Oficiosamente las autoridades adujeron problemas técnicos pero Francisco Rodríguez, jefe de información del periódico Trabajadores y activista gay, denunció que en realidad "no hubo suficiente voluntad política de la dirección del país para rectificar".
En su blog, Paquito el de Cuba, presenta copia de un documento con instrucciones para los encuestadores del Censo donde aparece tachada la frase "se admiten parejas del mismo sexo, siempre que sean convivientes del mismo hogar censal".
Francisco Rodríguez llama a la comunidad LGBT a rebelarse contra la homofobia haciendo una salida masiva del armario, declarando las parejas del mismo sexo y exigiendo a los encuestadores que las registren como tales, además de adornar las viviendas con las banderas del arco iris. Recuerda el periodista cubano que los encuestadores están obligados a escribir lo que el ciudadano declare "aunque luego la Oficina Nacional de Estadísticas no las contabilicen, como ya decidieron hacer de manera excluyente y discriminatoria".
La propuesta se está extendiendo como la pólvora en la comunidad LGBT, que hasta ahora había hecho sus reclamos solo por los canales oficiales. Llevan 5 años esperando que el Parlamento debata el nuevo Código de Familia que fue presentado por Mariela Castro, hija del Presidente de la República y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). En 1975 se produjo el primer intento de reconocer las parejas del mismo sexo: provino de Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. "Mi mamá proponía que el matrimonio se considerara la unión entre dos personas para que las parejas homosexuales no tuviesen problemas", explica Mariela.
Sin embargo, en la redacción final se estipuló que las dos personas deben ser de diferentes sexos. Eran años difíciles para la comunidad LGBT, se los expulsaba de las universidades y cientos de importantes intelectuales fueron marginados.
En 1994, la película Fresa y Chocolate de Tomás Gutiérrez Alea reflejó el drama que vivían los homosexuales en Cuba y el daño que provoca la homofobia. El film sacudió a los cubanos, su trascendencia social fue tal que marcó un antes y un después.
Mariela Castro recordó que en el CENESEX "empezamos después de 2000 más directamente en la visualización de los derechos sexuales, especialmente de los de las personas LGBT que habían sido muy obstaculizados por los prejuicios de la sociedad cubana". Las cosas van mejorando lentamente, ahora son los políticos quienes se ven obligados mantener dentro del armario su homofobia, la policía dejó de detener a los transexuales por vestir ropas de mujer y dos decenas de personas se hicieron operaciones gratuitas de cambio de sexo. Una de ellas fue Wendy Iriepa, quien gracias a la intervención quirúrgica pudo casarse legalmente con Ignacio Estrada.
Pero la homofobia tiene aún bastantes seguidores en Cuba y algunos de ellos con mucho poder. Los enemigos de los derechos de los gays y lesbianas saben que tienen pocas posibilidades de ganar un debate sobre el tema y por eso desarrollan una resistencia silenciosa para entorpecer cualquier apertura en beneficio de los homosexuales. En el Parlamento boicotean la ley que reconoce los derechos de la comunidad LGBT, mediante la técnica de no incluir nunca el tema en la agenda y ahora las autoridades del Censo se niegan incluso a registrar la existencia misma de otras opciones sexuales.
El pasado año la Conferencia del Partido Comunista decidió "enfrentar los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes". Pero es evidente que las declaraciones de principio no son suficientes, la propia Mariela Castro lo reconoce: "Estos obstáculos demuestran que aun los prejuicios son más fuertes que las instituciones que queremos desarrollar".
(Para nadie es un secreto que, en el pasado, el dramaturgo José Triana, autor de la farsa "La noche de los asesinos" fue perseguido y discriminado en la isla, ya no se diga los poetas José Lezama Lima y Virgilio Piñera y Reinaldo Arenas, autor de "Celestino antes del alba", que se vio forzado a emigrar a Nueva York, donde murió. Nota de Fernando Ravsberg/La Habana, reproducida de Público en línea.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario