tampoco la noche escatima
latidos al abrir un compás
de espera marcado por aquel goteo
intermitente.
en cada oído, en cada ojo,
de uno a otro sentido
vertebra su presencia
como rosa, como espejo, como vaho.
con un silencio de sepulcro
hace que cada animal
adormezca uno a uno,
otro a otro cada latido.
sin pensarlo demasiado
la noche esparce y unta
ceniza en espejos, en lienzos
para tenderte el último lecho,
el definitivo, el deseado, el prometido.
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