Días de 2011
Constantino Cavafis escribió para mí
su poema "Murallas".
El lector que uno es se identifica
con ese personaje que, solo,
medita su destino
mientras en torno se levantan
"altas y sólidas murallas".
Alguien que sordo a los obreros
y a sus voces
comprende sorprendido
que, silenciosamente,
"sin consideración, sin piedad, sin pudor",
le han tapiado su mundo.
("la mirada del lobo")
jueves, 28 de febrero de 2019
miércoles, 27 de febrero de 2019
Begoña Abad (1952)
He tenido...
He tenido los hijos que he querido,
los hombres que he querido,
los amigos que he querido.
He querido a los hijos que he tenido,
a los hombres que he tenido,
a los amigos que he tenido.
Cada cosa ha llegado a su tiempo
y ahora, cuando camino al revés,
los veo alejarse y sonrío
porque sigo queriendo lo que tengo
y teniendo lo que quiero.
("la mirada del lobo")
He tenido los hijos que he querido,
los hombres que he querido,
los amigos que he querido.
He querido a los hijos que he tenido,
a los hombres que he tenido,
a los amigos que he tenido.
Cada cosa ha llegado a su tiempo
y ahora, cuando camino al revés,
los veo alejarse y sonrío
porque sigo queriendo lo que tengo
y teniendo lo que quiero.
("la mirada del lobo")
martes, 26 de febrero de 2019
Ted Kooser (1932 )
En el camino
Junto a la puntera de mi bota
un guijarro de cuarzo,
una gota de la leche de la tierra,
sucia y fría.
Lo puse a la luz
y casi pude ver a su través
la gran explicación.
Déjalo donde estaba, me dijo algo,
déjalo donde estaba y sigue tu camino.
("la mirada del lobo", traducción hilario barrero)
Junto a la puntera de mi bota
un guijarro de cuarzo,
una gota de la leche de la tierra,
sucia y fría.
Lo puse a la luz
y casi pude ver a su través
la gran explicación.
Déjalo donde estaba, me dijo algo,
déjalo donde estaba y sigue tu camino.
("la mirada del lobo", traducción hilario barrero)
lunes, 25 de febrero de 2019
Irene Sánchez Carrón (1967)
Desde la ventana de un café
La muchacha que espera para cruzar la calle
se cubre de la lluvia con un fular de seda.
Los jóvenes detestan los paraguas,
se dejan olvidados los abrigos,
no escuchan los pronósticos del tiempo.
El hombre que le ofrece cortésmente refugio
bajo un paraguas negro
es más alto que ella
y se parece un poco a los pulcros actores
de los años cincuenta.
A través del cristal miro cómo se miran,
cómo sonríe ella bajo el paraguas negro
mientras nerviosamente
se sacude las gotas del pelo y de la cara.
El hombre le sonríe con ternura.
Gracias. Es usted muy amable,
dirá probablemente ella.
No hay de qué,
dirá el hombre con voz grave y atenta.
Este tiempo es tan impredecible,
tan pronto llueve,
tan pronto luce el sol.
Sonríen y se miran,
se alisa el pelo ella,
baja el paraguas él
y lo inclina hacia un lado.
Cuando cambia el semáforo
miro cómo atraviesan la avenida,
cómo el brazo de ella roza ligeramente
la gabardina gris del hombre del paraguas,
cómo ellos, los dos desconocidos,
acompasan el ritmo de sus pasos
sobre el asfalto húmedo
mientras la lluvia cae a cámara muy lenta
y el café de mi taza se va quedando frío.
Al llegar a la acera se paran un instante.
Intento descifrar sus últimas palabras.
Grabo en mi corazón sus últimas miradas.
Ella entra en el café
y él se pierde a lo lejos,
mientras yo, conmovida,
regreso a mi periódico.
("la mirada del lobo")
La muchacha que espera para cruzar la calle
se cubre de la lluvia con un fular de seda.
Los jóvenes detestan los paraguas,
se dejan olvidados los abrigos,
no escuchan los pronósticos del tiempo.
El hombre que le ofrece cortésmente refugio
bajo un paraguas negro
es más alto que ella
y se parece un poco a los pulcros actores
de los años cincuenta.
A través del cristal miro cómo se miran,
cómo sonríe ella bajo el paraguas negro
mientras nerviosamente
se sacude las gotas del pelo y de la cara.
El hombre le sonríe con ternura.
Gracias. Es usted muy amable,
dirá probablemente ella.
No hay de qué,
dirá el hombre con voz grave y atenta.
Este tiempo es tan impredecible,
tan pronto llueve,
tan pronto luce el sol.
Sonríen y se miran,
se alisa el pelo ella,
baja el paraguas él
y lo inclina hacia un lado.
Cuando cambia el semáforo
miro cómo atraviesan la avenida,
cómo el brazo de ella roza ligeramente
la gabardina gris del hombre del paraguas,
cómo ellos, los dos desconocidos,
acompasan el ritmo de sus pasos
sobre el asfalto húmedo
mientras la lluvia cae a cámara muy lenta
y el café de mi taza se va quedando frío.
Al llegar a la acera se paran un instante.
Intento descifrar sus últimas palabras.
Grabo en mi corazón sus últimas miradas.
Ella entra en el café
y él se pierde a lo lejos,
mientras yo, conmovida,
regreso a mi periódico.
("la mirada del lobo")
domingo, 24 de febrero de 2019
Uriel Martínez (1950 )
Ellos
Los veo en la calle, cualquier calle,
a cualquier hora y a todas horas;
en su mirada no llevan domicilio
ni remitente, por lo mismo, nadie
habrá que los reclame, a quien
hagan falta, quien los extrañe.
Ellos tampoco, quizá de un momento
a otro se asumieron como son:
libres como un guante o un paraguas
olvidado; acaso una sábana
de algodón sin su par,
sin su correspondiente envés,
como una cicatriz que va sin
rostro, abierta, indolora.
[Inédito]
Los veo en la calle, cualquier calle,
a cualquier hora y a todas horas;
en su mirada no llevan domicilio
ni remitente, por lo mismo, nadie
habrá que los reclame, a quien
hagan falta, quien los extrañe.
Ellos tampoco, quizá de un momento
a otro se asumieron como son:
libres como un guante o un paraguas
olvidado; acaso una sábana
de algodón sin su par,
sin su correspondiente envés,
como una cicatriz que va sin
rostro, abierta, indolora.
[Inédito]
sábado, 23 de febrero de 2019
Ana Ilce Gómez (1944/2007 )
El amor viene conmigo
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Como un gato silencioso
me viene persiguiendo a través
de tardes hueras y cenagosos días.
Alguna que otra noche
he escuchado su ronroneo suave
y mi tacto ha sentido la uña fiera
haciendo averiguaciones;
preguntando a mi piel
qué sed padece mi sangre,
el dónde de mis sueños,
el por qué de mis huesos.
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Está conmigo
palpando la ternura de cada costilla,
los tibios cuencos de mi ser
donde se esconde cada beso,
donde nacen los hijos,
donde se abren los gajos de dolor humano y tímido.
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Irá conmigo.
Arrasará mi sangre
y un buen día
escribirá en las arcadas de mi vientre
mi canto de gloria,
mi honra fúnebre.
("la mirada del lobo")
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Como un gato silencioso
me viene persiguiendo a través
de tardes hueras y cenagosos días.
Alguna que otra noche
he escuchado su ronroneo suave
y mi tacto ha sentido la uña fiera
haciendo averiguaciones;
preguntando a mi piel
qué sed padece mi sangre,
el dónde de mis sueños,
el por qué de mis huesos.
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Está conmigo
palpando la ternura de cada costilla,
los tibios cuencos de mi ser
donde se esconde cada beso,
donde nacen los hijos,
donde se abren los gajos de dolor humano y tímido.
Desde lejanos tiempos el amor viene conmigo.
Irá conmigo.
Arrasará mi sangre
y un buen día
escribirá en las arcadas de mi vientre
mi canto de gloria,
mi honra fúnebre.
("la mirada del lobo")
viernes, 22 de febrero de 2019
Lêdo Ivo (1924-2012 )
Las necesidades
Una puerta cerrada no es suficiente para que un hombre
esconda su amor. También necesita una puerta abierta
para poder partir y perderse entre la multitud cuando ese
amor estalle
como un barril de pólvora en el arsenal alcanzado por el rayo.
No basta un techo para que un hombre se proteja
del calor y de la tempestad. Para huir del relámpago,
cuando la lluvia cae en el silencio del mundo
abierto como una futa entre dos estruendos,
él necesita un cuerpo tendido sobre la cama,
un cuerpo al alcance de su mano
todavía temerosa de avanzar en la oscuridad.
En la noche que declina, en el día que nace,
el hombre necesita de todo: del amor y del rayo.
("la mirada del lobo", trad. guadalupe grande y juan carlos mestre)
jueves, 21 de febrero de 2019
Denise Levertov (1923/1997 )
Al lector
Mientras leés, un oso polar plácidamente
orina y tiñe
la nieve de azafrán;
mientras leés, algunos dioses
se acuestan entre hiedras: sus ojos de obsidiana
están mirando las generaciones de hojas;
mientras leés, el mar
está pasando sus páginas oscuras,
pasando
sus páginas oscuras.
("hablar de poesía", s/c al traductor)
Mientras leés, un oso polar plácidamente
orina y tiñe
la nieve de azafrán;
mientras leés, algunos dioses
se acuestan entre hiedras: sus ojos de obsidiana
están mirando las generaciones de hojas;
mientras leés, el mar
está pasando sus páginas oscuras,
pasando
sus páginas oscuras.
("hablar de poesía", s/c al traductor)
miércoles, 20 de febrero de 2019
Carl Sandburg (1878/1967 )
La niebla
La niebla llega
con pisadas de gato.
Se sienta
sobre sus ancas
silenciosas
para observar
el puerto y la ciudad.
Luego se marcha.
("material de lectura", versión jv anaya)
La niebla llega
con pisadas de gato.
Se sienta
sobre sus ancas
silenciosas
para observar
el puerto y la ciudad.
Luego se marcha.
("material de lectura", versión jv anaya)
martes, 19 de febrero de 2019
Carl Sandburg (1878/1967 )
Explicaciones del amor
Hay un lugar donde el amor comienza y un lugar
donde el amor termina.
Hay un roce de dos manos que derrota a todos
los diccionarios.
Hay una mirada intensa de ojos tan grandes como un horno abierto
de la Bethlehem o la llamita verde-fuego de una soldadora autógena.
Hay dichos solos que se lanzan sin cuidado portentosos como
un enorme desvío en el río Misisipi.
Manos, ojos, lemas—de éstos el amor crea
talleres y campos de batalla.
Hay un par de zapatos que el amor usa y su llegada
es un misterio.
Hay una advertencia que el amor envía y el costo de ella
nunca se escribe sino hasta que es demasiado tarde.
Hay explicaciones del amor en todos los idiomas
pero ninguna es más sabia que esta:
Hay un lugar donde el amor comienza y un lugar
donde el amor termina –y el amor no pide nada.
("hablar de poesía", versión matías carnevale)
Hay un lugar donde el amor comienza y un lugar
donde el amor termina.
Hay un roce de dos manos que derrota a todos
los diccionarios.
Hay una mirada intensa de ojos tan grandes como un horno abierto
de la Bethlehem o la llamita verde-fuego de una soldadora autógena.
Hay dichos solos que se lanzan sin cuidado portentosos como
un enorme desvío en el río Misisipi.
Manos, ojos, lemas—de éstos el amor crea
talleres y campos de batalla.
Hay un par de zapatos que el amor usa y su llegada
es un misterio.
Hay una advertencia que el amor envía y el costo de ella
nunca se escribe sino hasta que es demasiado tarde.
Hay explicaciones del amor en todos los idiomas
pero ninguna es más sabia que esta:
Hay un lugar donde el amor comienza y un lugar
donde el amor termina –y el amor no pide nada.
("hablar de poesía", versión matías carnevale)
lunes, 18 de febrero de 2019
Víctor Botas (1945/1994 )
Las rosas de Babilonia
No me preguntes cómo pasa el tiempo
Li Kiu Ling
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
El caso es que ya estoy un poco sordo
y el pelo me blanquea. Sin embargo,
aún siento un no sé qué, algo muy tenue
(como un temblor de luna en un estanque),
aquí, justo en la boca del estómago,
cada vez que te miro. Qué curioso,
qué curioso, ¿verdad? Qué raro: el tiempo,
que en Babilonia destruyó las rosas,
que terminó con Júpiter y a polvo
redujo los imperios y las caras
(que todo se lo lleva por delante
como un rinoceronte enloquecido),
me parece que hoy se va a dejar
los dientes (por lo menos), en su inútil
empeño de ir borrándote esos ojos
que intactos -yo lo quiero- aquí se quedan.
("la mirada del lobo")
domingo, 17 de febrero de 2019
Sophia de Mello Breyner (1919/2004 )
Regresaré
Regresaré al poema como a la patria a la casa
Como a la antigua infancia que perdí por descuido
Para buscar obstinada la sustancia de todo
Y gritar de pasión bajo mil luces encendidas.
("trianarts", trad. ángel campos pámpano)
Regresaré al poema como a la patria a la casa
Como a la antigua infancia que perdí por descuido
Para buscar obstinada la sustancia de todo
Y gritar de pasión bajo mil luces encendidas.
("trianarts", trad. ángel campos pámpano)
sábado, 16 de febrero de 2019
Alfredo Buxán (1950 )
Huerto de los naranjos
Cómo explicarle a nadie que nacimos
en un rincón azul del paraíso
y que el jardín existe. Mejor no propagarlo.
Que cada uno cumpla su destino
y la marea negra que regresa
una vez y mil veces a la costa
–chapapote de muerte que se mete en las casas–
no alcance nunca las raíces de los árboles
que nos dieron el aire, y con el aire el sustento:
el mismo sueño cada mañana al levantarnos,
la mancha imborrable de las moras en los dientes,
la huella del nogal en la palma de las manos
como feliz estigma que todos compartimos,
la luz del merendero bajo la parra hinchada
y las uvas amargas, el viejo laberinto
de las flores, el columpio y la barca de piedra
que surcaba las aguas para hacer sin descanso
cada día cien millas, cada vez un viaje,
las peras de San Juan y las manzanas ácidas,
el canto de los mirlos, las mazorcas de leche
que merendamos alrededor de la casona,
las tijeras de podar junto a la escalinata,
la humedad de la hierba, la fruta machucada
que sólo sirve ya para compota,
todo eso,
el caminito de los caracoles
en la lluvia y su rastro de baba en la conciencia,
las sardinas asadas al volver de la playa,
el pringue de las manos plagadas de rasguños,
el sendero de grava, la leña hecha montones
y a resguardo en un rincón de la tapia,
los taludes de tierra en que nos revolcábamos
con saña de piratas, las ciruelas pisadas
y la certeza de que el mar no se iba a mover.
Estaba siempre allí para entregarse a nosotros.
A mano izquierda según se baja hacia la plaza.
El mar y sus secretos. Mejor no propagarlo.
Qué más da que lo crean o lo ignoren
si nosotros sabemos, cuando muere la tarde,
que aquella felicidad existe todavía.
Existe y tiene nombre aunque no lo digamos.
("trianarts")
Cómo explicarle a nadie que nacimos
en un rincón azul del paraíso
y que el jardín existe. Mejor no propagarlo.
Que cada uno cumpla su destino
y la marea negra que regresa
una vez y mil veces a la costa
–chapapote de muerte que se mete en las casas–
no alcance nunca las raíces de los árboles
que nos dieron el aire, y con el aire el sustento:
el mismo sueño cada mañana al levantarnos,
la mancha imborrable de las moras en los dientes,
la huella del nogal en la palma de las manos
como feliz estigma que todos compartimos,
la luz del merendero bajo la parra hinchada
y las uvas amargas, el viejo laberinto
de las flores, el columpio y la barca de piedra
que surcaba las aguas para hacer sin descanso
cada día cien millas, cada vez un viaje,
las peras de San Juan y las manzanas ácidas,
el canto de los mirlos, las mazorcas de leche
que merendamos alrededor de la casona,
las tijeras de podar junto a la escalinata,
la humedad de la hierba, la fruta machucada
que sólo sirve ya para compota,
todo eso,
el caminito de los caracoles
en la lluvia y su rastro de baba en la conciencia,
las sardinas asadas al volver de la playa,
el pringue de las manos plagadas de rasguños,
el sendero de grava, la leña hecha montones
y a resguardo en un rincón de la tapia,
los taludes de tierra en que nos revolcábamos
con saña de piratas, las ciruelas pisadas
y la certeza de que el mar no se iba a mover.
Estaba siempre allí para entregarse a nosotros.
A mano izquierda según se baja hacia la plaza.
El mar y sus secretos. Mejor no propagarlo.
Qué más da que lo crean o lo ignoren
si nosotros sabemos, cuando muere la tarde,
que aquella felicidad existe todavía.
Existe y tiene nombre aunque no lo digamos.
("trianarts")
viernes, 15 de febrero de 2019
Denise Levertov (1923/1997 )
La queja de Adán
Hay quienes,
no importa qué les des,
también quieren la luna.
El pan,
la sal,
la carne blanca y la roja,
y todavía tienen hambre.
La cama matrimonial
y la cuna,
y siguen con los brazos vacíos.
Les das la tierra,
su propia tierra bajo los pies,
y se lanzan al camino.
Y el agua: cava el pozo más hondo,
nunca será suficiente
para beber en él la luna.
("life vest under your seat" s/c al traductor)
Hay quienes,
no importa qué les des,
también quieren la luna.
El pan,
la sal,
la carne blanca y la roja,
y todavía tienen hambre.
La cama matrimonial
y la cuna,
y siguen con los brazos vacíos.
Les das la tierra,
su propia tierra bajo los pies,
y se lanzan al camino.
Y el agua: cava el pozo más hondo,
nunca será suficiente
para beber en él la luna.
("life vest under your seat" s/c al traductor)
jueves, 14 de febrero de 2019
Gastón Malgieri (1977 )
El cansancio
No se trata de reconocerme cansada
siquiera de poder decirlo a los gritos
como quien pide auxilio en medio de una tropa de aves sordas
tengo que poder aceptarme vencida
por el peso de mis infiernos cotidianos
darles autoridad para aplastarlo todo
incluso los fuegos artificiales de lo eufórico
esos espejitos de colores
que alguna vez me deslumbraron
tengo que poder impregnarme
de ese agotamiento primitivo
que cargan algunos insectos
y que infecta sus colonias de enigmas
sobre la densidad de los materiales
o las inclemencias del tiempo
tengo que poder volver a lo esencial de la pregunta
a ese lugar sin certezas que implica lo llano
a ese partícula ínfima del pulso
a ese el gesto primal
que supone
volver a ponerse la piel.
("life vest under your seat")
No se trata de reconocerme cansada
siquiera de poder decirlo a los gritos
como quien pide auxilio en medio de una tropa de aves sordas
tengo que poder aceptarme vencida
por el peso de mis infiernos cotidianos
darles autoridad para aplastarlo todo
incluso los fuegos artificiales de lo eufórico
esos espejitos de colores
que alguna vez me deslumbraron
tengo que poder impregnarme
de ese agotamiento primitivo
que cargan algunos insectos
y que infecta sus colonias de enigmas
sobre la densidad de los materiales
o las inclemencias del tiempo
tengo que poder volver a lo esencial de la pregunta
a ese lugar sin certezas que implica lo llano
a ese partícula ínfima del pulso
a ese el gesto primal
que supone
volver a ponerse la piel.
("life vest under your seat")
miércoles, 13 de febrero de 2019
Ana Istarú (1960 )
Testimonio
Yo,
la que yació
sobre su lomo arqueada en buena lid,
la que bebió entre ahogos
los cálices del semen, pues visto está,
yo soy las fauces de la luz;
la que tornó en sarmiento y crecimiento constante
ese licor profano venido de varón;
la que forjó en umbrosos yacimientos carnales
un cordero de sueño, un pájaro aturdido,
un extracto del ángel donde brillan mis genes;
la que ha mirado
abrirse en abanico su entrepierna,
la que arrancándose del vientre rayos,
peleando con el león de su dolor, girando
como un viaje de centauros por su cuerpo,
he dado a luz;
yo,
quiero testificar:
estoy aquí frente a este ser que tiembla,
el que emana una esencia de gardenias calientes.
Beso sus pies calizos. Reverencio
el desgarrón del oro en su pañal.
En su saliva toco la leche del vacío,
lo que mueve a mis pechos a abrir sus surtidores.
Estoy bajo el embate de la dicha,
doblada por el talle.
Soy otro ser que tiembla, transparente.
Yo,
la del pelambre de loba,
la del anca cobriza y garra restallante,
soy su rehén.
Nadie pretenda quebrantar mi cautiverio.
("música y poesía")
Yo,
la que yació
sobre su lomo arqueada en buena lid,
la que bebió entre ahogos
los cálices del semen, pues visto está,
yo soy las fauces de la luz;
la que tornó en sarmiento y crecimiento constante
ese licor profano venido de varón;
la que forjó en umbrosos yacimientos carnales
un cordero de sueño, un pájaro aturdido,
un extracto del ángel donde brillan mis genes;
la que ha mirado
abrirse en abanico su entrepierna,
la que arrancándose del vientre rayos,
peleando con el león de su dolor, girando
como un viaje de centauros por su cuerpo,
he dado a luz;
yo,
quiero testificar:
estoy aquí frente a este ser que tiembla,
el que emana una esencia de gardenias calientes.
Beso sus pies calizos. Reverencio
el desgarrón del oro en su pañal.
En su saliva toco la leche del vacío,
lo que mueve a mis pechos a abrir sus surtidores.
Estoy bajo el embate de la dicha,
doblada por el talle.
Soy otro ser que tiembla, transparente.
Yo,
la del pelambre de loba,
la del anca cobriza y garra restallante,
soy su rehén.
Nadie pretenda quebrantar mi cautiverio.
("música y poesía")
martes, 12 de febrero de 2019
Bertolt Brecht (1898/1956 )
Refugio nocturno
Me han contado que en Nueva York
en la esquina de la calle 26 con Broadway
se pone cada atardecer un hombre
durante los meses de invierno
y, pidiendo a los que pasan,
consigue un techo para que pase la noche
la gente desamparada que allí se reúne.
Con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.
Pero algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro, tú que lo estás leyendo.
Algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.
("trianarts", s/c al traductor)
Me han contado que en Nueva York
en la esquina de la calle 26 con Broadway
se pone cada atardecer un hombre
durante los meses de invierno
y, pidiendo a los que pasan,
consigue un techo para que pase la noche
la gente desamparada que allí se reúne.
Con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.
Pero algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro, tú que lo estás leyendo.
Algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.
("trianarts", s/c al traductor)
lunes, 11 de febrero de 2019
Henri Michaux (1899/1984 )
Descanso en la desdicha
Desdicha, gran arador mío,
desdicha, siéntate,
descansa.
Descansemos un poco tú y yo.
Descansa.
Me encuentras, me pones a prueba, me lo pruebas.
Soy tu ruina.
Gran teatro mío, mi puerto, mi hogar,
mi sótano de oro,
mi porvenir, mi auténtica madre, mi horizonte.
En tu luz, en tu amplitud, en tu horror
me abandono.
("cómo cantaba mayo", s/c al traductor)
Desdicha, gran arador mío,
desdicha, siéntate,
descansa.
Descansemos un poco tú y yo.
Descansa.
Me encuentras, me pones a prueba, me lo pruebas.
Soy tu ruina.
Gran teatro mío, mi puerto, mi hogar,
mi sótano de oro,
mi porvenir, mi auténtica madre, mi horizonte.
En tu luz, en tu amplitud, en tu horror
me abandono.
("cómo cantaba mayo", s/c al traductor)
domingo, 10 de febrero de 2019
Uriel Martínez (1950 )
El verano
Está por concluir el mes
y mi cuerpo sigue, dormido,
estremecido como babosa
bañada de sal, de aceite.
Son los últimos estertores
de tu cuerpo en el mío,
el recuerdo de mi último
verano, cuando maduraba.
Es el precio de haberte
vuelto parte de mis tardes,
de rutinas que sólo se viven
un mes, acaso, caluroso para ambos.
Me digo y me repito antes
de revisar a conciencia
las prescripciones medicinales
antes de volver a un sopor antiguo.
Obleas y tabletas ahora son
sedimento de ti, de cada músculo
descargado con y en nosotros,
como una bendición largamente convocada.
[Inédito]
Está por concluir el mes
y mi cuerpo sigue, dormido,
estremecido como babosa
bañada de sal, de aceite.
Son los últimos estertores
de tu cuerpo en el mío,
el recuerdo de mi último
verano, cuando maduraba.
Es el precio de haberte
vuelto parte de mis tardes,
de rutinas que sólo se viven
un mes, acaso, caluroso para ambos.
Me digo y me repito antes
de revisar a conciencia
las prescripciones medicinales
antes de volver a un sopor antiguo.
Obleas y tabletas ahora son
sedimento de ti, de cada músculo
descargado con y en nosotros,
como una bendición largamente convocada.
[Inédito]
sábado, 9 de febrero de 2019
Dolores Etchecopar (1956 )
Niña helada
niña helada en una canción
de cuna y de tumba
con cuánto esmero te envuelven
los cordeles los pasos de tu madre
la tardanza de un amor
que teje tu rostro sin descanso
¿qué alimento es ese que tomaste
en el frío
cuando ya no había nada?
cortaron tu bretel de nubes y de nieve
te sacaron del alma del mundo
ultrajaron el obsequio
de tu rostro huyó un jaguar
a la vista de todos
niña larva
apunada de soledad
te doy asilo en mi aliento
en mi protesta
ábrete
hazte unas manos
para levantar de tu pecho y del mío
una casa
hazte un comienzo
en la música
y el rugido
del animal más lento
niña helada en una canción
de cuna y de tumba
con cuánto esmero te envuelven
los cordeles los pasos de tu madre
la tardanza de un amor
que teje tu rostro sin descanso
¿qué alimento es ese que tomaste
en el frío
cuando ya no había nada?
cortaron tu bretel de nubes y de nieve
te sacaron del alma del mundo
ultrajaron el obsequio
de tu rostro huyó un jaguar
a la vista de todos
niña larva
apunada de soledad
te doy asilo en mi aliento
en mi protesta
ábrete
hazte unas manos
para levantar de tu pecho y del mío
una casa
hazte un comienzo
en la música
y el rugido
del animal más lento
("poetas argentinos")
viernes, 8 de febrero de 2019
María Lorente Becerra (1993 )
Es magia lo que ves
II
Fuimos esa mirada,
conjunto indescifrable
de entrañas y silencio.
Estuve tan sin ti,
tan sin mí
e irremediablemente
fuimos más que todo.
Tú me pides
Tú me pides realidades,
yo las nombro allá a lo lejos.
¡Qué distantes se presentan!
¡Qué tristes y apagadas!
Y estás aquí,
delante,
besándome con tus ojos
y yo solo puedo darte
¡sueños, fantasías!
mas tú me ruegas realidades
y como una vagabunda
yo las voy buscando
entre los puentes,
en los pantanos,
¡Qué más da dónde las busqué!
Contigo todo es ascenso,
declive.
¡Pero tú me pides realidades!
Y como un perro
yo las oigo
debajo de las alfombras
como se escucha todo aquello
que ya es polvo.
Yo las acecho,
las vigilo
mas solo puedo
regalarte un trocito de aire
¡y tú me ruegas realidades sólidas!,
con cuerpo,
realidades de estampida
y yo te rozo con mis alas…
Y tal vez
te devuelvo a la vida.
("zenda libros")
II
Fuimos esa mirada,
conjunto indescifrable
de entrañas y silencio.
Estuve tan sin ti,
tan sin mí
e irremediablemente
fuimos más que todo.
Tú me pides
Tú me pides realidades,
yo las nombro allá a lo lejos.
¡Qué distantes se presentan!
¡Qué tristes y apagadas!
Y estás aquí,
delante,
besándome con tus ojos
y yo solo puedo darte
¡sueños, fantasías!
mas tú me ruegas realidades
y como una vagabunda
yo las voy buscando
entre los puentes,
en los pantanos,
¡Qué más da dónde las busqué!
Contigo todo es ascenso,
declive.
¡Pero tú me pides realidades!
Y como un perro
yo las oigo
debajo de las alfombras
como se escucha todo aquello
que ya es polvo.
Yo las acecho,
las vigilo
mas solo puedo
regalarte un trocito de aire
¡y tú me ruegas realidades sólidas!,
con cuerpo,
realidades de estampida
y yo te rozo con mis alas…
Y tal vez
te devuelvo a la vida.
("zenda libros")
jueves, 7 de febrero de 2019
Andrés Eloy Blanco (1896/1955 )
Silencio
Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.
Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.
Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;
y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;
y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.
("rua das pretas")
Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.
Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.
Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;
y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;
y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.
("rua das pretas")
miércoles, 6 de febrero de 2019
Fadir Delgado (1984 )
La carne examina sus espinas
Tengo un nudo de arrugas secas
Una cuerda de crisálidas atada al cuello
Extiendo los brazos como alas resquebrajadas
Hay un olor agrio que me cubre
Abro los ojos en el agua que hierve en la cocina
-Es lo único que puedo hacer-
Nada podrá con la jauría que me reventará los párpados
Dejo que las bestias se cuelguen de mis ojos.
Ebriedad bajo la regadera
Pisa con cuidado
Te confieso:
No recogí tus restos
no acomodé tu cabeza
Te vi en el suelo del baño como un desperdicio de la noche
Los párpados se te caían
Vi la batalla que tenías con los ojos
Querías abrirlos
Pero ellos no querían verte
Estiraste el brazo y cerraste la puerta
Cuando lo hiciste
llevé tu sombra ebria a la cama
y todo se llenó de sal
Allí supe lo que abandona el mar cuando muere
Al otro lado
te ahogabas entre el grito
de la ola
del gato
de la luz
Escuché las bestias de agua que te salían por la boca
Después de la sal vino la sangre
Pero cuando apareció te habías dormido
Poseidón te había cerrado los ojos a la fuerza
Creo que hizo que te arrodillaras
Que le ofrecieras algún sacrificio
Te metió bajo la regadera y te arrancó la piel
Cuando regresaste a la cama te dormiste encima de tu sal
De tu propio cuerpo cosido a las sábanas
Por eso te digo:
Pisa con cuidado
Abre con cuidado la puerta
Allí debajo de esas baldosas
está el alcohol de tu sombra
Te lo advierto:
No te acuestes en el lado izquierdo de la cama
Todavía está la oscuridad de una ola que guarda tu tatuaje de ebriedad
Tu pezuña de rabia
Pon el oído en la almohada como si fuera un caracol
Sabrás que no miento
Allí
debajo de las baldosas
está tu sangre sepultada.
("panorama cultural")
Tengo un nudo de arrugas secas
Una cuerda de crisálidas atada al cuello
Extiendo los brazos como alas resquebrajadas
Hay un olor agrio que me cubre
Abro los ojos en el agua que hierve en la cocina
-Es lo único que puedo hacer-
Nada podrá con la jauría que me reventará los párpados
Dejo que las bestias se cuelguen de mis ojos.
Ebriedad bajo la regadera
Pisa con cuidado
Te confieso:
No recogí tus restos
no acomodé tu cabeza
Te vi en el suelo del baño como un desperdicio de la noche
Los párpados se te caían
Vi la batalla que tenías con los ojos
Querías abrirlos
Pero ellos no querían verte
Estiraste el brazo y cerraste la puerta
Cuando lo hiciste
llevé tu sombra ebria a la cama
y todo se llenó de sal
Allí supe lo que abandona el mar cuando muere
Al otro lado
te ahogabas entre el grito
de la ola
del gato
de la luz
Escuché las bestias de agua que te salían por la boca
Después de la sal vino la sangre
Pero cuando apareció te habías dormido
Poseidón te había cerrado los ojos a la fuerza
Creo que hizo que te arrodillaras
Que le ofrecieras algún sacrificio
Te metió bajo la regadera y te arrancó la piel
Cuando regresaste a la cama te dormiste encima de tu sal
De tu propio cuerpo cosido a las sábanas
Por eso te digo:
Pisa con cuidado
Abre con cuidado la puerta
Allí debajo de esas baldosas
está el alcohol de tu sombra
Te lo advierto:
No te acuestes en el lado izquierdo de la cama
Todavía está la oscuridad de una ola que guarda tu tatuaje de ebriedad
Tu pezuña de rabia
Pon el oído en la almohada como si fuera un caracol
Sabrás que no miento
Allí
debajo de las baldosas
está tu sangre sepultada.
("panorama cultural")
martes, 5 de febrero de 2019
Hilario Barrero (1946 )
Final
Carbonizados,
algunos morirán consumidos de fuego,
cegados por las algas de la noche,
otros verán en la profundidad del mar,
los elegidos, ceniza numerada,
arderán para siempre
porque el amor borró sus nombres,
tú y yo que hemos sido agua,
viento y fuego enamorado
seremos un olvido.
Solo uno.
("rua das pretas")
Carbonizados,
algunos morirán consumidos de fuego,
cegados por las algas de la noche,
otros verán en la profundidad del mar,
los elegidos, ceniza numerada,
arderán para siempre
porque el amor borró sus nombres,
tú y yo que hemos sido agua,
viento y fuego enamorado
seremos un olvido.
Solo uno.
("rua das pretas")
lunes, 4 de febrero de 2019
Jim Harrison (1937/2016 )
El zoológico que atraviesa la ciudad
Una vez vi un lobo
amenazante dentro de su jaula
en medio del hedor de los monos y el ruido
ensordecedor de los pájaros
de la selva. Le tiramos pedazos
de pan amasado, pero él no nos vio
y siguió rozando su nariz ensangrentada
contra un imaginario bosque.
Nos movimos aburridos, entonces lo vimos
que saltó contra los barrotes,
gruñó. Después aulló con increíble rabia,
su aullido chillón nos recordó otras vidas.
A los niños que gritan y chillan
pasándoles a los aterrorizados padres por el lado.
El día de verano gracias al calor y al sol
se tornó insoportable.
Permanecí ahí, mirándolo, rabioso
hasta que uno de los cuidadores vino armado
con una pistola tipo “Flash Gordon”
llena de sedante. Luego lo vi empequeñecer
en su chisporroteado sueño.
(tomado del muro fb de daniel montoly, traductor)
Una vez vi un lobo
amenazante dentro de su jaula
en medio del hedor de los monos y el ruido
ensordecedor de los pájaros
de la selva. Le tiramos pedazos
de pan amasado, pero él no nos vio
y siguió rozando su nariz ensangrentada
contra un imaginario bosque.
Nos movimos aburridos, entonces lo vimos
que saltó contra los barrotes,
gruñó. Después aulló con increíble rabia,
su aullido chillón nos recordó otras vidas.
A los niños que gritan y chillan
pasándoles a los aterrorizados padres por el lado.
El día de verano gracias al calor y al sol
se tornó insoportable.
Permanecí ahí, mirándolo, rabioso
hasta que uno de los cuidadores vino armado
con una pistola tipo “Flash Gordon”
llena de sedante. Luego lo vi empequeñecer
en su chisporroteado sueño.
(tomado del muro fb de daniel montoly, traductor)
domingo, 3 de febrero de 2019
Claudia Masin (1972 )
La lluvia
¿Viste cómo llueve? Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se transforma en armonía.
Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como ésa,
a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales, un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra historia, los objetos
que confirman que somos seres físicos y no un soplo
filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás para incluirnos. ¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la violencia del aguacero,
con que el río se salga de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada
que no supiéramos ya.
(el poeta ocasional")
¿Viste cómo llueve? Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se transforma en armonía.
Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como ésa,
a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales, un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra historia, los objetos
que confirman que somos seres físicos y no un soplo
filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás para incluirnos. ¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la violencia del aguacero,
con que el río se salga de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada
que no supiéramos ya.
(el poeta ocasional")
sábado, 2 de febrero de 2019
Claudio Rodríguez (1934/1999 )
La arena
La arena, tan desnuda y tan desamparada,
tan acosada,
nunca embustera, ágil,
con su sumisa libertad sin luto,
me está lavando ahora.
La vanagloria oscura de la piedra
hela aquí: entre la yema
de mis dedos,
con el susurro de su despedida
y con su olor a ala tempranera.
Vuela tú, vuela,
pequeña arena mía,
canta en mi cuerpo, en cada poro, entra
en mi vida, por favor, ahora que necesito
tu cadencia, ya muy latiendo en luz,
con el misterio de la melodía
de tu serenidad,
de tu honda ternura.
("cómo cantaba mayo")
La arena, tan desnuda y tan desamparada,
tan acosada,
nunca embustera, ágil,
con su sumisa libertad sin luto,
me está lavando ahora.
La vanagloria oscura de la piedra
hela aquí: entre la yema
de mis dedos,
con el susurro de su despedida
y con su olor a ala tempranera.
Vuela tú, vuela,
pequeña arena mía,
canta en mi cuerpo, en cada poro, entra
en mi vida, por favor, ahora que necesito
tu cadencia, ya muy latiendo en luz,
con el misterio de la melodía
de tu serenidad,
de tu honda ternura.
("cómo cantaba mayo")
viernes, 1 de febrero de 2019
Pedro Sevilla (1959 )
El tiempo
Era en el alto espejo del tocador aquel.
Mi madre, jovencísima, adolescente casi,
con los hombros desnudos,
se retoca el peinado
y a través del cristal me mira y me sonríe.
Por el postigo abierto de la ventana azul,
mariposa amarilla,
entra un rayo de sol que se posa en su cuello,
tiembla un poco y se va
dejando imperceptibles quemaduras.
Luego llegó el incendio de los años.
Escribir es sembrar
LLEGABA por las tardes, al sol puesto,
y sin decirle nada me sentaba a su lado
porque junto a su pecho se esfumaba mi angustia
y también porque olía su ropa a sol y a lumbre,
a campo y a honradez.
Cuando el sol era ya sólo un recuerdo
volvía del trabajo con su eterno cigarro,
con sus blancas camisas jornaleras,
y mientras preparaba mi madre agua caliente
y él ponía en la radio las noticias,
yo me daba a pensar, a imaginármelo
esparciendo semilla entre los surcos
que luego el sol, el agua y la paciencia
mudarían en verde y en espigas,
en pan para las dulces meriendas de los niños.
Por eso ahora lo imito. Y por eso
ahora que soy mi padre
esparzo estas palabras
en el raro silencio de un cuaderno,
les pongo el corazón y espero que germinen:
que la escritura alcance madurez cereal
y que un día alguien pueda,
como un trozo de pan y de memoria,
hacer de estos poemas su alimento.
Búsqueda eterna
COMO se entra en los muslos que uno ama,
con turbación y miedo,
buscando salvación, placer, ternura,
consuelo, vida, muerte,
así he entrado en los libros,
abriendo, acariciando, desgarrando,
en busca de palabras sanadoras,
de signos, de senderos luminosos,
asaltándome siempre,
muy dentro del abrazo o el poema,
la misma pesadumbre,
el mismo hondo silencio.
("la mirada del lobo" y "joseantoniofs")
Era en el alto espejo del tocador aquel.
Mi madre, jovencísima, adolescente casi,
con los hombros desnudos,
se retoca el peinado
y a través del cristal me mira y me sonríe.
Por el postigo abierto de la ventana azul,
mariposa amarilla,
entra un rayo de sol que se posa en su cuello,
tiembla un poco y se va
dejando imperceptibles quemaduras.
Luego llegó el incendio de los años.
Escribir es sembrar
LLEGABA por las tardes, al sol puesto,
y sin decirle nada me sentaba a su lado
porque junto a su pecho se esfumaba mi angustia
y también porque olía su ropa a sol y a lumbre,
a campo y a honradez.
Cuando el sol era ya sólo un recuerdo
volvía del trabajo con su eterno cigarro,
con sus blancas camisas jornaleras,
y mientras preparaba mi madre agua caliente
y él ponía en la radio las noticias,
yo me daba a pensar, a imaginármelo
esparciendo semilla entre los surcos
que luego el sol, el agua y la paciencia
mudarían en verde y en espigas,
en pan para las dulces meriendas de los niños.
Por eso ahora lo imito. Y por eso
ahora que soy mi padre
esparzo estas palabras
en el raro silencio de un cuaderno,
les pongo el corazón y espero que germinen:
que la escritura alcance madurez cereal
y que un día alguien pueda,
como un trozo de pan y de memoria,
hacer de estos poemas su alimento.
Búsqueda eterna
COMO se entra en los muslos que uno ama,
con turbación y miedo,
buscando salvación, placer, ternura,
consuelo, vida, muerte,
así he entrado en los libros,
abriendo, acariciando, desgarrando,
en busca de palabras sanadoras,
de signos, de senderos luminosos,
asaltándome siempre,
muy dentro del abrazo o el poema,
la misma pesadumbre,
el mismo hondo silencio.
("la mirada del lobo" y "joseantoniofs")
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