Había llegado a la casa en una caverna de árboles
Frente a un cielo puro.
Todo se movía -colgaba una campana lista para ser tañida.
Sol y reflejos pasaron rodando.
Entonces estuvieron ante mí los desnudos ojos
Y la cabellera sibilante
En la ventana, vistos a través de una puerta.
Los ojos sin pestañas, las serpientes en la frente,
Formadas en el aire.
Ahora, esta es una escena muerta para siempre.
Nada despertará.
El fin no iluminará más que esto,
La lluvia no la empañará.
El agua caerá y dejará de caer
Y la repicada campana no emitirá sonido.
Desde el fondo del suelo,
siempre crecerá hierba para heno.
Y yo estaré aquí como una sombra,
Bajo el gran día equilibrado,
La mirada en el polvo amarillento que levantaba el viento.
Y que no se dispersa.
("otra iglesia es imposible", versión de jorge aulicino)
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