Aleación IV
Nada ha cambiado salvo lo que es irreal
De todo los asesinos
de la realidad
el más peligroso
permanece
No saca su revólver
pulsa un instrumento
con el que convoca
al brillo y al caos
de las significaciones
Esa música abandera
un cortejo de transeúntes
que entra y sale por sus labios
aplaudiendo
Bebe en las fuentes de Tlalpan
se dirige a la Calzada de los Misterios
y su sombra se agiganta
en la pared:
qué miserable levedad
una simple nervadura
bajo el diluvio de su ser
Hoy toca otro aire
Las cuerdas frías se tensan
mezclando los sentidos
(la mente esconde
acantilados peligrosos)
Débil por la energía
que se libera de su peso
flota monótono
Escayola de sombra
bucea en el mar
que está en la nieve
junto a las furias extraviadas
se mece en la montaña de la brisa
necesita la oscuridad
que lleva el viento
en cadena explosiva se fisiona
con la luz y el murmullo
No saca su revólver
Tañe el espesor
del infinito
pulsa el cielo deshabitado
del azar
mas de su mano comen
sílabas silvestres
soles y átomos
manzanas del incendio o(h) dios que nacen
en lucha con su dios
el mismo como es
sin dar su nombre
con una ciudadela de medusas
cercándolo a Halo
hostilmente inasistido
(más allá del acorde
vuelto nube el ritmo
rodea la quietud
esa cima que cambia de color
a la distancia)
Fluye la mente ondula
despierta en los sentidos
se duerme en la abstracción
siempre sola revoloteando
entre cirros y cúmulos
entre el hombre del puente y el véspero tardío
o en el inmóvil ejercicio
de la nada
la mente alcanza cuanto nombra
con el rasgueo de estrellas fugitivas
-En la mayor indigencia de la soledad
la firma del instante es el relámpago.
("la jornada semanal", no. 19, nueva época, 22 oct. 1989)
No hay comentarios:
Publicar un comentario