Cuando se dice que en México el Estado ya no existe se está remitiendo a una metáfora y no a una nueva teoría general del Estado. No es más que una de tantas formas de decir la misma cosa: que en cierto país no impera la ley, que en efecto hay Estado en la letra (el Estado es la Constitución) pero que no existe en la práctica.
No hay Estado si la ley no se cumple. Un Estado vivo es aquel en el que se impone la ley inexorable e impersonalmente porque es igual para todos.
En Italia se acostumbra decir que el Estado ya no existe cuando no se castigan los delitos. Si “todo el mundo” se pasa la ley por el arco de triunfo (como en México) entonces se dice que no hay Estado. Es una manera de decir las cosas. A figure of speech.
La Italia civil vendría siendo lo que ahora está en las redes sociales y que podríamos reconocer, en honor de Gramsci, como sociedad civil. Por eso deberíamos hablar mejor de redes civiles cuando nos referimos al juego democrático, al intercambio de pareceres disímbolos, que todos los días nutren el debate necesario. ¿Cómo hubieran resultado las cosas en el año de 2006, cuando Felipe Calderón se robó las elecciones presidenciales, si ya hubieran estado funcionando las redes civiles? Otro gallo le hubiera cantado al Consejo Coordinador Empresarial que metió su cuchara en el proceso para, como es lógico, hacerse de más poder y ganar más dinero.
Podría dirimirse también que la ausencia del Estado es la impunidad: el no castigar los ilícitos, los robos, los hurtos, los fraudes, las malversaciones, la apropiación de caudales públicos, la expropiación de la “partida secreta” presidencial.
Tan solo en las últimas semanas el Estado no ha actuado: matan a cuatro estudiantes y a un padre de familia en las oficinas de la FEG en Guadalajara y hasta la fecha no hay nadie inculpado. Matan a otros estudiantes en una carretera de Guerrero y un mes después no hay a quién responsabilizar penalmente. Se echan la pelota entre sí, policías estatales y federales.
En Monterrey el alcalde Fernando Larrazábal no puede ser inculpado por lo de su hermanito y al lío de los casinos. A Miguel Ángel Yunes no se le puede reclamar nada de lo que se embolsó en el Issste, a pesar de que se peleó con la jefa del hampa sindical, a quien también se bendice con la impunidad sistémica del régimen actual. Al exsecretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, y a su esposa no les pasa nada y a él le preparan una candidatura a senador para forrarlo de fuero, es decir, de impunidad, siendo el cemento con el cual está pegado el sistema.
¿Y Moreira qué tal? Se hizo ojo de hormiga, están dejando pasar unas semanas, para también hacerlo candidato y garantizarle la consecuente impunidad de los pillos, a cambio de que no meta Cordero de Dios en el baile. ¿Por qué hizo lo que hizo en Coahuila? Porque sabía que nadie se la iba a hacer de tos. La gente se deja. La gente no protesta.
Por qué Ulises Ruiz en Oaxaca hizo lo que hizo, le puso incluso a su esposa un hospital para mujeres de millones de dólares en el Periférico? Porque sabía, estaba seguro, de que no le iba a pasar nada. Y no le pasó: lo acabó de perdonar el siguiente gobernador que es de su misma relea. ¿Por qué no somos un país serio? Porque no hay cabeza. Porque no hay Estado.
(Tampoco se procedió contra los directamente responsables de la muerte de 52 niños en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, ni el gobernador Bours, ni contra la parienta de Margarita Zavala ni contra el buey que estaba en el IMSS y ahora está en el comité ejecutivo nacional del PAN, Molinar Horcasitas; y ahora todos quieren linchar a Platanito, el payaso desbozalado. Editorial de Federico Campbell, "El Estado fantasma", tomado de Río Doce on line.)
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