La periodista Lydia Cacho ha abandonado México después de haber recibido varias amenzas de muerte en las últimas semanas, según ha confirmado a este diario la asociación para la defensa de los derechos de los periodistas Artículo 19. También a través de su cuenta en la red social twitter Cacho ha aclarado que su marcha es temporal. "Sólo salí mientras hacemos estrategia de seguridad. Nadie me sacará de mi hogar"
La también escritora y activista mexicana, que reside en Cancún, recibió una nueva llamada el pasado domingo mientras estaba en su casa. La página web de Amninistía Internacional México cuenta que Cacho atendió la llamada al creer que se trataba de un compañero de trabajo que intentaba localizarla. “Ya te lo dijimos, pinche puta, no te metas con nosotros, se ve que no aprendiste con la vueltecita que te dieron. La que te va a tocar va a ser en pedacitos, así te vamos a mandar a casa, en pedacitos, pendeja”, escuchó al otro lado de la linea. La periodista denunció formalmente ante la Procuraduría General de la República esta amenza, según recoge Amnistía, y este viernes, la agencia EFE informaba sobre la salida de Cacho del país.
Ricardo González, portavoz de Artículo 19, ha confirmado en entrevista telefónica que la periodista se encuentra "momentaneamente fuera de México hasta que se den las condiciones para que pueda desarrollar su vida dentro con normalidad". La asociación que defiende los derechos de los profesionales de la comunicación considera que el Estado ha respondido de manera "muy lenta y a cuentagotas" en este caso. "El riesgo que viene enfrentando Lydia Cacho lleva varios años y pese a todas las denuncias y la presión internacional, las autoridades no han actuado con diligencia". Por eso, ante la ausencia de la protección oficial, considera Gozález, "preferimos tomar medidas preventivas".
Artículo 19 asegura que la periodista cuenta con una amplia red de apoyo y que su estado anímico es bueno. "Ella es una persona muy fuerte, muy consciente de los riesgos que sufre, pero a la vez muy apegada a sus convicciones. Por eso sabe que esta lucha no es solo por ella, si no también por muchos otros periodistas". En este sentido, Ricardo González reflexiona: "Si en un caso como el de Lydia, tan conocido, el Gobierno ha sido tan lento, cuánto más lo es con los periodistas anónimos de Juárez o Veracruz".
Según relató la propia Cacho esta semana ante el Comité para la Protección de los Periodistass (CPJ), probablemente las amenazas provienen de algunos presuntos delincuentes que habían sido señalados en su libro Esclavas del Poder, vinculados con la trata de mujeres para la prostitución.
La activista empezó a recibir amenazas y agresiones después de publicar en el año 2005 el libro Los demonios del Edén, en el que denunció una red de pornografía infantil que habría actuado con el conocimiento y la protección de políticos y empresarios de los estados de Quintana Roo y Puebla. Desde entonces, la defensa de los derechos humanos de mujeres y niños le ha valido la persecución de algunos sectores.
(Para muchos periodistas la vida en México transcurre en un hilo tan delgado que se ha tornado prácticamente invisible, pertenecen también a la casta maldita de los activistas y defensores de derechos humanos que se han visto obligados a solicitar asilo político en otros países o a morir mientras tocaban puertas insensibles. Casos como el de la periodista Regina Martínez, sacrificada con violencia en Veracruz, o el del sacerdote Alejandro Solalinde, defensor de migrantes en tránsito por el país, ilustran una vocación por informar y atender al semejante. Nota clonada de El País online.)
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