Alguna vez te dijeron
que tenías buena sombra
como el caudal de un río
que nunca se detiene.
En la esquina de media mañana
viste que martín traía
mala sombra a partir del árbol
en que huesos y tejidos se ramifican.
Te habló de expedientes, de nebulosas
que ascienden a párpados, a frente
y lóbulos parietales con mano sin dedos.
También te habló de un viaje
que emprendería en dirección
norte para acotar las semanas
y meses vendieros, el termómetro de heridas.
Como un buen hombre
que de un día a otro
ha entrado en recintos nuevos
me dice no te asustes, uriel.
Voy a salir de esta circunstancia
y me señala la dirección
que llevan sus pasos,
casi ya sin buena sombra.
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