El fin del mundo
Parece tan próximo el fin a ciertos pusilánimes que hasta se retiran a una montaña para aguardarlo a pie quieto. Fin y Día del Juicio. Los presagios van precipitándose. Todo se entiende porque está todo muy oscuro.
Terrible, ese estruendo. Escucha bien. ¿Ya un cataclismo? Es el motor que pasa. ¿Crujen los cimientos, se enrarece el aire? Una casa en obra. ¡Cómo huele ahí! Química, purísima química: nauseabundos olores elaborados, dirigidos.
Nada más fácil para la inteligencia que el abandono a un apocalipsis. Ninguna tentación seduce al ánimo vulgar como el desánimo. ¿La muerte nos lo resolverá todo, ocultos en nuestros miedos, frente a los incesantes derrumbes?
Fin del mundo, de tu mundo... Cálmate. Da cuerda al reloj. Todavía se necesitarán millones y millones de años. Aunque la Historia ocurre vertiginosamente, los minutos son muy lentos. Paciencia, paciencia intrauterina.
("obra poética, antología", alianza editorial, madrid, 1970, prólogo de jorge casalduero)
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