¡Mira! Los pájaros
¡Mira! Los pájaros
fundan un jardín lejano bajo el ojo de la tarde.
La tierra muestra todos sus tejidos,
sus mejores tributos, y tú
tienes prisa por las franjas de Heliodoro y almandina.
Tus sueños,
en demasiadas rocas,
en tanta tierra antigua.
¡Señor, cuánta hermosura!
¿Qué sabes tú del aire entre los árboles?
¿Qué sabes tú del aire que siempre huye
y te deja así,
tambaleante?
¡Marinero de todos los santos!
Le silbas a la cólera del oleaje, le rezas
con antiguos relicarios, antes
de encallar sobre la pulpa abierta de la tarde.
Habían pasado unos cuantos años y tus rodillas,
ah en la tibia ceremonia bajo el guayabo,
eran motivo de insulto pero también de canto.
Pasa un pájaro rico en plumaje
y con él
un sueño suntuoso de verdes bosques de jade;
una mujer que llega
y te dice: "cúbrete el rostro".
Después el viento,
la lluvia,
un largo viaje, pero el sol
está abajo, y los hombres
buscan asilo de noche.
¡Señor, cuánta hermosura!
Las mujeres morenas caen de los cielos
Bajo los tilos bordan el vuelo del día.
De oriente vienen los jades,
y la tintura
es gloria y fama de un rey de Egipto.
Ya no hay pájaros.
Sólo quedas tú al morir la tarde.
("la jornada semanal", no. 20, 29 de octubre 1989)
No hay comentarios:
Publicar un comentario