La casa de enfrente
Demolieron la casa de enfrente.
Los inquilinos se fueron contentos
Llevando consigo sofás, ollas, flores,
Espejos retorcidos y gatos.
El viejo miró la casa desde el camión,
Y sintió que el tiempo lo atrapaba,
Todo se quedó así para siempre.
Entonces surgió el descontento,
Un polvo seco empezó a brillar
Lento mientras caía la noche.
En la casa quedaron sueños, recuerdos,
Esperanzas perdidas y deseos.
Demolieron todo, se llevaron los troncos.
Pero los fantasmas del pasado
De ahí no se alejaron ni un paso
Y le cantaron de nuevo al cerezo.
Bebieron vino blanco en las bodas,
Iban al trabajo y al cine.
Trasladaban ataúdes en toallas,
Se prestaban, unos a otros, dinero,
Dormían en colchones de bruma
Y arrullaban a sus primogénitos,
Mientras la áspera encía de la máquina
Lamía sus arcillas roñosas,
Y en una pata, como sobre una "T",
La grúa giraba y giraba.
1958
(texto tomado de El instante maravilloso, poesía rusa del siglo XX, ed. UNAM, México, 2004, selección, traducción, introducció y notas de Jorge Bustamante García, col. Poemas y ensayos.)