El vino
El vino ha hecho más por acercar los hombres a Dios que la teología. Hace tiempo que los borrachos tristes -¿y los hay que no lo sean?- han superado a los eremitas.
("de lágrimas y de santos", tusquets, méxico, 1986, trad. rafael panizo)
lunes, 30 de noviembre de 2015
domingo, 29 de noviembre de 2015
Uriel Martínez (1950 )
Yo me digo
Tengo en casa dos maletas,
una para viajes largos
y la otra para viajes
breves.
Una entra en los planes
de una semana de asueto
y la segunda para fines
relámpago.
La valija grande se
asemeja a mi cuerpo
donde acomodo ropa limpia
y otros enseres.
Ambas contienen
compartimentos imaginarios,
sólo así empaco libros,
colirios e hilo dental.
Si es temporada de fiestas
tendrán espacio ánforas
de alcohol, serpentinas
y confetti, por ejemplo.
Habrá maletas con el equilibrio
exacto, el peso justo, la armonía
de colores, pero hay también
otras para el derrumbe.
Estas últimas permanecen
por temporadas oscuras
en rincones húmedos,
olvidadas.
A veces cuerpos y equipaje
coinciden en golpes de suerte
para giras de largo aliento,
pero no es frecuente.
Tengo en casa dos maletas,
una para viajes largos
y la otra para viajes
breves.
Una entra en los planes
de una semana de asueto
y la segunda para fines
relámpago.
La valija grande se
asemeja a mi cuerpo
donde acomodo ropa limpia
y otros enseres.
Ambas contienen
compartimentos imaginarios,
sólo así empaco libros,
colirios e hilo dental.
Si es temporada de fiestas
tendrán espacio ánforas
de alcohol, serpentinas
y confetti, por ejemplo.
Habrá maletas con el equilibrio
exacto, el peso justo, la armonía
de colores, pero hay también
otras para el derrumbe.
Estas últimas permanecen
por temporadas oscuras
en rincones húmedos,
olvidadas.
A veces cuerpos y equipaje
coinciden en golpes de suerte
para giras de largo aliento,
pero no es frecuente.
sábado, 28 de noviembre de 2015
Bruce Chatwin (1940/1989 )
El final
La esposa
"El anciano le miró la palma y palideció -cuenta Elizabeth-. Bruce tuvo un terrible presentimiento de mortalidad."
Él
"No soporto los submarinos. Una vez me subí a uno que salió de Plymouth. Padezco claustrfobia: siento lo mismo al oír un chasquido de la puerta de un avión al cerrarse."
Vietnam
"Hace quince años, con Vietnam en su apogeo, me di cuenta de cómo utilizaban los políticos supuestos ´hechos´de nuestro pasado evolutivo para justificar sus miserias. Entre esos ´hechos´estaba la idea de que en sus inicios la especie humana era caníbal y estaba sedienta de sangre."
("bajo el sol, las cartas de bruce chatwin", ed. sexto piso, méxico, 2012, trad. de ismael attrache y carlos mayor)
La esposa
"El anciano le miró la palma y palideció -cuenta Elizabeth-. Bruce tuvo un terrible presentimiento de mortalidad."
Él
"No soporto los submarinos. Una vez me subí a uno que salió de Plymouth. Padezco claustrfobia: siento lo mismo al oír un chasquido de la puerta de un avión al cerrarse."
Vietnam
"Hace quince años, con Vietnam en su apogeo, me di cuenta de cómo utilizaban los políticos supuestos ´hechos´de nuestro pasado evolutivo para justificar sus miserias. Entre esos ´hechos´estaba la idea de que en sus inicios la especie humana era caníbal y estaba sedienta de sangre."
("bajo el sol, las cartas de bruce chatwin", ed. sexto piso, méxico, 2012, trad. de ismael attrache y carlos mayor)
viernes, 27 de noviembre de 2015
Jorge Aulicino (1949 )
A un soldado español caído en el combate del 3 de febrero
La muerte que te embiste con reflejos de plata
y acero se nutrió de tus olivos y lleva su color.
Pero son de ella la soledad de estos ríos,
los ríos que no cambian aunque Heráclito sueña lo contrario.
La soledad de los ríos y las reses, el opaco lomo del agua,
el temblor untuoso y socavado entre los pastos húmedos,
un temblor, una sombra gótica en cualquier bajío,
la microscópica amenaza: insectos negros armados como torres.
Su acero fulge en aras de un horizonte sin Borbones,
aun con los colores de su escudo. Qué inextricables sin embargo
para vos sus motivos,
este desierto duro y tenue, los sauces,
la canción de la pampa llena de entrelíneas, la paz hosca del ladrillo,
la cal de sus siestas, que sella todo.
("caína bella.blogspot")
La muerte que te embiste con reflejos de plata
y acero se nutrió de tus olivos y lleva su color.
Pero son de ella la soledad de estos ríos,
los ríos que no cambian aunque Heráclito sueña lo contrario.
La soledad de los ríos y las reses, el opaco lomo del agua,
el temblor untuoso y socavado entre los pastos húmedos,
un temblor, una sombra gótica en cualquier bajío,
la microscópica amenaza: insectos negros armados como torres.
Su acero fulge en aras de un horizonte sin Borbones,
aun con los colores de su escudo. Qué inextricables sin embargo
para vos sus motivos,
este desierto duro y tenue, los sauces,
la canción de la pampa llena de entrelíneas, la paz hosca del ladrillo,
la cal de sus siestas, que sella todo.
("caína bella.blogspot")
jueves, 26 de noviembre de 2015
Miguel Ángel Petrecca (1979 )
Será posible entonces
Será posible entonces que todo cobre sentido de repente,
como si agarraras diez años de tu vida y batiéndolos con rapidez
los volcaras en el formato preexistente de una novela?
No es tan fácil, parecen repetir, una y otra vez,
hombres que miran desde la ventanilla de un bar.
Ellos también se hicieron la misma pregunta antes,
mucho antes de que en vos siquiera naciera el germen
de esta fuerza que te obliga a caminar en redondo.
Algunos, tras responder negativamente,
dedicaron otra década a amaestrar un perro,
cultivar tomates en el jardín de su casa o convertirse
en coleccionistas de un objeto antiguo y anodino.
Cuando más tarde volvieron con ímpetu a la carga
buscaban mentalmente moldes donde verter su vida:
diez años acá, cinco allá, veinte años en una frontera.
Sin embargo, el problema no era de forma sino de fondo.
No estaba, como el vino, añejándose en una bodega profunda
la experiencia, esperando el momento del descorche;
había escapado, quién sabe bien cuándo y por qué orificio,
dejando en su lugar como un inmenso depósito
donde flota, sin llegar a evocar nada, un perfume familiar.
("el poeta ocasional.blogspot")
Será posible entonces que todo cobre sentido de repente,
como si agarraras diez años de tu vida y batiéndolos con rapidez
los volcaras en el formato preexistente de una novela?
No es tan fácil, parecen repetir, una y otra vez,
hombres que miran desde la ventanilla de un bar.
Ellos también se hicieron la misma pregunta antes,
mucho antes de que en vos siquiera naciera el germen
de esta fuerza que te obliga a caminar en redondo.
Algunos, tras responder negativamente,
dedicaron otra década a amaestrar un perro,
cultivar tomates en el jardín de su casa o convertirse
en coleccionistas de un objeto antiguo y anodino.
Cuando más tarde volvieron con ímpetu a la carga
buscaban mentalmente moldes donde verter su vida:
diez años acá, cinco allá, veinte años en una frontera.
Sin embargo, el problema no era de forma sino de fondo.
No estaba, como el vino, añejándose en una bodega profunda
la experiencia, esperando el momento del descorche;
había escapado, quién sabe bien cuándo y por qué orificio,
dejando en su lugar como un inmenso depósito
donde flota, sin llegar a evocar nada, un perfume familiar.
("el poeta ocasional.blogspot")
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Carilda Oliver Labra (1924 )
Me desordeno, amor, me desordeno
me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
("inmaculada decepción.blogspot")
martes, 24 de noviembre de 2015
Rubén Bonifaz Nuño (1923–2013)
Fuego de pobres
34
Ha llegado el olor, el filo
de su dental caricia, la preciosa
amarga flor nocturna: madre nuestra,
collar que junta nuestros cuellos.
Y voy como embriagado, como en dicha,
como herido me llevan; como sueño
póstumo al despertar, como si hubiera
bebido hasta embriagarme, estoy viviendo.
Como en vino saciado.
¿Dónde el agobio, dónde la pobreza?
Era, de pronto, levantarse
descalzo y con temor, y a media noche,
y a recorrer la casa despoblada
-yo mismo el enemigo- con la inútil
esperanza de que fuera sólo
un paso de ladrón el escuchado.
Mujer salobre y única,
desnuda irresistiblemente,
que camina, simplísima y desnuda
debajo de sus ropas, madurando
la cosecha de aceites y de humo.
Único día de la vida.
Como en halo de lámpara,
como en regazo tuyo, como en tibio
paladar, sujetado, me someto;
librado a la fortuna, reconquisto
mis brazos y mis deudas, y levanto
mi victoria terrestre.
Yo te regalo ahora
lo que me liga a ti; yo me pregunto,
en medio, qué seguimos; qué pretende
tu corazón
Acaso yo te miro
en verdad; acaso donde el siempre
y el nunca vuelven comprensibles
la granada y el orden de las uvas,
y el gregario esplendor de la mazorca,
y la miel colectiva.
No sin trabajo y guerra me divido
por dentro, y tú me asilas y reúnes
debajo de tu brazo. Y no es en vano.
(´´fuego de pobres´´, fce, méxico, 2007)
34
Ha llegado el olor, el filo
de su dental caricia, la preciosa
amarga flor nocturna: madre nuestra,
collar que junta nuestros cuellos.
Y voy como embriagado, como en dicha,
como herido me llevan; como sueño
póstumo al despertar, como si hubiera
bebido hasta embriagarme, estoy viviendo.
Como en vino saciado.
¿Dónde el agobio, dónde la pobreza?
Era, de pronto, levantarse
descalzo y con temor, y a media noche,
y a recorrer la casa despoblada
-yo mismo el enemigo- con la inútil
esperanza de que fuera sólo
un paso de ladrón el escuchado.
Mujer salobre y única,
desnuda irresistiblemente,
que camina, simplísima y desnuda
debajo de sus ropas, madurando
la cosecha de aceites y de humo.
Único día de la vida.
Como en halo de lámpara,
como en regazo tuyo, como en tibio
paladar, sujetado, me someto;
librado a la fortuna, reconquisto
mis brazos y mis deudas, y levanto
mi victoria terrestre.
Yo te regalo ahora
lo que me liga a ti; yo me pregunto,
en medio, qué seguimos; qué pretende
tu corazón
Acaso yo te miro
en verdad; acaso donde el siempre
y el nunca vuelven comprensibles
la granada y el orden de las uvas,
y el gregario esplendor de la mazorca,
y la miel colectiva.
No sin trabajo y guerra me divido
por dentro, y tú me asilas y reúnes
debajo de tu brazo. Y no es en vano.
(´´fuego de pobres´´, fce, méxico, 2007)
lunes, 23 de noviembre de 2015
Rosario Castellanos (1925-1974 )
Límite
Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.
Más allá es la ley, es la necesidad,
la pista de la fuerza, el coto del terror,
el feudo del castigo.
Más allá, no.
(´´la ficción del olvido.blogspot´´)
Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.
Más allá es la ley, es la necesidad,
la pista de la fuerza, el coto del terror,
el feudo del castigo.
Más allá, no.
(´´la ficción del olvido.blogspot´´)
domingo, 22 de noviembre de 2015
Kenneth Rexroth (1905-1982 )
Ciervo
Los ciervos son mansos y gráciles
y tienen unos ojos hermosos.
No hieren a nadie más que a sí mismos,
los machos, y sólo por amor.
Los hombres han inventado varios
miles de maneras de matarlos.
(´´otra iglesia es imposible´´, versión de junio gonzález)
Los ciervos son mansos y gráciles
y tienen unos ojos hermosos.
No hieren a nadie más que a sí mismos,
los machos, y sólo por amor.
Los hombres han inventado varios
miles de maneras de matarlos.
(´´otra iglesia es imposible´´, versión de junio gonzález)
sábado, 21 de noviembre de 2015
Oliverio Girondo (1891/1967 )
Otro nocturno
La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio
público.
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de
“apache”, que fuman un cigarrillo en las esquinas!
¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados
de cantar! Y silencio de las estrellas, sobre el asfalto
humedecido!
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la
de un par de medias tirado en un rincón?, y ¿por qué, a
veces, nos interesará tanto el partido de pelota que el eco
de nuestros pasos juega en la pared?
Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los
árboles, de miedo de que las casas se despierten de pronto
y nos vean pasar, y en las que el único consuelo es la
seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas
tendidas hacia un país mejor.
("rua das petras.blogspot")
La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio
público.
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de
“apache”, que fuman un cigarrillo en las esquinas!
¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados
de cantar! Y silencio de las estrellas, sobre el asfalto
humedecido!
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la
de un par de medias tirado en un rincón?, y ¿por qué, a
veces, nos interesará tanto el partido de pelota que el eco
de nuestros pasos juega en la pared?
Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los
árboles, de miedo de que las casas se despierten de pronto
y nos vean pasar, y en las que el único consuelo es la
seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas
tendidas hacia un país mejor.
("rua das petras.blogspot")
viernes, 20 de noviembre de 2015
Macky Corbalán (1963/ 2014 )
Poema
Acaricio su rostro con el pie.
Su piel es fresca,
aun cuando afuera
puede oírse el alarido del aire
incendiándose.
Ahora interpone su cuerpo
entre la lámpara
y esto que la mira,
entonces la luz es una forma,
una delicada ondulación de la carne,
un eclipse presentido
y esperado por siglos.
("el placard", blog de sandra toro)
Acaricio su rostro con el pie.
Su piel es fresca,
aun cuando afuera
puede oírse el alarido del aire
incendiándose.
Ahora interpone su cuerpo
entre la lámpara
y esto que la mira,
entonces la luz es una forma,
una delicada ondulación de la carne,
un eclipse presentido
y esperado por siglos.
("el placard", blog de sandra toro)
jueves, 19 de noviembre de 2015
Samuel Vásquez (1949 )
Llega a la tierra prometida
Llega a la tierra prometida y no levanta allí su casa;
reconoce que dios la ha engañado de nuevo. Llega a la
belleza y quiebra su espejo; sabe que ese no es su
destino. Llega a la verdad y no se amaña allí; echa sobre
sus hombros la pesada carga e inventa un sendero hacia
lo inefable con su lámpara de oscuridad. Llega al
domingo y no descansa entonces; ama su pie errante.
Adelantada a sus propios pasos, invisible y umbría, no
posee luz propia pero sabe encender el fuego. Sin fe en
el camino, cuanto más se aleja más cerca está del
comienzo, hasta alcanzarse a sí misma por la espalda,
pero no se reconoce. No mira hacia el horizonte que la
llama. No vuelve la cabeza para reconocer el sendero de
sal. Su rostro desaparece entre la bruma. Su equívoco
pie importa nada. Camina con zapatos de felpa entre el
simún, para que su rastro no pueda ser seguido. Sólo el
orden del polvo que ha levantado en su errancia
estremecida es lo que queda. Para evitar explicaciones se
defiende con olvido. La poesía.
("las elecciones afectivas")
Llega a la tierra prometida y no levanta allí su casa;
reconoce que dios la ha engañado de nuevo. Llega a la
belleza y quiebra su espejo; sabe que ese no es su
destino. Llega a la verdad y no se amaña allí; echa sobre
sus hombros la pesada carga e inventa un sendero hacia
lo inefable con su lámpara de oscuridad. Llega al
domingo y no descansa entonces; ama su pie errante.
Adelantada a sus propios pasos, invisible y umbría, no
posee luz propia pero sabe encender el fuego. Sin fe en
el camino, cuanto más se aleja más cerca está del
comienzo, hasta alcanzarse a sí misma por la espalda,
pero no se reconoce. No mira hacia el horizonte que la
llama. No vuelve la cabeza para reconocer el sendero de
sal. Su rostro desaparece entre la bruma. Su equívoco
pie importa nada. Camina con zapatos de felpa entre el
simún, para que su rastro no pueda ser seguido. Sólo el
orden del polvo que ha levantado en su errancia
estremecida es lo que queda. Para evitar explicaciones se
defiende con olvido. La poesía.
("las elecciones afectivas")
miércoles, 18 de noviembre de 2015
Amelia Biagioni (1916/2000 )
Me propuse ser alguien
Me propuse ser alguien,
tener y dar
horizonte propio
y persona.
Mendigué hasta alcanzar un cuarto vivo.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Pero llegó la noche
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
Me propuse ser alguien,
tener y dar
horizonte propio
y persona.
Mendigué hasta alcanzar un cuarto vivo.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Pero llegó la noche
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
martes, 17 de noviembre de 2015
Homero Pumarol (1971 )
Poem
Papá dijo
si vas a leer
tus poemas en público
y encima te van a pagar
cómprate una camisa blanca
mangas largas
y cuando termines
cobra y desaparece
procura emborracharte
lejos de quien escuche
tus versos
no vayan a creer que la poesía
tiene algo que ver contigo.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
Papá dijo
si vas a leer
tus poemas en público
y encima te van a pagar
cómprate una camisa blanca
mangas largas
y cuando termines
cobra y desaparece
procura emborracharte
lejos de quien escuche
tus versos
no vayan a creer que la poesía
tiene algo que ver contigo.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
lunes, 16 de noviembre de 2015
Gloria Trinidad (1968 )
Dos cartas a Lucio
2
A mitad de la vida
uno debería poder
encamarse con su memoria
una mitad para entender
una mitad para contar
es un buen acuerdo
pero si te dieron por muerto
si resucitaste por milagro
a mitad de la vida
si cuando tendrías que ser más sabio
has perdido
la facultad de nombrar
porque no distingues ya la virtud
del vicio, la verdad
de la mentira,
porque demasiadas veces
has visto cómo intercambiaban
sus motes,
cómo se parecen
sus máscaras mortuorias,
entonces
tienes trabajo todavía
armar un arca
introducir en ella
una a una las parejas de palabras
con sus significados nuevos
para que el diluvio
si otra vez llega
no te pille por sorpresa.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
2
A mitad de la vida
uno debería poder
encamarse con su memoria
una mitad para entender
una mitad para contar
es un buen acuerdo
pero si te dieron por muerto
si resucitaste por milagro
a mitad de la vida
si cuando tendrías que ser más sabio
has perdido
la facultad de nombrar
porque no distingues ya la virtud
del vicio, la verdad
de la mentira,
porque demasiadas veces
has visto cómo intercambiaban
sus motes,
cómo se parecen
sus máscaras mortuorias,
entonces
tienes trabajo todavía
armar un arca
introducir en ella
una a una las parejas de palabras
con sus significados nuevos
para que el diluvio
si otra vez llega
no te pille por sorpresa.
("la mirada del lobo", blog de andrés varas)
domingo, 15 de noviembre de 2015
Uriel Martínez (1950 )
Las agujas
1.
Buenas tardes. Cuando me pidieron en matrimonio, la abuela decidió enseñarme a hacer colchas con retazos de ropa vieja. Así, pude unir parches de faldas de estrellitas con mascadas de tulipanes; perneras de pana del abuelo con bolsas traseras de Levis del tío Pecas, muerto en Denver.
2.
Así pasaron los años y murió la abuela. También mi suegra me enseñó a convertir un tapete de lana en babero, zapatitos y guantes para mis recién nacidos: Cástor y Pólux. Eso que ahora le llaman reciclaje. También aprendí a convertir calcetas en bufandas, bufandas en pasamontañas, cubrecamas y carpetas en chanclas para embarazadas. Hasta que me ganó la artritis, la ceguera y el Parkinson. Herencia de familia.
3.
Sé que un día seguiré los últimos pasos de la abuela. Por lo mismo quiero confesar por vez primera un secreto: ya encaminada en el quehacer de las colchas de parches y retazos, empecé a hacer rellenos de pelo de caballo, de oveja y yeguas; unos para las noches de luna llena, otros para cuando el hombre se ausenta de casa por temporadas largas y los otros para aquellas que les llega el celo y no hallan con quién descargarlo.
4.
Provengo de un tronco familiar de viudas jóvenes. Y cuando me llegó ese trance, decidí prenderle fuego a mi colección de cobertores, colchas y sábanas elaboradas con parches diversos. Creo que renuncié a tiempo a un hechizo -también- heredado de familia, antes de empezar a perder gradualmente facultades.
1.
Buenas tardes. Cuando me pidieron en matrimonio, la abuela decidió enseñarme a hacer colchas con retazos de ropa vieja. Así, pude unir parches de faldas de estrellitas con mascadas de tulipanes; perneras de pana del abuelo con bolsas traseras de Levis del tío Pecas, muerto en Denver.
2.
Así pasaron los años y murió la abuela. También mi suegra me enseñó a convertir un tapete de lana en babero, zapatitos y guantes para mis recién nacidos: Cástor y Pólux. Eso que ahora le llaman reciclaje. También aprendí a convertir calcetas en bufandas, bufandas en pasamontañas, cubrecamas y carpetas en chanclas para embarazadas. Hasta que me ganó la artritis, la ceguera y el Parkinson. Herencia de familia.
3.
Sé que un día seguiré los últimos pasos de la abuela. Por lo mismo quiero confesar por vez primera un secreto: ya encaminada en el quehacer de las colchas de parches y retazos, empecé a hacer rellenos de pelo de caballo, de oveja y yeguas; unos para las noches de luna llena, otros para cuando el hombre se ausenta de casa por temporadas largas y los otros para aquellas que les llega el celo y no hallan con quién descargarlo.
4.
Provengo de un tronco familiar de viudas jóvenes. Y cuando me llegó ese trance, decidí prenderle fuego a mi colección de cobertores, colchas y sábanas elaboradas con parches diversos. Creo que renuncié a tiempo a un hechizo -también- heredado de familia, antes de empezar a perder gradualmente facultades.
sábado, 14 de noviembre de 2015
Raquel Lanseros (1973 )
Un joven poeta recuerda a su padre
Ahora ya sé que pasé por tu vida
como pasan los ríos debajo de los puentes,
-indiferentes, turbios, orgullosos-,
con la trivialidad desdibujada
de las pequeñas cosas que parecen eternas.
Muchas veces lo obvio
se oculta tras un halo de extrañeza,
tras la costumbre lenta, indistinguible
del aura fugitiva de las vivencias únicas.
Es difícil saber
que la belleza abrupta del vivir cotidiano,
tan desinteresada de sí misma,
nacida sin clamor ni pretensiones
es en esencia tan mágica y rotunda
que resulta imposible de imitar a propósito.
Y es aún más difícil
comprender que la fiesta de las cosas sencillas
casi siempre termina
mucho antes que la voluntad del festejado.
Inmóvil vi pasar ante mis ojos
el desfile callado de tu vida
con tus sueños cansados en otoño,
tus alegrías de puertas para adentro
y tus desvelos discretamente cálidos.
Creo acertar si digo
que nunca te di nada que no fuese
un préstamo a mí mismo.
Te pedí, sin embargo, tantas cosas.
Hoy, inmóvil de nuevo, asisto inerme
a este desfile amargo de tu ausencia
mientras mi corazón -dividido y atónito-
comienza a descubrir que la vida va en serio.
Te recuerdo. Hace frío
y el frío me devuelve
aquella forma tuya tan sutil
de ofrecerme a la vez un corazón errante,
la suerte en un casino de Las Vegas,
la lluvia indescifrable del desierto,
los versos de Machado en un suburbio.
Ahora ya sé que pasé por tu vida
indolente y confiado, -sin asombro-,
como suelen vivir todos los hombres
que no conocen todavía la pérdida.
("emma gunst")
viernes, 13 de noviembre de 2015
César Moro (1903/1956 )
Amo el amor
4
El agua lenta el camino lento los accidentes lentos
Una caída suspendida en el aire el viento lento
El paso lento del tiempo lento
La noche no termina y el amor se hace lento
Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces
La cabeza cae los brazos se levantan
El cielo de la cama la sombra cae lenta
Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento
En el abismo
Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado
Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros
Ahora sería fácil destrozarnos lentamente
Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente
Tu cabeza gira tus piernas me envuelven,
Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos
Tus piernas desnudas
En el ángulo preciso
El olor de tus piernas
La lentitud de percepción
El alcohol lentamente me levanta
El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde
Hará crecer tu sombra
Mesándome el cabello lentamente subo
Hasta tus labios de bestia
("material de poesía", unam)
4
El agua lenta el camino lento los accidentes lentos
Una caída suspendida en el aire el viento lento
El paso lento del tiempo lento
La noche no termina y el amor se hace lento
Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces
La cabeza cae los brazos se levantan
El cielo de la cama la sombra cae lenta
Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento
En el abismo
Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado
Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros
Ahora sería fácil destrozarnos lentamente
Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente
Tu cabeza gira tus piernas me envuelven,
Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos
Tus piernas desnudas
En el ángulo preciso
El olor de tus piernas
La lentitud de percepción
El alcohol lentamente me levanta
El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde
Hará crecer tu sombra
Mesándome el cabello lentamente subo
Hasta tus labios de bestia
("material de poesía", unam)
jueves, 12 de noviembre de 2015
Horacio Castillo (1934/2010 )
Dice Eurídice
La ansiedad me dominó, y luego la inquietud, cuando supe que venías:
horror de que me vieras así, con este tocado de sombra,
el pelo sin brillo —el pelo, que el sol no se cansaba de dorar.
Terror también de que no fueras el mismo —el que permanecía en mi
memoria—
y al mismo tiempo curiosidad por ver de nuevo un ser vivo.
Hace tanto que nadie venía por aquí,
tanto que nadie se llevaba un alma o un perro,
que cuando oí tus pasos y tu voz llamándome,
cuando por fin te estreché, más que a ti estaba abrazando a la vida.
Después tu calor me condensó, me secó como una vasija,
y caminé por el sombrío corredor
otra vez con aquella máquina atronadora dentro del pecho
y un carbón encendido en medio de las piernas.
Caminé de tu brazo, imaginando ya la luz,
los árboles junto a los cuales caminábamos,
aquella habitación llena de espejos
donde flotábamos como dos ahogados.
Hasta que de pronto tu paso se hizo nervioso,
tu pensamiento se espantó como un caballo,
y vi que tratabas de desprenderte de mí,
de librarte de la trampa de la materia mortal.
«No te vayas —supliqué— no me dejes aquí,
déjame ver de nuevo las nubes y el sol,
suéltame por el mundo como una potranca tracia».
Pero tú ya corrías hacia la salida,
y durante siete días y siete noches oí cómo llorabas,
cómo cantabas en la ribera del río infernal
nuestra vieja canción: «Lo lejano, sólo lo más lejano perdura».
La ansiedad me dominó, y luego la inquietud, cuando supe que venías:
horror de que me vieras así, con este tocado de sombra,
el pelo sin brillo —el pelo, que el sol no se cansaba de dorar.
Terror también de que no fueras el mismo —el que permanecía en mi
memoria—
y al mismo tiempo curiosidad por ver de nuevo un ser vivo.
Hace tanto que nadie venía por aquí,
tanto que nadie se llevaba un alma o un perro,
que cuando oí tus pasos y tu voz llamándome,
cuando por fin te estreché, más que a ti estaba abrazando a la vida.
Después tu calor me condensó, me secó como una vasija,
y caminé por el sombrío corredor
otra vez con aquella máquina atronadora dentro del pecho
y un carbón encendido en medio de las piernas.
Caminé de tu brazo, imaginando ya la luz,
los árboles junto a los cuales caminábamos,
aquella habitación llena de espejos
donde flotábamos como dos ahogados.
Hasta que de pronto tu paso se hizo nervioso,
tu pensamiento se espantó como un caballo,
y vi que tratabas de desprenderte de mí,
de librarte de la trampa de la materia mortal.
«No te vayas —supliqué— no me dejes aquí,
déjame ver de nuevo las nubes y el sol,
suéltame por el mundo como una potranca tracia».
Pero tú ya corrías hacia la salida,
y durante siete días y siete noches oí cómo llorabas,
cómo cantabas en la ribera del río infernal
nuestra vieja canción: «Lo lejano, sólo lo más lejano perdura».
("el poeta ocasional")
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Blanca Varela (1926/2009 )
Primer baile
IV
Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino
varios, superpuestos, espejeantes, horribles.
¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino
la noche y el sueño que sucede al sueño?
Despegar los párpados significa morir, desprenderse de
una estrella. El ritual es breve, la entrega absoluta. Se
grita con los ojos cerrados, empapados de sudor o cru-
jiendo de frío; te amo porque tu latido ocasiona
catástrofes, huracanes, guerras.
("ese puerto existe", ed. uv, xalapa, méxico, 2003)
IV
Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino
varios, superpuestos, espejeantes, horribles.
¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino
la noche y el sueño que sucede al sueño?
Despegar los párpados significa morir, desprenderse de
una estrella. El ritual es breve, la entrega absoluta. Se
grita con los ojos cerrados, empapados de sudor o cru-
jiendo de frío; te amo porque tu latido ocasiona
catástrofes, huracanes, guerras.
("ese puerto existe", ed. uv, xalapa, méxico, 2003)
martes, 10 de noviembre de 2015
Pier Paolo Pasolini (1922/1975 )
Muerte
Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz,
tanto como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad,
y ahora casi con otra alegría lívida,
árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia,
de oscura hambre,
de ansia casi de criatura nueva.
La religione del mio tempo (1961)
(en muro de harold alvarado tenorio)
Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz,
tanto como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad,
y ahora casi con otra alegría lívida,
árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia,
de oscura hambre,
de ansia casi de criatura nueva.
La religione del mio tempo (1961)
(en muro de harold alvarado tenorio)
lunes, 9 de noviembre de 2015
Óscar Hahn (1938 )
La memoria de los espejos
En este espejo que cuelga
en el baño de mi dormitorio
ella se peinó una noche
y después se fue para siempre
Ahora me pregunto si su imagen
no habrá quedado presa en el espejo
como la joven que se peina
en el cuadro de Renoir
Día a día la busco
por los rincones del azogue
pero lo único que encuentro
es el reflejo de la cama vacía
De esa noche sólo me quedan
dos cabellos suyos
enredados en mi cepillo
y la triste certeza
de que los espejos no tienen memoria
("la primera oscuridad", ed. fce, santiago de chile, 2011)
En este espejo que cuelga
en el baño de mi dormitorio
ella se peinó una noche
y después se fue para siempre
Ahora me pregunto si su imagen
no habrá quedado presa en el espejo
como la joven que se peina
en el cuadro de Renoir
Día a día la busco
por los rincones del azogue
pero lo único que encuentro
es el reflejo de la cama vacía
De esa noche sólo me quedan
dos cabellos suyos
enredados en mi cepillo
y la triste certeza
de que los espejos no tienen memoria
("la primera oscuridad", ed. fce, santiago de chile, 2011)
domingo, 8 de noviembre de 2015
Uriel Martínez (1950 )
Los colgados
I
no hablo por los caídos
ni por aquellos que pueblan
bosques, sino por mí
no hablo en nombre de nadie
ni de mí, sino que callo
por no salirme de tono
no pienso medirme ni fajarme
con ningún peso Welter,
hablo por mis dientes y muelas
entre caries abscesos de pus
y encías sangrantes templo
tinta lápices y tinteros
depuro la voz, afino instrumentos
concuerdo con diapasones en torsos
gargantas y fuelles
no escribo por los degollados
ni los colgados ni los muertos
ni los vivos ni los yertos.
I
no hablo por los caídos
ni por aquellos que pueblan
bosques, sino por mí
no hablo en nombre de nadie
ni de mí, sino que callo
por no salirme de tono
no pienso medirme ni fajarme
con ningún peso Welter,
hablo por mis dientes y muelas
entre caries abscesos de pus
y encías sangrantes templo
tinta lápices y tinteros
depuro la voz, afino instrumentos
concuerdo con diapasones en torsos
gargantas y fuelles
no escribo por los degollados
ni los colgados ni los muertos
ni los vivos ni los yertos.
sábado, 7 de noviembre de 2015
Blanca Varela (1926/2009 )
Destiempo
III
a césar moro
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed, tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día? ¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.
("ese puerto existe", uv, xalapa, méxico, 2003, 2a. ed.)
III
a césar moro
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed, tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día? ¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.
("ese puerto existe", uv, xalapa, méxico, 2003, 2a. ed.)
viernes, 6 de noviembre de 2015
Elena Annibali (1978 )
La casa de la niebla
I
señor, vos le diste a mi hermano un ford falcon rojo
para llegar a la casa de la niebla
y después qué
le dijiste?
le explicaste que el camino estaba cortado?
¿que el motor estaba roto?
¿que todo estaba roto?
¿que no había vuelta?
¿qué hiciste, cómo
para convencerlo?
para que te diera la mano
se sentara en la sillita de mentira
dejara que la oscura hostia de tu nombre
le llegara a la boca
¿o le metiste una piedra?
o una moneda, un gancho,
un papelito
de dónde lo enmudeciste, lo hiciste
olvidar
olvidarnos
qué señas le habrás hecho para que en vez de volver a casa
apagara el motor del falcon
se escurriera de la sedosa perfección del cuero
de la música en la radio
del ronroneo cachondo del auto
y se bajara con vos
para ir adónde
¿a cazar pajaritos?
¿a ver el dorado pasto extinguirse tras el fuego del invierno?
¿a romper el cristal del agua para que beban las crías?
o era verano, quizá, por entonces
y le diste el agua peligrosa de tu cielo
entradora, el agüita, sí
clarita, el agua, bueno
pero detrás de eso vos sabés que un agua así da más sed uno se
entierra más en el pozo
y más
hasta echarse tierra en el lomo
y ni el ángel constante y poderoso de los molinos de viento
puede salvarte
no
¿sabías que mi hermano iba a decir sí?
cuando viste el polvito que levantaba el falcon rojo en el
camino no pensaste dejarlo ir?
aunque sea, señor, porque él era toda belleza,
a esa edad,
toda alegría
toda
razón de ser
("marcelo leites")
I
señor, vos le diste a mi hermano un ford falcon rojo
para llegar a la casa de la niebla
y después qué
le dijiste?
le explicaste que el camino estaba cortado?
¿que el motor estaba roto?
¿que todo estaba roto?
¿que no había vuelta?
¿qué hiciste, cómo
para convencerlo?
para que te diera la mano
se sentara en la sillita de mentira
dejara que la oscura hostia de tu nombre
le llegara a la boca
¿o le metiste una piedra?
o una moneda, un gancho,
un papelito
de dónde lo enmudeciste, lo hiciste
olvidar
olvidarnos
qué señas le habrás hecho para que en vez de volver a casa
apagara el motor del falcon
se escurriera de la sedosa perfección del cuero
de la música en la radio
del ronroneo cachondo del auto
y se bajara con vos
para ir adónde
¿a cazar pajaritos?
¿a ver el dorado pasto extinguirse tras el fuego del invierno?
¿a romper el cristal del agua para que beban las crías?
o era verano, quizá, por entonces
y le diste el agua peligrosa de tu cielo
entradora, el agüita, sí
clarita, el agua, bueno
pero detrás de eso vos sabés que un agua así da más sed uno se
entierra más en el pozo
y más
hasta echarse tierra en el lomo
y ni el ángel constante y poderoso de los molinos de viento
puede salvarte
no
¿sabías que mi hermano iba a decir sí?
cuando viste el polvito que levantaba el falcon rojo en el
camino no pensaste dejarlo ir?
aunque sea, señor, porque él era toda belleza,
a esa edad,
toda alegría
toda
razón de ser
("marcelo leites")
jueves, 5 de noviembre de 2015
Jeymer Gamboa (1980 )
Estos hombres de café
Estos hombres de café, periódico y rituales gregarios
(indiferentes, por decisión propia,
al uso de la agenda y el teléfono celular;
la punta de sus zapatos desgastada; años sin ir al dentista y al optometrista)
retornan a sus casas cuando está por anochecer
y se paran detrás de una ventana
–siempre le dan dimensión a sus vidas con una ventana–
a esperar que la fogata del cielo termine de apagarse.
Ahí permanecen contemplativos y cinematográficos
sosteniendo un vaso de whisky
en una habitación a oscuras. Hay que cambiar el fusible de sus conciencias.
Con la otra mano se palpan el tórax
porque saben que entre una duda y una resolución
hay un dolor físico. Fuman, obvio.
Y les gusta que su cara y las paredes del cerebro
se llenen con las sombras que proyecta el alumbrado público
o las luces del río vehicular.
("el poeta ocasional")
Estos hombres de café, periódico y rituales gregarios
(indiferentes, por decisión propia,
al uso de la agenda y el teléfono celular;
la punta de sus zapatos desgastada; años sin ir al dentista y al optometrista)
retornan a sus casas cuando está por anochecer
y se paran detrás de una ventana
–siempre le dan dimensión a sus vidas con una ventana–
a esperar que la fogata del cielo termine de apagarse.
Ahí permanecen contemplativos y cinematográficos
sosteniendo un vaso de whisky
en una habitación a oscuras. Hay que cambiar el fusible de sus conciencias.
Con la otra mano se palpan el tórax
porque saben que entre una duda y una resolución
hay un dolor físico. Fuman, obvio.
Y les gusta que su cara y las paredes del cerebro
se llenen con las sombras que proyecta el alumbrado público
o las luces del río vehicular.
("el poeta ocasional")
miércoles, 4 de noviembre de 2015
Miguel Hernández (1910/1942 )
Menos tu vientre
Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo es postrero
polvo del mundo.
Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.
Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo es postrero
polvo del mundo.
Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.
("rua das petras")
martes, 3 de noviembre de 2015
Manuel Becerra Salazar (1983 )
Cantos de sirena
I
Oigo tu canto, sirena,
lo escucho quedo y con calma,
lo siento apoyarse en mi alma
con apariencia terrena.
Tu voz se me enrosca y llena
de paraíso mi oído.
Tras el disfraz del gemido
oigo tu voz que me canta,
y, sirena, en tu garganta
quedo en zozobra y herido.
I
Oigo tu canto, sirena,
lo escucho quedo y con calma,
lo siento apoyarse en mi alma
con apariencia terrena.
Tu voz se me enrosca y llena
de paraíso mi oído.
Tras el disfraz del gemido
oigo tu voz que me canta,
y, sirena, en tu garganta
quedo en zozobra y herido.
("círculo de poesía")
lunes, 2 de noviembre de 2015
CUATRO CALAVERITAS CUIR
CUATRO CALAVERITAS CUIR
CÉSAR CAÑEDO BLUES
Dicen que vino del noreste,
que ya venía volteado y quebrado,
de un pueblo llamado El Fuerte,
donde abundan los desalmados.
Yo no lo sé de cierto, sólo lo supongo,
que César era su nombre y era inspirado;
dicen incluso que le gustaba el repujado
y estremecer el tacón y el jorongo.
Tanta gracia que ella dominaba, el verso,
la prosa, el atletismo y el donaire
que vino la Parca al desgaire
y corroboró lo dicho sin esfuerzo.
Uriel Martínez
ERITO FRITO
A Ernesto Reséndiz Oikión
Era una noche de luna llena, rosa y blanca
Cuando desnuda y pura vino la Parca,
Preguntaba por una niña venida de Zamora
Muy sabia, muy tierna, con lengua de zarzamora.
"Es una nena becaria del Colegio de México,
Alta, flaca y con un halo de colegiala,
Que viaja en metro y en las noches jala
De aquí para allá, a veces con éxito".
Pero con esas señas nadie supo a la temida
Informarle y ésta, nerviosa, se tronaba los huesos
Cuando de pronto vio a la susodicha
Que venía acompañada de un efebo.
Uriel Martínez
LUIS ZAPATA
La Calaca llegó
Con libro bajo el brazo:
Quería dedicatoria
De puño y letra del autor.
Era edición prima
Del famoso Vampiro
De la colonia Roma,
Un libro ajado y viejo.
Cuando don Luis Zapata
Apareció, la letal
Catrina se lanzó
Con la pluma en ristre.
Al verla el escribiente
Joteó, gritó y huyó.
Uriel Martínez
[Inéditos]
CÉSAR CAÑEDO BLUES
Dicen que vino del noreste,
que ya venía volteado y quebrado,
de un pueblo llamado El Fuerte,
donde abundan los desalmados.
Yo no lo sé de cierto, sólo lo supongo,
que César era su nombre y era inspirado;
dicen incluso que le gustaba el repujado
y estremecer el tacón y el jorongo.
Tanta gracia que ella dominaba, el verso,
la prosa, el atletismo y el donaire
que vino la Parca al desgaire
y corroboró lo dicho sin esfuerzo.
Uriel Martínez
ERITO FRITO
A Ernesto Reséndiz Oikión
Era una noche de luna llena, rosa y blanca
Cuando desnuda y pura vino la Parca,
Preguntaba por una niña venida de Zamora
Muy sabia, muy tierna, con lengua de zarzamora.
"Es una nena becaria del Colegio de México,
Alta, flaca y con un halo de colegiala,
Que viaja en metro y en las noches jala
De aquí para allá, a veces con éxito".
Pero con esas señas nadie supo a la temida
Informarle y ésta, nerviosa, se tronaba los huesos
Cuando de pronto vio a la susodicha
Que venía acompañada de un efebo.
Uriel Martínez
LUIS ZAPATA
La Calaca llegó
Con libro bajo el brazo:
Quería dedicatoria
De puño y letra del autor.
Era edición prima
Del famoso Vampiro
De la colonia Roma,
Un libro ajado y viejo.
Cuando don Luis Zapata
Apareció, la letal
Catrina se lanzó
Con la pluma en ristre.
Al verla el escribiente
Joteó, gritó y huyó.
Uriel Martínez
CALAVERA ADIVINANZA
Tiene cintura de sandía
Pero no se llama María.
Tiene una gota que gotea
En la uretra negra.
Una gota que perfora calzones
Pero no los sube, los baja.
En el tórax lleva una caja
Nueva de condones.
Con T acaba su nombre
Con A comienza su gracia.
Aunque su desgracia
Fue llamarse Antonio Marquet.
"Me vale una chingada
Tu adivinanza transa".
Dijo la Catrina malhablada,
Pero no puedo con esta gorda endina.
Pero no se llama María.
Tiene una gota que gotea
En la uretra negra.
Una gota que perfora calzones
Pero no los sube, los baja.
En el tórax lleva una caja
Nueva de condones.
Con T acaba su nombre
Con A comienza su gracia.
Aunque su desgracia
Fue llamarse Antonio Marquet.
"Me vale una chingada
Tu adivinanza transa".
Dijo la Catrina malhablada,
Pero no puedo con esta gorda endina.
Uriel Martínez
[Inéditos]
domingo, 1 de noviembre de 2015
Mario Montalbetti (1953 )
Magnificant
Después del trabajo remunerado, inmune,
casi nupcial, y de cuidar al hijo
que no caiga, y de hacer nocturno el amor,
apago los megavatios
y bebo alcohol hasta las puntas
(alcohol munerado, mune, casi nupcial)
y luego veo entre las costillas de las persianas
el alba naranja como una papaya madura
que cae del cielo
y se hace añicos sobre el pavimento.
("nueva provenza")
Después del trabajo remunerado, inmune,
casi nupcial, y de cuidar al hijo
que no caiga, y de hacer nocturno el amor,
apago los megavatios
y bebo alcohol hasta las puntas
(alcohol munerado, mune, casi nupcial)
y luego veo entre las costillas de las persianas
el alba naranja como una papaya madura
que cae del cielo
y se hace añicos sobre el pavimento.
("nueva provenza")
Suscribirse a:
Entradas (Atom)