La muerte a tiros de Marisela Escobedo, madre de una adolescente asesinada en Ciudad Juárez, ha conmovido a la Unión Europea, a comisiones internacionales de derechos humanos, a mexicanos de todos los rincones del país y, se supone, también al poderoso Cartel de Sinaloa, que se ha ofrecido para acabar con los asesinos de Escobedo.
Marisela sólo quería justicia. Su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, de 16 años, murió el 28 de agosto de 2008, presuntamente a manos de Sergio Barraza Bocanegra. La madre de la asesinada logró vencer la indolencia de policías de todos los niveles e hizo el milagro de que detuvieran al agresor.
Pero el Estado de Chihuahua tiene un nuevo sistema penal basado en juicios orales. La fiscalía aportó pruebas débiles, los jueces se escudaron en ellas y dejaron en libertad al homicida el pasado 3 de mayo. Desde ese día se escuchó el grito de doña Marisela clamando justicia, voz segada al anochecer del pasado día 16, cuando su protesta frente al palacio de Gobierno fue silenciada con tres balazos: murió a menos de dos metros del edificio del gobernador César Duarte.
El caso ha sacudido a la opinión pública mexicana. El gobernador ordenó el cese de los jueces (supuestamente autónomos) sin lanzar un mea culpa por los fiscales, que sí dependen de él. El asesino sigue prófugo. El negocio de maderas de la ex pareja sentimental de doña Marisela en Ciudad Juárez fue incendiado mientras la nueva víctima era sepultada, y su ex cuñado fue secuestrado.
En medio de todo eso, supuestos narcotraficantes se manifestaron consternados por el asesinato de la activista, que había denunciado amenazas de muerte, mediante carteles aparecidos en distintos puntos de Ciudad Juárez y Chihuahua capital. "El Cartel de Sinaloa se solidariza con la familia de la señora Marisela Escobedo, mamá de Rubí, con el pueblo de Chihuahua y toda la ciudadanía y pone a disposición la página Quita Puercos [en Youtube] para cualquier información que puedan proporcionar para dar con los responsables de esta barbarie, llámense Los Zetas o gente de La Línea, y acabar con estas bestias, lacras que el Gobierno protegió y sigue protegiendo, ya que esto que pasó es una muestra", dice uno de los mensajes recogidos por la prensa.
A las pocas horas, La Línea, brazo armado del Cartel de Juárez, respondió a la alusión del cartel liderado por Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, con un narcomensaje que dice literalmente: "Pal Chapo y sus nenas Flaco y Marrufo, pa ke nos hacemos pendejos si bien saben ke fueron ustedes los que hicieron ese jale mierda con la señora en Chih y quemaron un negocio de maderas pa echarnos la culpa a nosotros, no sean culos y sálganle con nosotros, no con señoras ni niños inosentes" [sic].
Varios líderes sociales chihuahuenses han elevado la voz para decir no, gracias, a la oferta de los narcotraficantes, mientras la fiscalía estatal investiga si el asesino de Rubí se ha enrolado en Los Zetas, el grupo de sicarios escindido del Cartel del Golfo, o si la muerte de doña Marisela es una retorcida venganza de los criminales, después de que Chihuahua trasladara 140 presos a una cárcel en las remotas Islas Marías, en el Pacífico mexicano.
En un país en el que se dice que solo el 1% de los crímenes es castigado, los criminales justicieros no son algo desconocido. El antecedente más evidente ocurrió este mismo semestre, tras el secuestro masivo de 20 turistas procedentes de Michoacán el 30 de septiembre en Acapulco. En un primer momento, las autoridades se mostraron incapaces de resolver el crimen. Pero tres semanas después, en un video publicado en Youtube, dos hombres maniatados confesaron ante interrogadores anónimos que habían matado a los turistas porque los habían "confundido" con narcotraficantes de un cartel rival.
Una semana más tarde, siguiendo los indicios que el vídeo aportaba, las autoridades encontraron una fosa con 18 de los 20 cuerpos de los turistas michoacanos (dos no han aparecido). En paralelo fueron hallados los cuerpos sin vida de los dos testigos del vídeo. Nadie ha sido procesado por estos crímenes: ninguno de los autores de la matanza, pero tampoco ninguno de los autores de la solución, que dejó al menos otros dos muertos.
(La muerte de Marisela puede esperar, habrà dicho el gobernador de Chihuahua y sus subordinados antes de irse da vacaciones, ya a Orlando, Disneylandia o donde se practica el esquiaje sobre hielo, antes de que aparezca el sol y se queden sin diversión. Pretextos para darle largas a la justicia siempre sobran, no así para tenderle le alfombra roja al presidenciable panista, el Jefe Diego, luego de su liberación siete meses después,
ya que hay hechos noticiosos que "se enfrían" más rápido que el cuerpo de una mujer que pidió justicia por la muerte de su hija de 16 años. Y en Chihuahua y todo México pedir justicia es cosa de locos. Nota reproducida del diario El País, autor: S. Camarena.)
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