En la tumba de Helena
En vida no tuvo par su belleza;
tampoco su crueldad.
No permitas, sepulcro,
la resurrección: por su culpa
muchos regaron sus vidas.
En nombre de ellos
te suplico, Mnemosine,
nos hagas olvidar sus vilezas
y nos otorgues memoria suficiente
para laudar sus ojos sin par,
ya en ánforas,
ya en epigramas desdichados.
(texto tomado de Poesía portátil, 1979-2006, ed. UNAM, col. Poemas y ensayos, México, 2009.)
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