Lo que funcione
“Nunca fui buena para chuparlo”, dice, manejando.
“No podía lograr la presión correcta. O a lo mejor
era él. Sencillamente no le gustaba. Decía:
‘A lo mejor soy yo’. Luego de un tiempo dejé
de preocuparme por eso, y aquí estamos”. Estoy
sentada en el asiento de atrás vigilando a su bebé.
Muevo la cabeza pensando en lo que sé, en lo que no sé. Música/
vieja. Apaga el radio. El bebé
está llorando. Hay más noche dentro del carro que afuera./
El bebé está llorando pese a que ella se estacionó en el
parador para alimentarlo hace diez o veinte millas. Yo me la paso/
empujando el chupo en su boca; lo retiene
por un momento y luego vuelve a llorar. Finalmente,
al llegar al puente, ella estira su brazo hacia el asiento
de atrás, encuentra la boca del bebé con su dedo. Reconoce/
la piel por el sabor. Se lleva ese dedo a la boca, lo chupa,/
lo masca, cae dormido. “Lo que funcione”, dice ella
y sigue manejando veloz y oscilante por la carretera.
(texto tomado del sitio "el mal pensante".Traducción de Daniel Handler.)
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