sábado, 18 de agosto de 2012

Assange cumple dos meses de refugio

Wikileaks es la web que airea documentos secretos sobre las tropelías militares que comete Occidente en Iraq, Afganistán y hasta en Marte si hiciera falta, siempre que la nave Curiosity extermine alienígenas. Sus filtraciones no son desinteresadas. Los hackers también comen. El australiano Julian Assange es el mentor de esa plataforma delatora, que pone a cielo abierto las cloacas estadounidenses. En EE.UU. se la tienen jurada. Sus pecados pueden llevarlo al corredor de la muerte. Y Assange, que debe sentir el aliento del poder en la nuca, se refugió el 19 de junio en la embajada de Ecuador en Londres. El Reino Unido estaba dispuesto a extraditarle a Suecia, donde se sigue contra él una causa judicial por presunta violación y acoso sexual. Dicen que es un pretexto para entregarlo al amigo americano. Lo cierto es que el acusado, como el inefable Dominique Strauss-Kahn, ha dicho en su descargo aquello de que las suecas denunciantes consintieron todo. Olvidemos la vida sexual de Assange y su tez blanquecina. De hecho, más perturbadora era la imagen de un asesino en serie demostrado, ni convicto ni confeso, como el general Augusto Pinochet. El dictador chileno se pegó más de 500 días en Londres, en arresto domiciliario, hasta que fue denegada la solicitud de extradición que había presentado Baltasar Garzón. Curiosamente, el gran jurista de Jaén es desde hace cuatro semanas el abogado defensor de Assange. Arderá el misterio. Al tiempo. Pero lo más probable es que el ya veterano hacker se consuma en la embajada ecuatoriana, a cuatro pasos de Harrods. Entre otras cosas porque resulta difícil imaginar que unidades de élite asalten la delegación diplomática, cual si fueran barbudos iraníes haciendo lo propio en las embajadas estadounidense o británica en Teherán.


(nota de Alfredo Abián en La Vanguardia on line.)


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