GUADALAJARA.- Por fin se pudo saber cuánto le pagó el
gobierno de Emilio González Márquez a Héctor Aguilar Camín por la realización de
un pretendido estudio sobre la situación del narcotráfico en Jalisco y el cual
le fue contratado al director de la revista Nexos en el verano de 2011. Cobró 2
millones quien desde hace tiempo puede presumir de ser uno de los intelectuales
mexicanos que ha hecho los mejores negocios –también los más ventajosos– con el
sector oficial del país. Y es que desde los tempranos años ochenta Aguilar Camín
ha realizando toda clase de business, no sólo con diversas administraciones del
gobierno federal, sino también con los de los ámbitos estatal y municipal, y sin
que hayan escapado de su cartera de clientes ni universidades públicas ni
organismos no gubernamentales o ciudadanizados.
Todo hace pensar que esos 2 millones de pesos, cobrados por Aguilar Camín a
través de una de las razones sociales que regentea (Nexos Sociedad Ciencia y
Literatura, S.A. de C.V.), no incluyen la publicación de un libro colectivo, con
un tiraje de 5 mil ejemplares, titulado Jalisco: más allá de la guerra de las
drogas, que aparece con el sello de Cal y Arena, editorial de la que,
casualmente, Aguilar Camín también es propietario. Y tampoco se incluyen, con
toda seguridad, los gastos que generaron las aparatosas presentaciones de dicho
libro tanto en Guadalajara (el 18 de octubre) como en la Ciudad de México (el 23
de octubre), a las que asistieron los participantes en el “estudio” y
funcionarios estatales del ramo de seguridad, el primer grupo encabezado por
Aguilar Camín y el segundo por el gobernador González Márquez.
En otras palabras, si a los 2 millones de pesos cobrados por Aguilar Camín
por concepto de “honorarios profesionales” se suman los boletos de avión, los
gastos de hospedaje y viáticos tanto suyos como de sus colaboradores en las
repetidas visitas que hicieron a Guadalajara, así como el costo que para el
gobierno de Jalisco representó el traslado de diversos funcionarios a la Ciudad
de México, no sería exagerado estimar que el encargo de González Márquez a
Aguilar Camín sobrepasó holgadamente los 3 millones de pesos. ¿A cambio de qué?
A cambio de rizar el rizo, de ofrecer un “estudio” sobre el problema de las
drogas con las conclusiones obvias y propuestas ídem que podría hacer cualquier
hijo de vecino, como la de “abrir al debate la legalización” de algunas drogas
(Mural, 19 de octubre).
Con este nuevo parto de los montes, las arcas estatales podrían haberse
ahorrado perfectamente los millones que se gastaron en Aguilar Camín y
colaboradores, suma que pudo haber sido utilizada para atender alguna de las
múltiples necesidades de la sociedad jalisciense.
¿Qué llevó al panista Emilio González Márquez a contratar los servicios de
quien fuera el intelectual favorito de los regímenes priistas de Miguel de la
Madrid y Carlos Salinas de Gortari? ¿Por qué tenía que ser un gobierno estatal,
como el de Jalisco, y no la federación, el que encargara un estudio sobre las
drogas? ¿Y qué llevó a pensar al gobernador González Márquez que Aguilar Camín
era la persona indicada para realizar ese estudio sobre el consumo y el tráfico
de enervantes en Jalisco, si se considera que el historiador que devino
novelista es por completo ajeno a la realidad de nuestro estado?
Todo comenzó hacia mediados del año pasado, cuando González Márquez
acariciaba la idea de convertirse en el candidato del Partido Acción Nacional al
gobierno de la República. Para ello ya tenía una carta fuerte a nivel nacional:
los Juegos Panamericanos, que se celebrarían en octubre siguiente, y cuya
inminente realización le daba un buen pretexto para recorrer buena parte de la
geografía del país.
Y con el argumento de ir a promover los Panamericanos a distintas entidades,
el mandatario estatal se dedicaba sobre todo a llevar agua a su molino político
particular, a hacer proselitismo para su precandidatura presidencial,
comparando, según él, su “exitosa” gestión al frente del gobierno de Jalisco con
los “pobres” y “malos” resultados de Enrique Peña Nieto en el Estado de México,
al que vislumbraba entonces como su principal adversario en la carrera
presidencial.
Pero González Márquez sentía que le faltaba otra carta fuerte para llamar la
atención del electorado nacional y, ya sea por cuenta propia o por recomendación
de alguna persona cercana a él, decidió que un asunto tan caliente como el del
problema del narcotráfico en el país podría ser esa carta fuerte que andaba
buscando. La elección de Héctor Aguilar Camín se hizo más por el renombre
mediático del personaje que por su conocimiento en cuestiones de narcotráfico.
Realizar un estudio, con muchos cuadros estadísticos y cifras y datos mareadores
sobre el particular, y a partir de ello hacer propuestas para tratar de salir
del problema, respaldándolo todo con un personaje de renombre como el director
de la revista Nexos, era algo que parecía venirle como anillo al dedo a quien se
le quemaban las habas por estar presente en el ánimo de los votantes del
país.
En otras palabras, el pretendido estudio sobre el narcotráfico en México y
particularmente en Jalisco no surgió como un fin en sí mismo (como un deseo
auténtico y políticamente desinteresado para buscarle una salida razonada al
atosigante problema del consumo y el tráfico de drogas), sino como un medio para
atraer los reflectores sobre quien más se venía moviendo en la pasarela
prelectoral del país.
Una prueba de que ese “estudio” sobre el problema del narcotráfico era para
favorecer las aspiraciones e intereses políticos inmediatos de González Márquez
se tiene en el plazo inicial en que debió haber estado concluida esa sesuda
narco-investigación: en la segunda quincena de noviembre de 2011, es decir,
pocos días después de que se clausuraran los Juegos Panamericanos, y en vísperas
de que los panistas eligieran a sus precandidatos presidenciales. El problema
fue que como los tiempos prelectorales del PAN se adelantaron y para entonces
los Juegos Panamericanos ni siquiera habían sido inaugurados. Ante ello,
González Márquez se vio precisado a anunciar que siempre no intentaría ser el
candidato de su partido a la presidencia de México.
Pero como Aguilar Camín ya había sido contratado para coordinar el pretendido
estudio sobre el narcotráfico, ese proyecto no se canceló. Lo único que cambió
fue el plazo de la entrega: de noviembre de 2011, como había sido anunciado en
un principio, se pasó a octubre de 2012. Casi un año adicional para que los
estudiosos de asuntos sobre narcotráfico convocados por Aguilar Camín echaran
choro más reposadamente e insistieran en lo que medio mundo se ha venido
pronunciando desde hace años: en la necesidad “impostergable” de que el gobierno
convoque a una discusión seria sobre la conveniencia de legalizar el comercio de
algunas drogas, en lo aconsejable que sería no considerar al adicto como un
delincuente, sino como un enfermo que debe ser atenido y, por lo mismo, en que
es preciso promover la despenalización del consumo de drogas.
Estos y otros lugares comunes aparecen a destajo y sin mayores variantes en
el pretendido estudio Jalisco: más allá de la guerra de las drogas, el cual en
esencia es un trabajo redundante y ocioso, pues no va más allá de rizar el rizo,
aun cuando la persona que encargó (¿eres tú, Emilio?) tan ociosa tarea se haya
gastado en ello varios millones de pesos del dinero de los contribuyentes.
(nota de Juan José Doñán tomada del sitio Proceso.)
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