martes, 11 de octubre de 2011

El desprendimiento

Leí Los Buddenbrook de Thomas Mann en el pasillo del hospital donde estaba muriendo mi abuelo. Sentada en una silla esperaba que me llamaran para poderlo ver. Yo amaba tiernamente a mi abuelo materno. Desde entonces, ninguna información sobre Mann ha incrementado o disminuído mi sensación de que el escritor alemán fue el amigo que me consoló del primer dolor de separación de mi vida, porque fue capaz de describir a la familia y sus muertes.
   Ese día descubrí que entre leer y escribir existe una relación, y que ésta se cifra en una persona: la que lee; es decir, quien escribe tiene en el público que lo lee el fin de su necesidad. La escritora da a conocer, escribe para sí y para alguien más.


( Cuando leíste la misma novela te estremeció el desenlace al ver cómo la estirpe de esa familia muere ante la acaso indiferencia de la "oveja negra" por preservar el árbol genealógico. Cita tomada de "Escribo luego he sentido", de la escritora Francesca Gargallo, en La novela según los novelistas, Cristina Rivera Garza, coordinadora, coedición Conaculta-FCE, col. Biblioteca Mexicana, México, 2007.)

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