martes, 28 de febrero de 2012

Vicente Gervasi (1913- 1992)


XIII

¿Quién me llama, quién me enciende los ojos de leopardos
en las noches de los tamarindos?
Callan las guitarras el soplo  misterioso de la muerte,
y las voces callan, y sólo los niños aún no pueden descansar.
Ellos son los habitantes de la noche,
cuando el silencio se difunde en las estrellas,
y el animal doméstico se mueve por los corredores,
y los pájaros nocturnos visitan la iglesia de la aldea,
por donde pasan todos los muertos,
donde moran santos ensangrentados.
Por las sombras corren caballos sin cabeza,
y las arenas de la calle van hasta el confín,
donde el espanto reúne sus animales de fuego.
Y es la noche que ampara la existencia a solas,
en el niño insomne, en el buey cansado,
en el insecto que se defiende en la hojarasca,
en la curva de las colinas, en los resplandores
de las rocas y los helechos frente a los astros,
en el misterio en que te escucho
con una vasta soledad de mi corazón.
Padre mío, padre de mis sombras.
Y de mi poesía.


 (trozo tomado de Mi padre, el inmigrante, editora de gobierno del Estado de Veracruz-Llave, col. Poesía, Xalapa, 2000.)