La visita
a esta hora venías no sé
si sediento de mí
o por huir de otras celdas;
llegabas como el hijo
que no halla al padre,
el que busca un castigo;
venías pero no tocabas
aunque te sabías llegado
como quien gana un diez;
no arrastrabas la cobija,
no encendías luces,
era nomás tu presencia;
nadie en sus cabales
llegaría como arribabas,
de una plaza pública;
y te ibas como habías aparecido,
sin yo saber si volverías,
nada más por saber de nadie.
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