Sobre el Infrarrealismo
Juan Esteban Harrington
El infrarrealismo fue
y es una ética en verso, el santo y seña de poetas que reíamos de más o menos
los mismos chistes, nos emocionaban las mismas lecturas, nos asqueábamos de la
misma mierda, queríamos cambiar las mismas cosas y nos corrían de las mismas
fiestas. Éramos y somos banda, camaradas, chidos, choros.
Movimientos con menos
coincidencias han cambiado el mundo, cambian el mundo, asómense a las calles
del pueblo de México, de los pingüinos en Santiago.
El bellísimo
manifiesto Infra de Bolaño, la inmensa literatura y fidelidad de Mario
Santiago, los desesperados llamados al rigor de Cuauhtémoc y hoy los aullidos
permanentes de Damián son innegables reales caminos a los que unos se puede
lanzar, dejarlo todo y vivir.
Lo hicimos ya,
recuerden, mírense, reconózcanse, dejamos todo, nos lanzamos a esos caminos y
nos aferramos al amor, la lealtad, fuimos fieles.
Gesta pequeña que se
recuerda en tesis universitarias en México, Estados Unidos, Francia, España,
Chile, Argentina, el Perú y que sigue siendo una piedra en el zapato de los
mismos miserables que falta derrotar.
El Infrarrealismo es
una decisión.
Dejarlo todo
nuevamente y lanzarse a la calle.
(Publicado en la
revista El Interpretador, nº 31, julio de 2007)
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