El matrimonio
Así pues, ¿por qué no me casé? Como en todas las cosas, había algunos problemas, pero la vida es justamente enfrentarlos. Sin embargo, el verdadero problema, totalmente separado del hecho en sí, era el que, lamentablemente, no soy capaz de contraer matrimonio. Esto es evidente, dado que desde el mismo instante en que tomo la decisión, me es imposible conciliar el sueño, sufro de un constante dolor de cabeza, mi vida se convierte en un infierno, y la desesperación hace que camine tambaleándome. A pesar de que las preocupaciones, emanadas de mi estulticia y forma de ser pedante, corroen mi espíritu como gusanos horadando mi cuerpo muerto, no son éstas las que terminan por derribar mi determinación. Son otras causas: la opresión producida por el miedo, la debilidad de mi carácter, el menosprecio absoluto por mí mismo.
(trozo tomado de Carta al padre, ediciones Dipon, Bogotá, 2005; sin crédito de traducción.)
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