1 La luz de los amantes
Tengo un perro
Su nombre es el de un
héroe sumerio
Gilgamesh
Está muy viejo
Camina con dificultad
La
sordera lo ha vuelto huraño y cascarrabias
Sus ojos presagian una cercana
muerte
Me muerde No me reconoce
Come a duras penas delicadas
papillas
Pero duerme conmigo
Es un raro amante anciano
egoísta y
gruñón
enfermo de mezquindad y celos
Se acerca otro verano
pero no
habrá otro perro
Artrítico canceroso diabético
Terminará en cualquier
momento
y como todo lo amado
lo enterraré en un jardín
donde la
eternidad no lo fosilice
Lo que fue amado
quedará para siempre
junto a la lumbre de los solitarios
a los trastos machacados de
olvido
a los huesos de los interdictos
a la penuria de los animales
domesticados
Todos serán un mármol duro de roer
como mi perro
que me
está mirando con unos ojos de amor
como nadie me ha mirado nunca
y que me
seguirá mirando
a través de sus ojos insondables
en las generaciones y
degeneraciones
de los mundos
Me da gusto su olor
pues comemos del mismo
plato
una comida donde no interviene la sangre
sino la luz de los amantes
(texto tomado del blog "otra iglesia es imposible")
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