viernes, 29 de junio de 2012

Joseph Brodsky (1940/1996)

Compartí mi celda con una fiera salvaje,
escribí en la mazmorra mi nombre con un clavo
                                                                   ardiente,
viví en el mar, jugué a la ruleta rusa,
vestido de frac comí con quién sabe quién.
Desde la punta de un témpano divisé medio mundo,
fui azotado dos veces, tres veces casi me ahogo.
Abandoné el país que me vio crecer.
Con los que me han  olvidado se puede poblar una
                                                                           ciudad.
Deambulé por estepas parecidas a los gemidos de los
                                                                            hunos,
vestí lo que cada día se pone de moda,
sembré centeno, cubrí con cartón negro el granero
y bebí toda clase de agua.
Introduje la mirada azulada al convoy de mis sueños,
tragué el pan del exilio, sin dejar boronas.
Permití a mis ataduras todos los sonidos, excepto el
                                                                         aullido,
me convertí en murmullo. Ahora tengo cuarenta años.
¿Qué puedo decir de la vida? Que resultó muy larga.
Sólo soy solidario con los sufrimientos,
por ahora no me han llenado la boca de arcilla,
de ella sólo se escucharán agradecimientos.

                                                        24 de mayo de 1980


(texto tomado de El instante maravilloso, poesía rusa del siglo XX,  ed. UNAM, 2004, col. Poemas y ensayos, selección, traducción, introdución y notas de Jorge Bustamante García.)