en el calor
de su axila como quien
se guarece en el aliento
de un dios;
se toma del muslo izquierdo
como el sediento se pega
al agua fría;
se devora su boca
como el suicida bebe a sorbos
el último aliento;
se lleva a su hambre
la boca del otro como
si le faltara oxígeno;
se trepa a la cumbre
de su cuerpo como quien
lleva el asta del atleta;
cuando toca la cresta
recobra el sufrimiento;
y ríe, agradecido.
(Inédito)
viernes, 22 de noviembre de 2019
Pablo Neruda (1904/1973 )
La vida
Que otro se preocupe de los osarios...
El mundo
tiene un color desnudo de manzana: los ríos
arrastran un caudal de medallas silvestres
y en todas partes vive Rosalía la dulce
y Juan el compañero...
Ásperas piedras hacen
el castillo, y el barro más suave que las uvas
con los restos del trigo hizo mi casa.
Anchas tierras, amor, campanas lentas,
combates reservados a la aurora,
cabelleras de amor que me esperaron,
depósitos dormidos de turquesa:
casas, caminos, olas que construyen
una estatua barrida por los sueños,
panaderías en la madrugada,
relojes educados en la arena,
amapolas del trigo circulante,
y estas manos oscuras que amasaron
los materiales de mi propia vida:
hacia vivir se encienden las naranjas
sobre la multitud de los destinos!
Que los sepultureros escarben las materias
aciagas: que levanten
los fragmentos sin luz de la ceniza,
y hablen en el idioma del gusano.
Yo tengo frente a mí sólo semillas,
desarrollos radiantes y dulzura.
("antología de la poesía hispanoamericana 1904-1970", j. olivio jiménez, alianza ed., madrid, 1973)
jueves, 21 de noviembre de 2019
Kirmen Uribe (1970 )
Pájaros en invierno
Nuestra misión era salvar a los pájaros,
salvar a aquellos pájaros atrapados en la nieve.
La mayoría los encontrábamos cerca de la playa,
protegidos por el negro mar.
Los pájaros también eran negros.
Los sacábamos de su escondite y los llevábamos
a casa metidos en los bolsillos.
Pájaros diminutos que apenas cabían en nuestras
pequeñas manos de niño.
Luego, los poníamos junto a la calefacción.
Pero los pájaros duraban muy poco.
En dos o tres horas morían.
Nosotros no entendíamos por qué,
no entendíamos porqué eran tan desagradecidos.
Y eso que les dábamos de comer migas de pan
mojadas en leche y les preparábamos la cama
con bufandas de colores.
En vano, se morían enseguida.
Nuestros padres, enfadados,
nos decían que no lleváramos más pájaros a casa,
que se morían por exceso de calor,
y que la naturaleza es sabia
y que llegaría otra vez la primavera
con sus pájaros.
Nosotros dudábamos por un momento,
quizás nuestros padres tendrán razón.
Sin embargo, al día siguiente volvíamos a la playa
una vez más, a salvar a los pájaros,
aún sabiendo que nuestro esfuerzo no tenía sentido,
que era tan inútil como aquellos copos de nieve que caían al mar.
Y los pájaros seguían muriendo,
los pájaros morían.
Nuestra misión era salvar a los pájaros,
salvar a aquellos pájaros atrapados en la nieve.
La mayoría los encontrábamos cerca de la playa,
protegidos por el negro mar.
Los pájaros también eran negros.
Los sacábamos de su escondite y los llevábamos
a casa metidos en los bolsillos.
Pájaros diminutos que apenas cabían en nuestras
pequeñas manos de niño.
Luego, los poníamos junto a la calefacción.
Pero los pájaros duraban muy poco.
En dos o tres horas morían.
Nosotros no entendíamos por qué,
no entendíamos porqué eran tan desagradecidos.
Y eso que les dábamos de comer migas de pan
mojadas en leche y les preparábamos la cama
con bufandas de colores.
En vano, se morían enseguida.
Nuestros padres, enfadados,
nos decían que no lleváramos más pájaros a casa,
que se morían por exceso de calor,
y que la naturaleza es sabia
y que llegaría otra vez la primavera
con sus pájaros.
Nosotros dudábamos por un momento,
quizás nuestros padres tendrán razón.
Sin embargo, al día siguiente volvíamos a la playa
una vez más, a salvar a los pájaros,
aún sabiendo que nuestro esfuerzo no tenía sentido,
que era tan inútil como aquellos copos de nieve que caían al mar.
Y los pájaros seguían muriendo,
los pájaros morían.
("la orilla de los pájaros", traducción del autor y ana arregui)
martes, 19 de noviembre de 2019
Joan Margarit (1938 )
Caligrafía
Ha apoyado la frente en el cristal
frío, empañado, con trasluz de invierno.
Escribe el nombre de ella y, a través
de las líneas que traza con el dedo,
la ha visto en un paraje solitario
con el mar y las rocas en la noche.
Al fondo, las estrellas: de pronto, las gaviotas
alzan el vuelo como un resplandor
al paso de un falucho. Se ha engañado:
detrás de la ventana hay una calle
que el alba hace más triste, sin un alma,
con coches aparcados.
Tras las líneas comienza a amanecer:
el sol naciente borrará ese nombre
en la escarcha rosada del cristal.
Saturno
Destrozaste mis libros de poemas.
Los lanzaste después por la ventana.
Las páginas, extrañas mariposas,
planeaban encima de la gente.
No sé si ahora nos entenderíamos,
viejos, exhaustos y decepcionados.
Seguramente no. Mejor dejarlo así.
Querías devorarme. Yo, matarte.
Yo, el hijo que tuviste en plena guerra.
("trianarts" y blog autor)
Ha apoyado la frente en el cristal
frío, empañado, con trasluz de invierno.
Escribe el nombre de ella y, a través
de las líneas que traza con el dedo,
la ha visto en un paraje solitario
con el mar y las rocas en la noche.
Al fondo, las estrellas: de pronto, las gaviotas
alzan el vuelo como un resplandor
al paso de un falucho. Se ha engañado:
detrás de la ventana hay una calle
que el alba hace más triste, sin un alma,
con coches aparcados.
Tras las líneas comienza a amanecer:
el sol naciente borrará ese nombre
en la escarcha rosada del cristal.
Saturno
Destrozaste mis libros de poemas.
Los lanzaste después por la ventana.
Las páginas, extrañas mariposas,
planeaban encima de la gente.
No sé si ahora nos entenderíamos,
viejos, exhaustos y decepcionados.
Seguramente no. Mejor dejarlo así.
Querías devorarme. Yo, matarte.
Yo, el hijo que tuviste en plena guerra.
("trianarts" y blog autor)
lunes, 18 de noviembre de 2019
W.S. Merwin (1927/2019 )
El caballo
En un árbol muerto
está el fantasma de un caballo
ningún caballo
fue visto nunca cerca de árbol
pero el árbol nació
de una yegua
retozó con largas zancas
en praderas murmurantes
paró las orejas
alzó y sacudió la cabeza
y de pronto se quedó quieto
comenzando a recordar
mientras se le caían las hojas
("pájaros lanzallamas", trad. maría palomar y jorge esquinca)
En un árbol muerto
está el fantasma de un caballo
ningún caballo
fue visto nunca cerca de árbol
pero el árbol nació
de una yegua
retozó con largas zancas
en praderas murmurantes
paró las orejas
alzó y sacudió la cabeza
y de pronto se quedó quieto
comenzando a recordar
mientras se le caían las hojas
("pájaros lanzallamas", trad. maría palomar y jorge esquinca)
domingo, 17 de noviembre de 2019
Uriel Martínez (1950 )
Lista de espera
Estoy en lista de espera
del cardiólogo quien me dice
que un día estalla como huevo
el corazón.
También fui incluido en la lista
del neumólogo, que me habla
del pulmón carbonizado como
carne asada en domingo.
Sin protagonismos se me incluyó
en la agenda del oftalmólogo
que prepara edipos antes
de su salida triunfal en hombros
del oráculo.
No sé cuando,
sólo diviso en la distancia.
(Inédito)
Estoy en lista de espera
del cardiólogo quien me dice
que un día estalla como huevo
el corazón.
También fui incluido en la lista
del neumólogo, que me habla
del pulmón carbonizado como
carne asada en domingo.
Sin protagonismos se me incluyó
en la agenda del oftalmólogo
que prepara edipos antes
de su salida triunfal en hombros
del oráculo.
No sé cuando,
sólo diviso en la distancia.
(Inédito)
sábado, 16 de noviembre de 2019
Jorge Luis Borges (1899/1986 )
Límites
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay alguno que ya no abriré,
Este verano cumpliré cincuenta años;
la muerte me desgasta, incesante.
("antología de la nueva poesía latinoamericana 1914-1970", j. olivio jiménez, alianza editorial, 1973).
viernes, 15 de noviembre de 2019
Gerardo Deniz (1934/2014 )
Planta
Descienden las hojas
abrasadas en el aceite pelirrojo del otoño,
cubren el suelo de monstruos raquíticos y tensos
que los pies desmenuzan
como a una especia nada más para el oído.
Desvían, distraen;
a veces engañan.
No dejan pensar. Callamos.
Da largo el paso para pisar aquélla.
("mansalva", sep, lecturas mex., nueva serie, no.85, 1987)
jueves, 14 de noviembre de 2019
Francisca Aguirre (1930 )
No os confundáis
Y cuando ya no quede nada
yo siempre tendré
el recuerdo de lo que no se cumplió.
Cuando me miren con áspera piedad
yo siempre tendré
lo que la vida no pudo ofrecerme.
Creedme:
todo lo que pensáis que fue
destrozo y pérdida
no ha sido más que conjetura.
Y cuando ya no quede nada
siempre tendré lo que me fue negado.
No os confundáis:
con lo que nunca tuve
puedo llenar el mundo palmo a palmo.
Tanto miedo tenéis
que no habéis advertido
la riqueza que se oculta en la pérdida.
Desdichados,
poca ganancia es la vuestra
si nunca habéis perdido nada.
Yo sí he perdido:
yo tengo, como el náufrago,
toda la tierra esperándome.
("lifevestunderyourseat")
Y cuando ya no quede nada
yo siempre tendré
el recuerdo de lo que no se cumplió.
Cuando me miren con áspera piedad
yo siempre tendré
lo que la vida no pudo ofrecerme.
Creedme:
todo lo que pensáis que fue
destrozo y pérdida
no ha sido más que conjetura.
Y cuando ya no quede nada
siempre tendré lo que me fue negado.
No os confundáis:
con lo que nunca tuve
puedo llenar el mundo palmo a palmo.
Tanto miedo tenéis
que no habéis advertido
la riqueza que se oculta en la pérdida.
Desdichados,
poca ganancia es la vuestra
si nunca habéis perdido nada.
Yo sí he perdido:
yo tengo, como el náufrago,
toda la tierra esperándome.
("lifevestunderyourseat")
miércoles, 13 de noviembre de 2019
José Gorostiza (1901/1973 )
Nocturno
El silencio por nadie se quebranta,
y nadie lo deplora.
Sólo se canta
la puesta del sol, desde la aurora.
Mas la luna con ser
de luz a nuestro simple parecer,
nos parece sonora
cuando derraman sus manos ligeras
las ágiles sombra de las palmeras.
("antología de la poesía hispanoamericana 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973).
martes, 12 de noviembre de 2019
Dana Gioia (1950 )
Pentecostés
Tras la muerte de nuestro hijo
Ni los sufrimientos de la tarde —que aguardan en la casa silenciosa—
ni la noche sin dormir traen alivio cuando el recuerdo
repite su acusación.
Tampoco el dolor matutino por la ilusión del sueño ni oración
alguna improvisada para un dios desconocido
pueden extinguir la llama.
No somos lo que fuimos. La muerte ha sido nuestro pentecostés,
y nuestra inocencia, consumida por estas implacables
lenguas de fuego.
Consuélame con piedras. Sacia mi sed con arena.
Te ofrezco esta mano cicatrizada por la culpa
hasta que otros remuevan nuestras cenizas.
Piedras de mar: una elegía
Amor, cómo el tiempo hace que brille la dureza.
Hay de todos colores, puros o desiguales:
basalto verde, jaspe ensangrentado, cuarzo,
granito y feldespato —hasta piezas de vidrio—,
pulidas por el paciente orfebre de las mareas.
Nacidas de volcanes, temblores y glaciares,
talladas y esculpidas por el viento y el calor,
veteadas, manchadas, brillantes en la espuma.
No hay dos que se parezcan. Hijas de tierra firme,
lanzadas por millones a una costa vacía.
Cuán pequeña la muerte en las rocas. Ligera,
como un hueso astillado que entrega la marea,
un destello entre conchas destruidas y abatidas
por las gaviotas, por la sal y el sol desteñidas:
la vajilla rota de las cosas vivas.
Los cormoranes planean por el callado golfo.
Desde el risco, un halcón me observa, indiferente
a los problemas que he cargado hasta aquí.
Es absurdo ir más lejos, entonces me detengo:
hueco como un madero, muerto como una piedra.
("periódico de poesía", traducción gustavo solórzano-alfaro)
Tras la muerte de nuestro hijo
Ni los sufrimientos de la tarde —que aguardan en la casa silenciosa—
ni la noche sin dormir traen alivio cuando el recuerdo
repite su acusación.
Tampoco el dolor matutino por la ilusión del sueño ni oración
alguna improvisada para un dios desconocido
pueden extinguir la llama.
No somos lo que fuimos. La muerte ha sido nuestro pentecostés,
y nuestra inocencia, consumida por estas implacables
lenguas de fuego.
Consuélame con piedras. Sacia mi sed con arena.
Te ofrezco esta mano cicatrizada por la culpa
hasta que otros remuevan nuestras cenizas.
Piedras de mar: una elegía
Amor, cómo el tiempo hace que brille la dureza.
Hay de todos colores, puros o desiguales:
basalto verde, jaspe ensangrentado, cuarzo,
granito y feldespato —hasta piezas de vidrio—,
pulidas por el paciente orfebre de las mareas.
Nacidas de volcanes, temblores y glaciares,
talladas y esculpidas por el viento y el calor,
veteadas, manchadas, brillantes en la espuma.
No hay dos que se parezcan. Hijas de tierra firme,
lanzadas por millones a una costa vacía.
Cuán pequeña la muerte en las rocas. Ligera,
como un hueso astillado que entrega la marea,
un destello entre conchas destruidas y abatidas
por las gaviotas, por la sal y el sol desteñidas:
la vajilla rota de las cosas vivas.
Los cormoranes planean por el callado golfo.
Desde el risco, un halcón me observa, indiferente
a los problemas que he cargado hasta aquí.
Es absurdo ir más lejos, entonces me detengo:
hueco como un madero, muerto como una piedra.
("periódico de poesía", traducción gustavo solórzano-alfaro)
lunes, 11 de noviembre de 2019
Nicolás Guillén (1902/1989 )
Fusilamiento
1
Van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados;
hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
pero están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van a matar.
2
-¿Puedes escapar?
-¡No puedo correr!
-¡Ya van a tirar!
-¡Qué vamos a hacer!
-Quizá los rifles no estén cargados...
-¡Seis balas tienen de fiero plomo!
-¡Quizá no tiren esos soldados!
-¡Eres un tonto de tomo y lomo!
("antología de la poesía hispanoamericana 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973)
1
Van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados;
hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
pero están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van a matar.
2
-¿Puedes escapar?
-¡No puedo correr!
-¡Ya van a tirar!
-¡Qué vamos a hacer!
-Quizá los rifles no estén cargados...
-¡Seis balas tienen de fiero plomo!
-¡Quizá no tiren esos soldados!
-¡Eres un tonto de tomo y lomo!
("antología de la poesía hispanoamericana 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973)
domingo, 10 de noviembre de 2019
Alda Merini (1931/2009 )
Me decías
Me decías
que el amor es desnudo y sin nadie.
Se veía, cuando hablabas,
Que gravitabas en torno al universo.
Y yo te seguía,
sabiendo que aun caminado sobre la nada
nunca te habrías caído.
La Nada era el mar
que tú milagrosamente estabas atravesando.
Feliz tú
Feliz tú que esparces las semillas por donde
quieres y eres adicto a tu sueño de coral
como el pescador que llora
en las resacas y lanza redes y despedidas
y parte hacia infinitas tierras.
Feliz tú que piensas que el mundo es inmenso
mientras que sólo es un salvoconducto impuro
por la muerte del día.
("esteros", versión de enrique solinas)
Me decías
que el amor es desnudo y sin nadie.
Se veía, cuando hablabas,
Que gravitabas en torno al universo.
Y yo te seguía,
sabiendo que aun caminado sobre la nada
nunca te habrías caído.
La Nada era el mar
que tú milagrosamente estabas atravesando.
Feliz tú
Feliz tú que esparces las semillas por donde
quieres y eres adicto a tu sueño de coral
como el pescador que llora
en las resacas y lanza redes y despedidas
y parte hacia infinitas tierras.
Feliz tú que piensas que el mundo es inmenso
mientras que sólo es un salvoconducto impuro
por la muerte del día.
("esteros", versión de enrique solinas)
sábado, 9 de noviembre de 2019
Sophia de Mello Breyner Andresen (1919/2004 )
Los errores
La confusión el fraude los errores cometidos
La transparencia perdida: el grito
Que no logró atravesar lo opaco
El umbral y lo lineal perdidos
¿Tendrá todo que pasar a ser pasado
Como proyecto fallido abandonado
Como papel que se tira al cesto
Como abismo fracaso no esperanza
O podremos afrontarlo y superarlo
Recomenzar a partir de la página en blanco
Igual que la escritura de un poema obstinado?
("trianarts", traducción ángel campos pámpano)
La confusión el fraude los errores cometidos
La transparencia perdida: el grito
Que no logró atravesar lo opaco
El umbral y lo lineal perdidos
¿Tendrá todo que pasar a ser pasado
Como proyecto fallido abandonado
Como papel que se tira al cesto
Como abismo fracaso no esperanza
O podremos afrontarlo y superarlo
Recomenzar a partir de la página en blanco
Igual que la escritura de un poema obstinado?
("trianarts", traducción ángel campos pámpano)
viernes, 8 de noviembre de 2019
Jorge Teillier (1935/1996 )
Para hablar con los muertos
Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como los pantanos a los fuegos fatuos.
Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia
un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en un umbral.
("circulodepoesia")
Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como los pantanos a los fuegos fatuos.
Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia
un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en un umbral.
("circulodepoesia")
jueves, 7 de noviembre de 2019
Carlos Montemayor (1947/2010 )
Memoria del silencio
Ahora nadie hay en la casa.
Es noche. Es tan solitariamente noche.
Me demoro escribiendo estas palabras
como si así permaneciera un momento más en el mundo
La casa parece escuchar el paso de los recuerdos,
el roce de la ropa sobre los muebles.
Me levanto y miro tras la ventana mucho tiempo.
Todo está quieto, silencioso,
como si la calle solitaria fuese un secreto,
como si en medio de la calle
mi vida estuviera esperando.
("poesiacuatro")
Ahora nadie hay en la casa.
Es noche. Es tan solitariamente noche.
Me demoro escribiendo estas palabras
como si así permaneciera un momento más en el mundo
La casa parece escuchar el paso de los recuerdos,
el roce de la ropa sobre los muebles.
Me levanto y miro tras la ventana mucho tiempo.
Todo está quieto, silencioso,
como si la calle solitaria fuese un secreto,
como si en medio de la calle
mi vida estuviera esperando.
("poesiacuatro")
miércoles, 6 de noviembre de 2019
Carlos Pellicer (1899/1977 )
Soneto postrero
I
Mi voluntad de ser no tiene cielo;
sólo mira hacia abajo y sin mirada.
¿Luz de la tarde o de la madrugada?
Mi voluntad de ser no tiene cielo.
Ni la penumbra de un hermoso duelo
ennoblece mi carne afortunada.
Vida de estatua, muerte inhabitada
sin la jardinería de un anhelo.
Un dormir sin soñar calla y sombrea
el prodigioso imperio de mis ojos
reducido a los grises de una aldea.
Sin la ausencia presente de un pañuelo
se van los días en pobres manojos.
Mi voluntad de ser no tiene cielo.
("antología de la poesía hispanoamericana 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973)
martes, 5 de noviembre de 2019
Li-Young Lee (1957 )
Le pido a mi madre que cante
Ella comienza, y mi abuela se une a ella.
Madre e hija cantan como niñas.
Si mi padre estuviera vivo, él tocaría
su acordeón y lo mecería como un barco.
Nunca estuve en Pekín, o en el Palacio de Verano,
ni permanecí en el gran Barco de Piedra para ver
el comienzo de la lluvia en el lago Kuen Ming Lake,
los excursionistas corriendo en la hierba.
Pero me encanta escucharlo cantado;
cómo los lirios acuáticos se llenan de lluvia hasta
volcarse, derramando agua en el agua,
luego vuelven a flotar, y siguen llenándose.
Ambas mujeres han comenzado a llorar.
Pero ninguna detiene su canción.
("tamili", traducción de enrique solinas, tomado del muro fb de éste)
Ella comienza, y mi abuela se une a ella.
Madre e hija cantan como niñas.
Si mi padre estuviera vivo, él tocaría
su acordeón y lo mecería como un barco.
Nunca estuve en Pekín, o en el Palacio de Verano,
ni permanecí en el gran Barco de Piedra para ver
el comienzo de la lluvia en el lago Kuen Ming Lake,
los excursionistas corriendo en la hierba.
Pero me encanta escucharlo cantado;
cómo los lirios acuáticos se llenan de lluvia hasta
volcarse, derramando agua en el agua,
luego vuelven a flotar, y siguen llenándose.
Ambas mujeres han comenzado a llorar.
Pero ninguna detiene su canción.
("tamili", traducción de enrique solinas, tomado del muro fb de éste)
lunes, 4 de noviembre de 2019
Eunice Odio (1919/1974 )
Aprisionada por la espuma
Aprisionada en cárceles de espuma,
en la medida de tu cuerpo,
no veo pasar la noche,
sólo veo el día
que entra por tus axilas transparentes
y te desnuda.
Veo, amor mío,
el lecho donde estamos
y compartimos
las dádivas,
los cielos…
Todo lo que nos negó y afirmó como lo que somos:
mil años de alegría corporal
y materia sin sombra
y palabras
que se dicen diurnamente porque vienen del aire
y hay que oírlas y decirlas
a través de los árboles
y en lo que no se escribe porque aún no se inventa su
nombre;
porque su júbilo
todavía no ha sido descubierto
y las flores de su alrededor
aún no son cosas del viento
(aún no han ido a un invierno ni regresado a la primavera).
("revistaaltazor")
Aprisionada en cárceles de espuma,
en la medida de tu cuerpo,
no veo pasar la noche,
sólo veo el día
que entra por tus axilas transparentes
y te desnuda.
Veo, amor mío,
el lecho donde estamos
y compartimos
las dádivas,
los cielos…
Todo lo que nos negó y afirmó como lo que somos:
mil años de alegría corporal
y materia sin sombra
y palabras
que se dicen diurnamente porque vienen del aire
y hay que oírlas y decirlas
a través de los árboles
y en lo que no se escribe porque aún no se inventa su
nombre;
porque su júbilo
todavía no ha sido descubierto
y las flores de su alrededor
aún no son cosas del viento
(aún no han ido a un invierno ni regresado a la primavera).
("revistaaltazor")
domingo, 3 de noviembre de 2019
Uriel Martínez (1950 )
Poema frutal dos
De un momento a otro llegará al mercado
de frutas la mandarina de este año,
así en cualquier momento se suspenderá
la oferta de lima: el sol
hace su tarea.
Esperaré un año la vuelta de limas
y mandarinas; si aun ando cerca del sol
la tierra el agua y el deseo.
Limas y mandarinas son afines al trópico
ya sea como agua, jugo y té o astringentes;
uno no, uno se extingue, se aplaca,
se marchita a veces lento otras
irreversiblemente pronto,
.
aunque el deseo permanece
agazapado, como fiera amenazada,
como cuchillo necio.
(Inédito)
sábado, 2 de noviembre de 2019
Raúl Garduño (1945/1980 )
Memoria y comunicado
Del sur vienen los días en señales rotas,
el río que deja en las gentes sus orillas,
la campana del polvo que nos llama
desde la piel que alguna vez vivimos,
el astrolabio de la niñez
en la mañana muerta de las cosas reunidas.
El hombre entonces entra en la casa de flores
rumbo a la ceniza,
la piel retoma memoria de sus perdices,
la voz flaquea entre las paredes, sobre los muros del ojo,
levantando los párpados donde la historia, el aullido
como legión de silencio imperecedero,
doma lomos lentamente desalmados
en manos del combatiente.
Así fallece el corazón
custodiado por su nacimiento,
y toma como manjares o como frutos
la atrocidad de su desamparo
y las pistas inhabitadas
para la inauguración de un escombro:
En la extensión portentosa la cripta avanza
desprendiéndose de un espectro.
El ojo murmura en los ojos como el musgo del mar.
Llueve. ¿Qué lampara de espadas
disuelve el manantial inmóvil
que ha bajado a batir la raíz de sus espejos?
¿Qué granizo entrega el dolor y el luto
de tantas piedras?
Ayer y hoy ya no sabemos nunca.
El caballo lleva un siglo en la crin del sortilegio.
La planicie gris de las agujas
se provee de las águilas funestas
que arrojan al vacío la cabeza degollada.
Nada responde por el tiempo.
Nada responde por la sal de las hormigas
que forman un jinete en la resolana de la impaciencia,
y nada vive el forastero al grabar su renombre
en la columna vertiginosa de la pujanza,
si su amor,
a mansalva tras la presa del infinito,
no silba en los pinos de una aldea contra la muerte,
si su amor no desciende la recóndita cuesta de la noche
donde la luna gira
como la daga de otro canto
y organiza la vara de otros ojos
y rema para nunca en la roca de todo vuelo;
si su amor,
si su palabra y sus témpanos fletados
en el cuerpo de las aves,
en el oscuro remolino de la facinerosa sombra,
no toman el espacio de desgarrarlo todo.
("los danzantes espacios estatuarios", ed. gobierno del estado de chiapas, méxico, 1982)
Del sur vienen los días en señales rotas,
el río que deja en las gentes sus orillas,
la campana del polvo que nos llama
desde la piel que alguna vez vivimos,
el astrolabio de la niñez
en la mañana muerta de las cosas reunidas.
El hombre entonces entra en la casa de flores
rumbo a la ceniza,
la piel retoma memoria de sus perdices,
la voz flaquea entre las paredes, sobre los muros del ojo,
levantando los párpados donde la historia, el aullido
como legión de silencio imperecedero,
doma lomos lentamente desalmados
en manos del combatiente.
Así fallece el corazón
custodiado por su nacimiento,
y toma como manjares o como frutos
la atrocidad de su desamparo
y las pistas inhabitadas
para la inauguración de un escombro:
En la extensión portentosa la cripta avanza
desprendiéndose de un espectro.
El ojo murmura en los ojos como el musgo del mar.
Llueve. ¿Qué lampara de espadas
disuelve el manantial inmóvil
que ha bajado a batir la raíz de sus espejos?
¿Qué granizo entrega el dolor y el luto
de tantas piedras?
Ayer y hoy ya no sabemos nunca.
El caballo lleva un siglo en la crin del sortilegio.
La planicie gris de las agujas
se provee de las águilas funestas
que arrojan al vacío la cabeza degollada.
Nada responde por el tiempo.
Nada responde por la sal de las hormigas
que forman un jinete en la resolana de la impaciencia,
y nada vive el forastero al grabar su renombre
en la columna vertiginosa de la pujanza,
si su amor,
a mansalva tras la presa del infinito,
no silba en los pinos de una aldea contra la muerte,
si su amor no desciende la recóndita cuesta de la noche
donde la luna gira
como la daga de otro canto
y organiza la vara de otros ojos
y rema para nunca en la roca de todo vuelo;
si su amor,
si su palabra y sus témpanos fletados
en el cuerpo de las aves,
en el oscuro remolino de la facinerosa sombra,
no toman el espacio de desgarrarlo todo.
("los danzantes espacios estatuarios", ed. gobierno del estado de chiapas, méxico, 1982)
viernes, 1 de noviembre de 2019
Rodolfo Dada (1952 )
Fotografía en sepia
El niño flaco tiene una cuerda
un anzuelo en la mano
y mira la cabeza de ballena en la roca
Sin camisa, el pelo quemado por un sol incandescente
Nada sabe de la escuela
o de una cancha mojada en plena tarde
ignora que escribirá un poema, este poema
solamente ve la cabeza de ballena
Su tristeza será un tigre derrumbado en el barranco:
una generación con la palabra rota
un niño dislocado en plena tarde
un amor al borde de un acantilado
la muerte tragándose a su padre
El trabajo, un camión cargado de tomates
una langosta enganchada en el cirial del Respingue
un trasmallo repleto de medusas azules
Gaudí sentado bajo un diluvio de ranas
en un edificio blanco
Su alegría será un mar encrespado
en la mitad de un abrazo
un 19 de Julio con la barba crecida
en el mercado Oriental de Managua
una hija con la palabra sostenida en los labios
Pero el niño solamente ve la cabeza de ballena en la roca
esperando un cardumen de jureles
("revistaaltazor")
El niño flaco tiene una cuerda
un anzuelo en la mano
y mira la cabeza de ballena en la roca
Sin camisa, el pelo quemado por un sol incandescente
Nada sabe de la escuela
o de una cancha mojada en plena tarde
ignora que escribirá un poema, este poema
solamente ve la cabeza de ballena
Su tristeza será un tigre derrumbado en el barranco:
una generación con la palabra rota
un niño dislocado en plena tarde
un amor al borde de un acantilado
la muerte tragándose a su padre
El trabajo, un camión cargado de tomates
una langosta enganchada en el cirial del Respingue
un trasmallo repleto de medusas azules
Gaudí sentado bajo un diluvio de ranas
en un edificio blanco
Su alegría será un mar encrespado
en la mitad de un abrazo
un 19 de Julio con la barba crecida
en el mercado Oriental de Managua
una hija con la palabra sostenida en los labios
Pero el niño solamente ve la cabeza de ballena en la roca
esperando un cardumen de jureles
("revistaaltazor")
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