martes, 27 de agosto de 2013

Zúrich se lava el rostro

Esta semana, la ciudad suiza de Zúrich comienza a implementar nuevas regulaciones que tienen como objetivo darles mayor seguridad a las mujeres que trabajan en la industria de las relaciones sexuales y que pretenden darle sosiego al centro de la ciudad.

Aunque la prostitución es legal en Suiza, los críticos indican que la nueva legislación les ofrece muy poca protección a las trabajadoras sexuales.

Por muchos años, algunas áreas ubicadas en el corazón de la ciudad, como Sihlquai -una calle adyacente a la principal estación de trenes- se han transformado en núcleos del comercio sexual.

Los residentes del área se han quejado de la situación y las trabajadoras sociales aseguran que la situación se ha vuelto muy peligrosa para las mujeres que ofrecen los servicios.

"Se montan en los automóviles de hombres que no conocen y que las llevan a lugares que también desconocen", señaló Ursula Kocher, quien dirige un centro de apoyo para las trabajadoras sexuales. "Son sacadas de la ciudad, llevadas al bosque, lejos de cualquier lugar".

Existen denuncias de mujeres que han sido agredidas y robadas.

Un estudio reciente llevado a cabo en Zúrich muestra que la mayoría de las prostitutas que trabajan en las calles son de comunidades gitanas del centro y el este de Europa y muchas de ellas tienen hijos.
Las autoridades han puesto en vigencia un sistema que busca proteger a estas mujeres: prohibir que estén disponibles en las calles y obligarlas a que tanto ellas como sus clientes utilicen una infraestructura construida en una zona industrial en los suburbios de Zúrich.

La edificación que abre sus puertas esta semana consiste en un conjunto de cabinas o garajes a los cuales los clientes pueden entrar con sus vehículos. Previamente, habrán seleccionado a la mujer tras hacer un recorrido por una zona en la se muestran las prostitutas.

Hay árboles, luces de colores y bancas para sentarse, todo está diseñado para crear una atmósfera que Michael Herzig, de los Servicios Sociales de Zúrich, describe como no muy "triste".

Todo el negocio se debe llevar a cabo dentro de esta edificación, que cuenta con garajes o "cabinas de sexo", en las que las medidas de seguridad para proteger a las mujeres están muy presentes.

Los garajes son muy estrechos, lo cual dificulta que el piloto salga del automóvil. Del lado del pasajero, hay mucho espacio, el botón de una alarma y una salida de emergencia.

También hay anuncios relacionados con salud sexual: "Frente al automóvil hay un cartel sobre la prevención del VIH. El conductor verá un condón, lo cual le recordará que debería usar uno", indican las autoridades.

Hay medidas muy estrictas: "Solo un hombre por vehículo, no (se permiten) bicicletas ni motocicletas. Tampoco se permite la filmación ni que ensucien el lugar".

A solo pocos pasos de los garajes, hay un conjunto de cabinas donde hay consejeros disponibles. Están equipadas con una cocina, baños y una ducha.

De acuerdo con las nuevas regulaciones, las prostitutas deberán comprar una licencia diaria por un valor nominal y un seguro de salud.

"La mayoría de las mujeres no se dedicarán a esto para siempre. Nosotros las queremos saludables (para el futuro)", indicó Kocher.

La estrategia de Zúrich frente a una práctica que es ilegal en muchos países tiene un precedente.

Hace 20 años, en la ciudad era común ver el uso de drogas. Los narcotraficantes operaban casi sin obstáculos y los adictos a la heroína se inyectaban en los parques y las calles.

Para combatir esa situación, las autoridades introdujeron programas de intercambio de jeringas, cuartos para inyectarse e incluso prescripciones de heroína para los adictos que se reportaban con puntualidad a las clínicas para recibir sus dosis diarias.

Las medidas fueron exitosas para sacar las drogas de las calles, pero no todo el mundo está convencido de que la misma receta funcione para el comercio sexual.

"Zúrich tuvo un gran éxito al limpiar la escena de las drogas", indicó Regula Rother, quien dirige un centro de acogida para trabajadoras sexuales. "Ahora quieren hacerlo con la prostitución, pero no estoy realmente segura de si funcionará".

En un referendo, los contribuyentes de Zúrich aprobaron un presupuesto de US$2.7 millones para la construcción de la innovadora infraestructura. Para Rother, el apoyo tiene que ver más con la molestia de ver a las prostitutas en las calles que con mantener a las mujeres seguras.

"Zúrich es un destino para el comercio sexual, pero la gente de la ciudad no quiere verlo. El gobierno tiene que hacer algo".

Sin embargo, Rother cree que la nueva edificación es "una buena solución si las mujeres van allá".


Nadie está realmente seguro de si las mujeres o los clientes acudirán una vez los garajes empiecen a funcionar.

Herzig, quien es muy sensible cuando se cuestiona al plan llamándolo un "parque temático" para prostitutas, insiste en que la intención es muy seria.

"Por supuesto que la gente se ríe de eso", dijo. "La gente ha dicho que la ciudad se ha convertido en una proxeneta, que estamos creando un Disneylandia para prostitutas".

"Pero queremos reducir la violencia y mejorar las condiciones de vida de las trabajadoras sexuales. Para nosotros, no es nada divertido. La violencia no es divertida. La causa de la prostitución es usualmente la pobreza y no creo que la pobreza sea divertida. Lo que estamos haciendo es muy serio".


(Estas medidas de "higiene alemana", erradicarán acaso la posible existencia de algún Jack el Destripador venido del pasado remoto; este proyecto, quizá esconderá en algún recoveco la posible existencia de videos para su venta al mercado de la pornografía; o acaso buscan un mayor control de las prostitutas indocumentadas -gitanas, dice la nota- que, como en todas partes, buscan un mejor nivel de vida que en sus países de origen. Son preguntas que quizá inquieten a algún investigador/a del fenómeno social que se remonta a la edad de las cavernas. Nota copiada del sitio "BBC mundo".)

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