Viaje de noche
En la cornisa que va por las Gargantas del Tam
cuando el coche derrapó en una curva lisa
y patinó hacia el abismo
sobre una rueda chirriante,
incluso entonces, rotas las barreras del pánico
no rompimos nuestro silencio de horas,
nuestra profunda confianza en el camino elegido.
Y si ahora digo que la profundidad del tiempo nos estremeció,
la visión de la gran concavidad a la que nos acercamos en un viraje,
es sólo para decir lo que aprendí de chico
—no hay lugar donde caerse
y la velocidad puede afianzar la voluntad—
cuando uno tiene adonde ir, sencillamente va.
("buenos aires poetry", trad.jorge fondebrider)
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