Esta mañana fui temprano
al tianguis, donde escogí
manzanas de caderas
firmes y rojas.
Luego me desplacé a las cajas
de guayabas de organdí
y pecas abundantes,
de donde tomé las más rientes.
Agarré del chongo
un racimo de plátanos
esbeltos y bigote recortado
para echarlos al morral.
Pasé por alto las pesadas
sandías y las esmirriadas
papayas para mejor ocasión,
otro sábado.
En ocasiones el día amanece
con una gotita de sangre
en el cachete; pero se cauteriza
con una brizna de limón. Sin sal.
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