domingo, 30 de agosto de 2020

Uriel Martínez (1950 )


                                                                      felipe pigna




Fase 3 (parte 20)


El calor púbico


Durante mucho tiempo llevé anotada la frase "en el raro abecedario de tus ojos" en mi libreta de apuntes, página uno. La llevé anotada también en todos los fólders color crema en que reunía mis tareas de estudiante universitario. Siempre con la idea de que esa frase enigmática y a un tiempo maniquea era de Agustín Lara. Hasta que una noche de Pandemia, en una ciudad callada, sin el llanto de ambulancias ni patrullas, sin el estruendo del escape abierto de motocicletas ni chatarras, sin la alarma de coches y camionetas estacionados en la avenida, me senté a escuchar composiciones de Álvaro Carrillo. Fue cuando se me cayó la venda de las entendederas: el suntuoso Agustín Lara no había ideado esa frase hermosa, según yo, escrita al calor púbico de Fuensanta por el veracruzano. No qué va. Era del vate oaxaqueño.


1. Tareas ingratas

a) Remover el sarro. Seis meses de Pandemia y confinamiento han sido insuficientes para hacer aseo a fondo en casa, ¿necesitaré otro semestre para darme por satisfecho?, El sarro presente en mis días y noches, cuándo apareció y por qué hasta hoy me entrego a la tarea de ensayar la remoción; cuando fui al dentista -etapa que me llevó medio año para dar por terminada esa tarea costosa-dolorosa-tormentosa-, ¿no me hizo percatarme del sarro acumulado a través de la vida? Dejaré de obsesionarme por lo irremediable.

2.

b) Me pregunto qué me lleva a observar a la mujer de uñas de acrílico sobrepuestas sobre las uñas originales, ¿es un accesorio de belleza, para mí, innecesario; es un aditamento para evitar, en lo posible, rascarse la cabeza, hurgarse la nariz, tocarse la cara -como recomiendan los epidemiólogos en estos meses de Pandemia y de contagios-; es signo de distinción social, una necesidad de destacarse de entre la masa anónima de la ciudad. Sé que para despejar dudas necesitaría aplicar una encuesta entre mujeres que las porten. Pero carezco del método científico que se aplica en cualquier encuesta seria. Tampoco me interesa indagar a los Milennials que van y vienen con un lóbulo auditivo deformado por un agujero enmarcado por la argolla de plástico; ni a aquellos que van por la ciudad con tatuajes sobre puestos a lunares, verrugas y arrugas mal colocadas.

3.

Epidemias 


"...los conquistadores nos dieron la viruela a trueque de la fiebre amarilla. Introducida en 1520 por el negro Francisco Eguía, quien formaba parte de la expedición de (Pánfilo de) Narváez contra (Hernán) Cortés, la viruela se extendió... y fue el mejor aliado de los teules. Cundió en Tenochtitlan, abatió a Cuitláhuac. Los anales de Xahil fijan en 1520 el año de esa epidemia, que asoló también a Yucatán. Enriquecida con el paludismo (importado como la viruela, el sarampión, la influenza, por los europeos).

    " El nombre de fiebre amarilla parece haberse aplicado a la enfermedad desde 1715 en inglés. Ya le da ese nombre  en 1770 el General Romanet, autor del Viaje a la Martinica, al notar la ictericia como carácter esencial de una enfermedad nueva que se bautizó con el nombre de Fiévre Jaune.

"... el padre (jesuita Francisco Javier) Alegre hace la triste afirmación de que "la fiebre amarilla fue importada por la primera vez a Veracruz, en el año de 1699 por un buque inglés que trajo un cargamento de negros." Ya hemos visto que la fiebre amarilla tiene mejor origen. Lo que pasaba con los negros es que al llegar inmunes y propensos a Veracruz -o a la Florida- contraían rápidamente la fiebre, y se convertían -nuevos monos aulladores- en opulentos reservorios para el contagio."

Salvador Noovo, Breve historia y antología sobre la fiebre amarilla, edición La Prensa Médica Mexicana, 1964



Dogville agosto 2020                                                                                                                (Inédito)

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