Estoy casi seguro que tengo
un mensaje en la bandeja de entrada:
el iridólogo me comunica un año
sin mal del sueño, ni mal
de la orina, sin sobresaltos
ni días densos.
Él sabe que sus avisos son a un
tiempo pararrayos en mi vida,
estrella en las ventanas,
árboles erguidos en la vereda,
praderas expuesta al incendio.
Hace algunas semanas estuve con los iris
y pupilas frente a su luz azul:
"Vea aquí", me señalaba el pabellón,
el campo abierto; "Baje la vista";
"Ahora arriba"; midió la presión,
me hizo preguntas; me prescribió:
- ajo para encantamientos
- cebolla morada para la tos
- jarabe para las vías respiratorias.
"No se tome la vida tan a pecho", me dijo.