Al vencer el ultimátum que impuso el Ejército al
presidente egipcio Mohamed Mursi, se confirmó lo esperado: el mandatario será
relevado por Adli Mansur, presidente del Tribunal Constitucional Supremo, y lo
antes posible convocará a elecciones generales. El relevo político en Egipto,
que en los últimos días se sumergió en manifestaciones multitudinarias contra el
hombre al que eligieron hace un año, tiene un impacto internacional y
regional.
La mañana del miércoles todo estaba dispuesto para el cambio. El primer paso
fue la ocupación militar de la televisora estatal egipcia. Su misión era clara:
supervisar las transmisiones para evitar que Mursi o alguien de sus partidarios
emitiera comunicados de simpatía al sitiado político.
Hacia media mañana, las tropas habían tomado posiciones en El Cairo y
Alejandría, la otra gran urbe egipcia. A contrarreloj, en su oficina
presidencial, el aún mandatario se empeñaba en concretar el camino hacia el
gobierno de coalición que ofreciera la víspera y que gestionaría los comicios
parlamentarios. También tenía en cartera, la creación de un comité independiente
que acordaría las enmiendas institucionales.
Cuatro horas después de que venciera el plazo de 48 horas que las fuerzas
armadas le impusieron a Mursi, los manifestantes celebraban en la emblemática
Plaza Tahrir de El Cairo. Mucho antes, cientos de soldados con uniforme de
combate y vehículos blindados ya habían tomado las instalaciones
administrativas, financieras y estratégicas del país, así como el control de las
vías más importantes.
En un mensaje difundido por televisión, el ministro de Defensa, Abdel Fatah
al Sisi, afirmó que la medida fue consultada con los líderes religiosos,
opositores y sociales de Egipto y que las fuerzas armadas enfrentarán “de manera
contundente” cualquier brote de violencia.
Flanqueado por líderes políticos y el jeque de la institución islámica de Al
Azhar, Ahmed Tayeb, así como por el papa copto, Teodoro II, el general anunció
la suspensión de la Constitución, la disolución del Parlamento y la formación de
un nuevo gobierno de transición que encabezará el presidente del Tribunal
Constitucional Supremo, Adli Mansur, hasta la celebración de nuevas elecciones
parlamentarias y presidenciales.
Desde un sitio impreciso, el mandatario depuesto, denunció por twitter y
facebook la consumación de “un golpe” y aseguró que seguirá siendo el presidente
de Egipto, por lo que llamó a los altos mandos militares y soldados a cumplir la
constitución. Escribió que la acción militar “representa un golpe de Estado
total que será rechazado categóricamente por todos los hombres libres de nuestra
nación”.
El ahora ex gobernante sostuvo que su legitimidad debe ser respetada, porque
fue electo mediante comicios democráticos, ya que de lo contrario Egipto podría
caer en la violencia. Algunos de sus seguidores islamistas se han comprometido a
luchar hasta el final para defender al gobierno de Mursi y durante sus
manifestaciones coreaban: “¡Abajo el gobierno de los militares!”, el mismo lema
que utilizaron los revolucionarios de izquierda durante los 16 meses que las
fuerzas armadas detentaron el poder tras la destitución de Hosni Mubarak.
Por su parte, el ejército, rechazó que se tratara de un golpe de Estado, y
afirmó que sólo actuaba a nombre de la gente para despejar el camino hacia un
nuevo gobierno. Tras el mensaje militar, una fuente cercana al político dijo que
el ex mandatario fue llevado a un lugar secreto.
En México
El Gobierno mexicano expresó ayer en un comunicado su deseo de que impere la
tranquilidad en Egipto y que los actores nacionales entablen un diálogo que
permita restablecer el Estado de Derecho, al tiempo que emitió recomendaciones a
sus ciudadanos en ese país.
La Secretaría de Relaciones Exteriores aseguró que el Gobierno de Enrique
Peña Nieto “se mantiene atento a los acontecimientos en Egipto”, donde hoy las
Fuerzas Armadas derrocaron al presidente, Mohamed Mursi, y suspendieron la
Constitución.
México hace votos por que “se mantenga la tranquilidad y se establezca un
diálogo entre los actores nacionales que permita restablecer el Estado de
Derecho y la institucionalidad democrática”, apuntó.
La Cancillería destacó la necesidad de que dicho diálogo se lleve a cabo “en
un marco de respeto a los derechos humanos y que, al mismo tiempo, responda a
las aspiraciones y demandas de la población”. Además, señaló que “está en
permanente contacto con la comunidad mexicana en ese país y preparada para
brindar protección consular en caso de que resulte necesario”.
En el mundo
Pocas horas después del anuncio militar, el presidente de EU, Barack Obama,
pidió a los militares que depusieron al mandatario de Egipto, Mohamed Mursi, que
devuelvan la autoridad a un “gobierno civil elegido democráticamente” tan pronto
como sea posible y ordenó revisar la ayuda que Washington otorga a ese país.
Más temprano, la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki, había
declarado que su país estaba “muy preocupado” por la situación en Egipto.
“Creemos que todas las partes deben comprometerse con las demás y necesitan
escuchar las voces del pueblo egipcio, y lo que están pidiendo, y por lo que
están protestando de forma pacífica “, dijo Psaki. “Y eso es un mensaje que
hemos transmitido a todos los niveles y a todas las partes”.
Gran Bretaña, en tanto, a través de su cancillería, rechazó “una intervención
militar como forma de resolver las disputas en un sistema democrático”.
La cancillería francesa, por su parte, se limitó a decir que tomaba nota de
los acontecimientos en Egipto y que esperaba que los comicios se celebren en paz
y con respeto al pluralismo.
Para el centro de análisis geopolítico Stratfor, la Primavera Árabe fue un
ejercicio de ironía, en ningún lugar mejor expresado que en Egipto. En la
superficie, pareció ser un equivalente árabe de lo que en 1989 ocurrió en Europa
oriental. Cuando los demócratas constitucionalistas tomaron las calles en 2011,
todo parecía semejante a lo ocurrido a fines del siglo XX. Hoy, la ironía es que
la Primavera Árabe abrió la puerta al nuevo descontento popular y confirmó que
aunque ese disgusto es real, no está definido hacia donde se inclinará la
democracia constitucional en el futuro.
En 2011, el ejército egipcio propició la caída de Hosni Mubark, y ayer volvió
a sacar del poder a otro mandatario, esta vez, el primero elegido de manera
democrática al obtener 51% de los votos en los comicios de junio de 2012.
El encargado de poner punto final al gobierno de Mohamed Mursi fue el ex jefe
de la inteligencia, actual ministro de Defensa y jefe del Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas, general Abdel Fatah al Sisi, quien hace un año fue nombrado
justamente por el ahora ex mandatario para relevar al mariscal Husein Tantaui,
quien estuvo 20 años en ese cargo.
La ascensión de Mursi puso fin a 16 meses de un gobierno militar, y anunció
el inicio de una nueva etapa democrática que nadie pensó que sólo duraría 368
días, antes del nuevo retorno de los militares al poder.
(cronología tomada del sitio "24 horas".)
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