"Desde la mañana del lunes 7 de octubre hemos sufrido una situación de terror que de virtual tiene bien poco". Así empieza el comunicado que el grupo vasco Delorean, que sufrió un secuestro en México mientras se encontraba de gira, ha emitido un día después de su liberación.
"Lo que ocurrió durante las siguientes treinta horas desde que fuimos secuestrados fue una experiencia en donde las amenazas de muerte eran absolutamente reales debido fundamentalmente a la manipulación psicológica de la que son capaces los captores, auténticos profesionales del secuestro", continúan. El trabajo conjunto de la policía española y mexicana, la Ertzantza y la Interpol hizo posible que la pesadilla de los integrantes de la banda terminase sin que sufriesen daños físicos.
"Gracias al fantástico trabajo" de las fuerzas de seguridad "fuimos rescatados en la tarde del martes por policía armada de nuestro lugar de arresto", continúan. En realidad, los secuestradores no los retuvieron 'directamente', sino que les engañaron llamándoles por teléfono y haciéndose pasar por policías. Les pidieron que abandonasen su hotel y se trasladasen a otro por motivos de seguridad. Fue allí donde les quitaron sus teléfonos móviles, que emplearon para llamar a sus familiares solicitando un rescate. Los músicos no sufrieron daños físicos.
"Tenemos que exculpar a este maravilloso país que es México y que tan bien nos ha tratado siempre, podría habernos sucedido en cualquier lugar del mundo", prosiguen en su carta. "Esperamos que nuestra situación llame la atención sobre este tipo de abusos para que ninguna otra persona pueda convertirse en víctima en el futuro". Esta práctica se ha extendido en América Latina. Los secuestradores piden cantidades relativamente pequeñas, y no permanecen junto a sus objetivos, lo que dificulta su localización.
Un empresario catalán pasó por una experiencia similar en la ciudad de Querétaro a finales de septiembre. En ese caso, fue amenazado por personas que se hicieron pasar por integrantes del cártel de Los Zetas y pidieron un millón de pesos (unos 60.000 euros) a un pariente. El empresario fue obligado a permanecer en un hotel hasta que recibieron el rescate.
"Ha sido una experiencia muy difícil para nosotros, nuestras familias, todos aquellos que se sienten cercanos y no queremos comentar nada por el momento, os pedimos que respetéis nuestra privacidad para poder retomar nuestras vidas lo más normalmente posible. Gracias a todos", finaliza el comunicado.
(nota tomada del sitio "el mundo")
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