Sin tregua
Dejé encendido el fuego de mi casa.
Al caminar,
trituré pedernales con los dientes.
Toqué los muros del silencio
y en carne viva me comió la soledad.
Después,
la lucha
para matar el frío
y volver tras las huellas de mí misma.
La necesidad
de reinventarme cada día.
Crónica de la infamia
La sangre impregnó hasta las piedras.
Su voz clama en el desierto:
Que nada quede oculto.
Que se escudriñen los recuerdos.
Que se ubiquen los fragmentos soterrados.
Que surja la palabra
y restaure la memoria.
Sólo así
se apaciguarán los huesos
violentamente desgajados.
Sólo así
la sangre llegará al lugar de su quietud.
("altazor")
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