Encuentro en abril
Nos encontramos silenciosamente, como dos ciervos-
Con los cuernos, erguidos y leves, todavía de terciopelo
La piel de seda, los grandes ojos de ámbar,
Por la luz del otro, sorprendidos y ciegos.
Nos quedamos quietos, juntos, frente a frente,
Sin temblar, sin saber, lejos del amor,
Hechizados nada más que por la gracia mutua,
Sin movernos - oh, no queríamos movernos.
Nos quedamos muy quietos, como dos ciervos en el bosque,
Reconociendo un silencio salvaje y exquisito,
La sangre de mercurio helada, hecha un cristal,
El corazón feroz y transparente como un niño.
Nos encontramos silenciosamente, con gran asombro,
Sin soñar este amor-relámpago, este trueno.
"Ninguna primavera es eterna, ni siquiera ésta"
Dijiste anoche, y sos sabio, querido.
El placer delicado de ese primer beso
Volará de nuestro corazón con el último estornino;
La dulzura de tu boca en mi boca
Es tan sutil como la lluvia sobre los pétalos.
Vos, que ahora sos mi sur y mi trópico,
Vas a volverte frío antes que llegue el ruiseñor
Mi corazón lo sabe-- no tenés que advertírmelo.
El temple feroz de este gozo está hendido;
La misma brevedad, demasiado afilada, me ha partido.
(texto tomado del blog "el placard", versión de Sandra Toro.)
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