La soledad en los hoteles
A los que vas para esconderte de todo el mundo
en una ciudad a la que la gente va por otras razones,
en una habitación con un cartel de No Molestar
colgado de la puerta día y noche
mientras te sientas en ropa interior
mirando fijamente la pantalla apagada del televisor durante horas
esperando a que pase la medianoche para escurrirte
tras el mostrador de recepción y visitar
algún turbio antro del vecindario
donde tomar una cerveza o dos y comer algo
y después un paseo por las calles oscuras y desiertas
sin prisa ni dirección alguna
antes de regresar a la cama al amanecer
para tumbarte despierto a escuchar la lluvia
mientras las hojas del otro lado de la ventana
adquieren el color del fuego, ese fuego que leíste
que comenzó un muchacho en la iglesia
para impresionar a su pálida y silenciosa novia.
(texto tomado del blog 'rima interna', traducción de Martín López-Vega, sitio "el cultural".)
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