La hambruna y las enfermedades que desencadenó este mes en la Sierra de
Guadalupe y Calvo cobraron la vida de una niña rarámuri el pasado lunes y
mantienen hasta este viernes en la agonía a otros cuatro menores en el Hospital
General de Chihuahua capital.
Cuatro niños indígenas más en condiciones
de desnutrición y deshidratación se encuentran hospitalizados en la cabecera
municipal de Guachochi. Su condición también es grave.
La niña, de la
etnia tarahumara, que falleció a consecuencia de una gastroenteritis aguda,
bronconeumonía, desnutrición y paro respiratorio en el hospital de Guadalupe y
Calvo, fue identificada como Susana Merichi Ramos, de dos años de
edad.
Según información proporcionada a El Diario por Jesús Rivera,
misionero de la Iglesia Bautista de Parral, que trasladó en su vehículo
particular a al menos 10 de los niños más graves por desnutrición, desde la
comunidad de Cumbre del Durazno hasta la cabecera municipal, para que recibieran
atención médica de emergencia.
Hasta el cierre de esta edición las
autoridades sanitarias en Chihuahua capital no habían realizado un reporte
oficial y preciso de las condiciones de salud de los menores internados. Sólo
confirmó el número de niños internados en el Hospital General:
cuatro.
Cumbre del Durazno se ubica a ocho horas de trayecto de la
cabecera municipal, en el ejido de Pino Gordo, entre la sierra más escarpada del
estado cerca de la frontera con Sinaloa y Durango.
A pesar de los
esfuerzos por preservarle la vida en el trayecto, Susana Merichi Ramos falleció
el lunes por la tarde llegando al hospital de Guadalupe y Calvo, después de
salir de Cumbre del Durazno alrededor de las 4 de la madrugada.
Dos niñas
fueron trasladadas en una avioneta a Chihuahua capital para ser internadas de
emergencia en el Hospital General, donde su estado de salud se reporta
extraoficialmente como “reservado” por los especialistas que las
atienden.
Una de estas menores está identificada como Francisca Rico
Vicente, de dos años de edad. Por sus condiciones de desnutrición, Francisca
pesa 8 kilogramos, describió Jesús Rivera, quien proporcionó fotografías a El
Diario, donde se plasman las condiciones físicas adversas de los
niños.
Otra menor permanece en la clínica de Guadalupe y Calvo “en
recuperación”. Su nombre es Alicia Iglesias Aguirre, de 1 año y 10 meses de
edad. Pesa 7 kilogramos.
“Cuando llegamos a la comunidad hace una semana
encontramos a varios niños con desnutrición severa, diarrea, vómito y graves
síntomas de deshidratación. Intentamos tratarlos con los medicamentos que
llevamos comúnmente a esa población y pensamos que la situación se controlaría,
pero las condiciones de hambruna en las que se encuentran por la falta de
alimentos, agravó la condición de los menores. Tomamos mi camioneta y salimos de
Cumbre del Durazno a las 4 de la mañana. Después de ocho horas de recorrido
llegamos al mediodía a Guadalupe y Calvo, y de inmediato los internamos en el
hospital, donde a pesar de que algunos niños estaban muy deshidratados, los
dieron de alta”, relató el misionero cristiano.
Después de darlos de
alta, refirió Jesús Rivera, los médicos y las enfermeras en Guadalupe y Calvo
pidieron que los seis menores retornaran para recibir tratamiento, pues por la
deshidratación corrían el riesgo de fallecer.
“En una camioneta iban de
regreso a la sierra diez personas, seis niños entre ellas, que de inmediato
fueron atendidos”.
En este punto, Jesús hace un paréntesis para destacar
que el trato en el hospital en Guadalupe y Calvo “fue terrible. A los
tarahumaras los tratan como animales, con prepotencia. El personal del hospital
se creen que son los dueños del lugar”, manifestó.
Esta negligencia,
dijo, pudo provocar que las condiciones de salud de al menos cuatro menores se
agravara entre lunes y martes.
El martes por la mañana, el cadáver de
Susana Merichi Ramos fue trasladado de regreso a Pino Gordo en una unidad de la
Policía Municipal de Guadalupe y Calvo, donde fue sepultada.
Agregó que
en Cumbre del Durazno hay decenas de enfermos de gastroenteritis, diarrea y
vómito, “males que se están agravando porque no hay nada qué comer. Nada más lo
que nosotros llevamos cada mes: granos, cereales y poco de leche”, apuntó.
(Hace unos meses se denunció en la prensa nacional que los tarahumaras, desesperados de ver a sus hijos que morían de hambre, se quitaban la vida al tirarse a los barrancos, llamada de atención que el gobernador de Chihuahua, desmintió. Pero la hambruna ahí está. Nota tomada del Diario de Juárez.)
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