Tenía 24 años cuando reunió su primer libro, una edición algo apresurada en la que se colaron algunas erratas y cuya portada ilustró su hermana Norah. Eran 45 poemas sin prólogo que Jorge Luis Borges dedicaba a su ciudad natal, lugar al que había regresado hacía apenas dos años, después de pasar siete con su familia en Europa, donde conoció de primera mano los aires vanguardistas. Décadas después recordaría que en aquel entonces “buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha”. Y así en esos versos hablaba de “calles taciturnas”, mientras se preguntaba “si esta numerosa Buenos Aires no es más que un sueño que erigen en compartida magia las almas”. “El título, Fervor de Buenos Aires, aún hoy suena notable. Borges se entusiasma con el reencuentro, y es la ciudad la que aparece; la misma, diferente”, señaló el viernes la hispanista Lia Schwartz durante la presentación en el Instituto Cervantes de Nueva York de la primera edición ilustrada de este libro, que conmemora el 90 aniversario del debut de una de las voces más importantes y trascendentales de la literatura en castellano.
El nuevo volumen, cuya edición ha corrido a cargo de Pedro Tabernero, presenta las coloristas ilustraciones del argentino Pablo Racioppi junto a los 35 poemas que Borges seleccionó y revisó en la reedición de 1969 de esta obra. En esta versión incluyó también unas notas, que Schwartz citó, en las que se definía como “un salvaje unitario” y afirmaba que solo había tachado “sensiblerías”. A pesar de acometer cambios, el propio Borges reconoció muchos años después que en este primer poemario –con el que arranca su etapa vanguardista que continúa con Luna de enfrente y Cuadernos de San Martín– se encontraban las claves de todo su trabajo posterior. “La obra de Borges era como un libro de arena y él sacaba y metía y volvía loco al editor”, recordó su viuda María Kodama, y añadió que querría publicar las muchas versiones de su obra en las que el autor trabajó a lo largo de su vida.
La versión ilustrada de Fervor de Buenos Aires incluye también dos prólogos, uno de José María Conget, y otro del alumno de Borges y más adelante profesor Isaías Lerner, esposo de Schwartz, recientemente fallecido. En la mesa redonda moderada por Javier Rioyo, director de la sede neoyorquina del Instituto Cervantes cuya biblioteca lleva el nombre de Borges, Kodama habló del editor Pedro Tabernero como de un “medium” que ha logrado reunir a Borges con su amigo y pupilo. También mencionó a otro buen amigo de Borges, el pintor Oscar Schulz Solari, cuya relación con el escritor es el foco de la exposición The art of friendship, que reúne acuarelas, documentos, manuscritos y fotografías, en la Americas Society. “Una de las tantas cosas que le tengo que agradecer a Borges son las amistades que dejó a lo ancho del mundo”, dijo. En línea con esto Schwartz recordó su último encuentro en un restaurante japonés en Nueva York y las clases que escuchó de Borges sobre Literatura Inglesa en Buenos Aires.
El editor Tabernero por su parte habló del recorrido que ha tenido hasta ahora la colección en la que se han publicado tres títulos (Poeta en Nueva York, Diario de un poeta recién casado y Sombra del Paraíso) y adelantó que el siguiente título será El contemplado de Pedro Salinas. Fervor de Buenos Aires será presentado también en la capital argentina junto a una exposición y en Madrid.
(nota clonada del sitio "el país".)
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