martes, 5 de noviembre de 2013

Jorge Esquinca (1957 )

El cráneo de Elias

Durante los últimos días la piel de tu cráneo se ha vuelto materia vulnerable. La luz, el aire, el roce de una almohada, las manos que ahora sostienen tu cabeza pueden, a pesar de su inocencia, herirla.

Antier, ayer, hoy miro la sangre seca. Bajo la piel de tu cráneo el tiempo no pasa, es un presente de antes, la nostalgia de lo que vendrá. Las palomas, tras el vidrio que las separa de los vendajes y las sondas, son el único verbo que pronuncias. Bajo el crucero de tus huesos el tiempo es un sustantivo, detenido relámpago. Tú no fuiste relámpago, Elías, sino arrebato: destilada iluminación, aprendizaje. Tomo tu cabeza entre mis manos y no sé los nombres de sus huesos. No sé qué tanto se dice con el tacto. Pero sospecho que en este tiempo, en el que ya no estás, habrá también para mí un carro de policía, de feria, de viento que vendrá, como a ti, a levantarme. Y que no habremos de escuchar la voz de Dios, sino el fuego, Elías, el fuego.


(texto tomado del sitio "otra iglesia es imposible")

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