Riberas perdidas
No junto a claros ríos
sino a orillas de tristes ciénagas
descansábamos;
sumergir la mano
era perderla
en el cieno
corrompido del fondo.
Y el verde de los olmos
lucía
en la calígine;
estaban frescas las flores
del prado;
y de otras flores se nutría
valiente
el corazón.
Pero el agua fangosa atravesaba
el camino;
aquel olor corrupto deshacía
el doliente latir de la ternura;
era imposible sofocar
la misteriosa voz
gimiente.
Estábamos perdidos.
("hojanegraoficial", trad. juan andrès gutièrrez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario