los chicles que pegaste debajo
de la mesa ahí quedaron, olvidados.
la primera muela desprendida
se fue al tobogán sin fin del sueño.
el pañuelo desechable que pasaste
por la frente disipó nubes de profecías.
los cuadernos donde plasmaste la destrucción
o el amor fueron pronto cenizas.
pero más allá del cinematógrafo,
de la sala oscura está tu voz, entera.
y más lejos aún del vértice de uñas,
labios, deseos, silencios, hay una luz enhiesta.
entonces el chicle mascado, la muela
perdida, el papel desechable, el deseo
desvanecido, la línea trazada al grafito,
cuándo.
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